Antonio, ¿acaso es sólo un poeta? No, Antonio no es un solo poeta, Antonio son tres: Éste, el puesto y el que ves.




Antonio Portillo Casado (Jaén, 1963). Militar y poeta. Su inquietud lírica comienza en Bachillerato cuando estudia a los poetas clásicos españoles. Cree que la poesía es belleza, sentimiento, crítica y reflexión. Se considera un poeta humanista. Su temática principal es la naturaleza, el amor y lo social. Premio de Poesía “Torreón” de Las Gabias (Granada, 2017), Premio de Poesía del VIII Certamen de Poesía Fernando Calvo (2020) entre otros reconocimientos. Miembro de varias asociaciones de escritores y colaborador de revistas literarias.
Participante en diferentes Ferias del Libro españolas. Incluido en antologías poéticas nacionales e internacionales. Varios poemas suyos han sido traducidos al francés y al árabe. Autor de los libros de poesía: Amanece copo a copo (2015) –poemas de adolescencia-, Singladuras (2016) –poemas de juventud-, Vientos del Verso (2018), Luz donde la herrumbre (2019) y Rayomatiz (2020). Blog: Poemas y esas cosas bellas.
Premios:
-Premio de Poesía del I Certamen de Poesía “Torreón” de Las Gabias (Granada) 2017.
-Premio de Poesía del VIII Certamen de Poesía Fernando Calvo (2020).
EL VIENTO Y EL CAMPO
El viento racheado,
una estampida de ánimas arrastra;
empuja los cipreses
que flamean suplicando al azul.
Iza olas en el barro
que descoyuntan alambradas.
Derrota banderas ególatras.
Rompe cristales plácidos,
resquebraja edificios corroyendo sus espadas.
Mas en el campo soberano,
se aquieta el viento.
Modera su ímpetu,
se vuelve brisa.
SOY ESTRELLA, ELLOS NO
Hago la paz.
Pido la paz.
Doy el amor.
Pido el amor.
Por esto
me condenan, y firmo mi sentencia.
Mi fuego, las fieras del invierno codician.
Les doy mi calidez,
me clavan su frialdad.
Marchan sonrientes.
Mis manos desnudas aguardan su mirada.
Me quedo solo con el viento, el amor y la paz.
Soy estrella, ellos no.
(Del poemario VIENTOS DEL VERSO, ENERO 2018)
Eclipse de Amor
Ante mí, desnuda te encuentras amada,
ante mi cuerpo desnudo.
Sin pinceladas de Kandinsky,
sin pálidos sonrosados de Goya,
de blanca seda perfilada por Modigliani
amaneces en este azul, que nos sumerge
en las frías aguas de este loco mundo.
Yo, desnudo y mudo, tu sencilla belleza observo
y te desnudo de luz pausadamente,
cual eclipse de luna.
Tú, desnuda y serena, en penumbra grana,
tu misterio me descubres delicadamente
en este nuestro eclipse de amor,
donde las sombras y la luz oscilan
con las rojas estrellas de la pasión encendida.
En esta danza de amor celeste,
cuya música dulce nuestros latidos acentúan,
nuestras almas vuelan tejiendo sentidos besos
que como luceros, en el cielo resplandecen.
PROCESIÓN DE LAS TURBAS
(A la Procesión de las Turbas y la leyenda
del Cristo del Pasadizo de Cuenca)
No suenan en la ancha plaza
ante los ojivales ojos catedralicios
clarines, trompetas y tambores.
En las Turbas se guarda silencio.
Abandona la palabra su envoltura.
Ojos de cristal.
Las túnicas se destiñen.
Jesús y la Soledad, estáticos.
El mirlo no entona su alabanza.
Palidecen corazones
y el alma se encoge.
Desde Jesús, un viento ágil
surge quejumbroso y compungido.
Al sinuoso Pasadizo
peregrina el viento sacro
y ante el Cristo allí enrejado,
recita un ángel este poema:
A ORAR AL CRISTO DEL PASADIZO
Aún se oye, el llanto muy angustiado
por el pasadizo largo y angosto,
donde la reja bruna ve el congosto
del Huécar, a Jesús crucificado.
Su amargura no es por estar clavado
en la tapia alba, sino por el mosto
rojo que Julián vertió como costo,
ante el compromiso muy quebrantado
de su Inés con Lesmes, el pretendiente.
Por adarves, calles y travesías,
tres condenadas almas vagamente
marchan llorando con sus agonías,
a orar al Cristo en la pared silente,
él, Julián, e Inés de las celosías.