Muchas veces durante mi vida, he levantado una torre poniendo piedra sobre piedra. Y cuando tenía unas siete piedras puestas, hacía presencia el viento y deshacía la tarea.
Impotente, veía como esa ilusión que tenía con la torre que estaba construyendo se deshacía, y en esa desazón, me olvidaba de todo cuanto hay en el Universo.
Llegó un día que entendí que debía de comprender mis derrotas, ellas son como meros incidentes en el camino que nos da la vida. Y supe lo bueno que es estar tranquilo, en paz; y como leí un día: “quedarse sentado bajo la rumorosa sombra de un árbol y dejar que las cosas sean como tienen que ser”. Que sigan el curso que les marcó el dueño del Universo.
Así, de ese modo, vi que los olmos se mecían al viento.

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