El maestre de la Orden de Santiago Juan Pacheco, adelantado mayor de Murcia y posteriormente primer duque de Escalona. Heredó el marquesado de Villena y todas sus posesiones, corría el año 1445.
De las más importantes eran: Chinchilla, Albacete, Jumilla, Escalona, Hellín, Tobarra, Villena, Almansa, Yecla, Sax, Belmonte, Castillo de Garcimuñoz, Alarcón; Alcalá del Jucar, Villanueva de la Jara, Iniesta, Utiel, Escalona, Jorquera, Carcelén, La Roda, San Clemente, Puebla de Almenara, Munera, El Bonillo, Olmedilla de Alarcón, Gascas, Onrubia, Hinojosa, Zafra, Ves, Honrubia, Torrubia del Castillo, La Almarcha, Pinarejo, Atalaya, Alcalá del Río, Tébar, Rubielos Altos, Valhermoso, Lezuza, Valverdejo Villarrobledo, Alcaraz, y en otras provincias como Soria tenía el poderoso castillo de San Esteban de Gormaz (a raíz del casamiento de Diego López Pacheco con Juana Luna. Por cuyo matrimonio entró en esta casa el señorío de Osma y el condado de San Esteban).
JUMILLA

Comenzamos, en una tierra repleta de vino… Jumilla. Una ciudad donde nació en 1610 el Arzobispo don Juan Lozano y Lozano que fue Virrey de Nápoles. Ella nos abre las puertas a su historia diciéndonos que es poseedora de pinturas rupestres y de una cultura Íbera muy bien representada en la zona de Coímbra del Barranco Ancho. Los Romanos trabajaron las viñas de esta tierra. Y llegaron los árabes y en el cerro, levantaron su castillo sobre otras ruinas anteriores que databan de la Edad del Hierro.
El asentamiento árabe en Jumilla duró cinco siglos, hasta que en el año 1243, por el tratado de Alcaraz, pasó a integrarse con el resto de la taifa de Murcia a la corona de Castilla como protectorado.
Años después de la conquista, el rey Alfonso X el Sabio, de paso por la localidad, regaló al pueblo una imagen de la Virgen de Gracia por lo que se construyó una ermita, ahora en ruinas, sobre la antigua mezquita árabe.
En 1294, el Reino de Murcia pasa a manos de la corona de Aragón, y en 1304, por la sentencia de Torrellas, Jumilla se adscribirá al Reino de Valencia. El conflicto por la frontera castellano-aragonesa concluyó cuando años después, en el marco de la Guerra de los dos Pedros, Pedro I de Castilla conquistó el castillo para su corona el 27 de abril de 1358. El rey concedió tras la reconquista los privilegios de Carta Puebla a Jumilla y el actual escudo de la ciudad, basado en aquella batalla.
En 1461 el marqués de Villena hizo levantar la fortaleza prácticamente tal como la conocemos actualmente, con tres pisos, sótano y terraza, poniendo en ella su escudo de armas.
Iglesia de Santiago
La construcción de este templo coincide con el desplazamiento de los habitantes de la ciudad desde la colina del castillo hacia el valle, que a su vez es el momento del despegue económico de Jumilla. Desde el siglo XV que comenzó su construcción hasta el XIX, la iglesia ha sido objeto de diferentes reformas y mejoras. No se conoce a ciencia cierta la fecha de inicio de las obras, que algunos autores datan en 1447 y otros en 1454. En la primera fase de esta construcción se terminaría la nave central y las capillas laterales de estilo gótico flamígero. En el exterior, esta etapa queda reflejada en los arbotantes.
Plaza de Arriba
Es la plaza de Jumilla más antigua de la Villa.
Se conformó en la expansión urbana del siglo XVI y en ella se situó el antiguo Palacio del Concejo de estilo renacentista, actual sede de la sección de Arqueología del Museo Municipal Jerónimo Molina; la carnicería; la posada y parador de carros, hoy convertida en Universal Popular. Posteriormente en el siglo XVII se construyó la ermita de San José, y por último en 2006 el Museo Jesús Nazareno.
Ermita y Arco de San Roque
Construida sobre el arco que daba paso a la villa, en 1642 para sustituir la antigua ermita de madera destruida en un incendia en 1603 y que servía como puerta de salida hacia el antiguo camino de Grana. Esta puerta se cerraba para evitar el paso de personas enfermas que pudieran causar un contagio general. Por este motivo, se escogió a San Roque como protector de las epidemias, tormentas, pedrisco, sequía u otros males, especialmente importante para los agricultores. A la ermita se accede a través de una portezuela que da paso a una escalera de caja cuadrada, que como curiosidad fue erigida en 1792 sobre la canalizada acequia común del agua de la Fuente Principal de Jumilla.
De Jumilla no nos podemos ir sin ir a visitar un rincón “virgen”: El Monasterio franciscano de Santa Ana se encuentra enclavado en la Sierra del Picacho, a unos 5 kilómetros de Jumilla.
Cuenta con más de 5 siglos de historia y entre sus paredes moraron personajes tan importantes como San Pascual Bailón. Según cuenta la tradición, este santo se ponía tan contento mientras rezaba que no podía evitar marcarse unos bailes durante las oraciones. Al parecer, “el Bailón”, también mantuvo una relación amistosa con una bruja yeclana, a la cual desenmascaró en uno de sus engaños.
Una leyenda jumillana
Cuentan que la una bruja a la que llamaban “la condená de los picarios” (picachos). Esta hechicera tenía fama de mala vida y al parecer se encaprichó del Santo, al que cantaba canciones para engatusarle. San Pascual trabó cierta amistad con ella y un día accedió a comer con la hechicera. La Condená quiso ponerlo a prueba y le comentó que para comer había cocinado un cabrito, pero en realidad lo que había asado era gato. El Santo que no se fiaba ni un pelo de la mujer, cuando se sentó a la mesa recitó el siguiente refrán:
“Si eres cabrito, mantente frito; pero si eres gato, salta del plato”.
El gato saltó del plato y se largó corriendo. Cosas que tienen los santos.
Nota:
Aconsejaros que cualquier plato que os llevéis al estómago, debe de estar acompañado de un buen vino jumillano.
Y con el vino, nos vamos a otra parte, algo lejana, pero llegamos a Sax y su castillo invicto.
El pueblo donde vio nacer a Alberto Sols, el primer científico en implantar la bioquímica en España, como así lo reconoció Severo Ochoa. Es muy posible que los Iberos bastetanos estuvieran por estas tierras, pero quienes sí estuvieron fueron los árabes o andalusíes. Constructores de la fortaleza que domina gran parte del Valle del Vinalopó y que controlaba el paso entre Elda y Villena.
Un grande de España, el vizconde de Cardona Ramón Folch, intentó conquistarlo en el 1239 sin éxito alguno y muriendo Artal de Aragón hijo de Blasco de Alagón lugarteniente de Jaime I. Este hecho, dado que el noble eran de los pocos que conocían la región hicieron que las correrías se detuvieran un año, pero no pudo evitar que en el 1240, el comendador de Alcañiz y sus caballeros de la Orden de Calatrava tomaran los castillos de Sax y Villena en nombre del rey de Aragón Jaime I y que los mismos quedaran bajo su custodia hasta tanto fueran entregados al rey de Castilla, que por el tratado de Cazorla (1179) y el tratado de Almizra (1244) firmados entre castellanos y aragoneses, le correspondían al rey castellano, mientras que el Castillo de Biar quedaba en manos aragonesas.
En 1262, quedó integrado en el nuevo señorío de Villena en poder del infante don Manuel. A partir de ese momento su historia permanece atada a la de este señorío, convertido en marquesado en 1366. A la muerte de Enrique de Villena, Sax, al igual que todo el señorío, se constituye como dominio de la familia Pacheco en 1445, hasta que los Reyes Católicos lo reincorporaron a la Corona en 1480.
Sax, fue la puerta de entrada al Señorío de Villena, los Pacheco elevaron esa magnífica torre que se ve a más de 20 km. de distancia y la decoró con nódulos férricos que brillaban con la luz del sol y demostraba su poder económico, además de construir un bastión defensivo en la entrada de la fortaleza y de instalar un escudo bien visible entre la torre que él mandó construir y la torre de época almohade.
En 1517, paso por estas tierras uno de los hijos de Cristóbal Colón, don Fernando Colón y dejó escrito sobre esta ciudad:
“Sax es lugar de ciento sesenta vecinos e está en una ladera de una sierrezuela a una solana, e la syerra es de peña y en lo alto de ella esta un Castyllo muy agro de todas partes, e está entre syerras e tiene buen valle de vyñas e huertas de regadío, e está media legua del moxón del Reyno de Valencia, e pasa un arroyo por junto a la lugar que lleva agua para una muela […]”
En la Guerra de la Sucesión Española, Sax y su castillo, permanecieron fieles a Felipe de Anjou, futuro rey de España, a pesar de haber estado muy sometida y sitiada la villa por parte de las huestes austriacas de Carlos de Austria.
Castillo de Sax: Se trata de una de las tres grandes fortalezas de la comarca, junto con las de Villena y Biar. Formaba parte de la línea defensiva de fortificaciones de esta zona desde la época musulmana. Básicamente se compone de dos grandes torres cúbicas unidas por lienzos de muralla con almenas. La base de una de las torres es posiblemente romana, y la otra, considerada como la del Homenaje, es musulmana, del siglo XII, aunque sus fundamentos son del siglo X
Iglesia de la Asunción: Es un templo de nave única y forma de cruz latina edificado en el siglo xvi, de cuya época son destacables algunos elementos tardogóticos, como la bóveda de crucería que cubre la nave. En el siglo xviii se le añadió un revestimiento clasicista, construyéndose una galería superior, altares para las capillas y también las capillas de la Comunión y del Pilar. En esta amalgama de estilos, la puerta más interesante es la norte, renacentista, que remite a la vecina iglesia de Santiago de Villena
Ermita de San Blas: Era la antigua parroquia antes de la construcción de la Iglesia de la Asunción, y está levantada en el mismo solar que la mezquita islámica. Su construcción data probablemente del siglo xiii y es de planta rectangular, a la que posteriormente se le añadió un ábside semicircular en el presbiterio.
Cerca de la Villa está situada la Colonia de Santa Eulalia. El paraje se denominaba, ya tras la conquista cristiana, Prados de Santa Eulalia. Esta denominación tiene su origen en una leyenda según la que Santa Eulalia auxilió a las tropas de Berenguer de Entenza contra los sarracenos, y, en su honor, se alzó una ermita en el mismo lugar que ocupa la actual. En 2007, una productora valenciana la eligió como plató de exteriores para la popular serie de Canal Nou “L’Alqueria Blanca”, hecho que ha dado un importante impulso turístico a la pedanía.
Una leyenda sajeña
Existe en Sax una leyenda profética que atrae la mirada de todos los visitantes hacia ese punto de la fortaleza.
Según cuentan los viejos del lugar, cuando el castillo pertenecía a los moros, en él vivía un rey, que tenía una hija, la muchacha más hermosa que nunca habían visto los sajeños. Sus grandes ojos almendrados hipnotizaban a todos los que la miraban y su largo cabello de color azabache desprendía la fragancia de mil flores. Todos los que visitaban el castillo deseaban el amor de la princesa.
En el mismo palacio vivía un oscuro hechicero que todas las noches soñaba con la belleza de la bella mora, hasta el punto que muchas noches no podía pegar ojo. Una noche, desde la más alta ventana de la más alta torre del castillo, cuando el alba comenzaba a romper el horizonte, el hechicero vio como su bella amada iba corriendo hacia un espigón cercano a la puerta del castillo desde donde se divisaba todo Sax, y allí se sentó. ¿Qué estaría esperando la princesa?
El hechicero no podía parar de mirarla, adivinando su cuerpo en la penumbra del alba, hasta que vio como por el camino que comunicaba la villa con el castillo subió el lechero, como todas las mañanas, pero cual fue la sorpresa del hechicero, que el lechero tiró desesperadamente toda la leche y corrió hasta los brazos de la princesa, fundiéndose en un apasionante beso, creyendo que nadie les veía.
El hechicero enfureció de tal modo que invocó toda su magia, los amantes quisieron huir, esconderse, pero fue demasiado tarde, puesto que el hechicero les mandó un rayo fulminante que convirtió a la princesa en una aguja solitaria de piedras con la mirada hacia al horizonte, para que nunca volviera a ver a su amante de frente, mientras que el lechero se convirtió en una tortuga de piedra, postrada a los pies de la princesa, con tal de que el amor que se tenían fuera lo más lento posible.
Cada año dicen que se van acercando los amantes y dicen que algún día se darán el beso que los despertará, pero, mientras tanto, el hechicero perdió a su amor, pero nunca más ningún otro lo tendría.
Nota:
Y dejamos Sax para ir entre vides y olivos a Villena.
Desde ya bien lejos, se ve la mole de la fortaleza que predomina sobre todo el paisaje un gran testigo de la historia de esta comarca: el castillo de la Atalaya. Y aún así también tienen otro castillo sobre la sierra de San Cristóbal o de la Villa. Se construyó durante el siglo X y perduró hasta el siglo XIV, cuando sería abandonado en beneficio del castillo de la Atalaya. Pero este castillico, tuvo mucha historia como el levantamiento de los ‘agermanados’ valencianos, o batallas de la guerra de Sucesión o de la Independencia tuvieron lugar entre sus muros. En la Relación enviada por el Concejo de Villena a Felipe II en 1575 aparece esta descripción del castillo:
“Ansimismo, hay otro castillejo muy antiguo que se llama el castillo de Salvatierra, que está ansimismo a la parte de oriente, un tiro de alcabuz apartado de castillo arriba declarado. Este castillejo esta fundado ençima el altura de un tajo de peña sobre la syerra, a las faldas deste castillejo, ay algunos algibes fabricados a mano, cavada la dicha peña. Y ay concavos, cuevas, vestigios y senales de edifiçios de habitaciones de moradas muy antiguos, por los quales se demuestra la grande antiguedad deste pueblo”.
Una ciudad donde se encontró el afamado “Tesoro de Villena” está formado por 59 objetos de oro, plata, hierro y ámbar que totalizan un peso de casi 10 kilos y está datado alrededor del año 1000 a.C. Se descubrió en 1963 en una rambla cercana a Villena, y se trata con mucha seguridad una ocultación, quizás de un reyezuelo del Cabezo Redondo. El conjunto lo componen brazaletes, cuencos, frascos y otros pequeños objetos. Los brazaletes se llevaron puestos, dado están desgastados por el uso, pero no se sabe si la vajilla fue de uso cotidiano, ritual o votivo. Si bien su autor pudo ser local, dada su similitud con “el tesorillo del Cabezo Redondo” que está compuesto por 35 piezas de adorno personal.
Villena tiene “señorío” desde 1256, el de Los Manuel. Don Manuel de Castilla fue un infante hijo de Fernando III de Castilla y de Beatriz de Suabia. El conjunto de la “tierra de don Manuel”, agrupaba, en un principio, varios pueblos y ciudades de la actual provincia de Alicante como son, Sax, Elda y todo su valle, Novelda y Villena entre otros. Más tarde incorporó a la Tierra de Alarcón y a Iniesta.
Al Morir don Manuel, estas tierras y otras más que fueron incorporadas, fueron a parar a su hijo y heredero don Juan Manuel, nacido en Escalona, escritor y poeta; autor de esa obra de narrativa castellana medieval conocida como “El conde de Lucanbor”, escrita entre el 1331 y el 1335. También fue el vencedor en la batalla de Guadalhorce, derrotando a las huestes de Abu Said Utman ben Abi l-Ula, más conocido como Ozmin.
Del estado de la ciudad y su área circundante en 1517 da testimonio conciso pero de gran interés Fernando Colón:
“Villena es villa de quinientos vecinos e está en llano al pie de una gran syerra de peña e tiene una buena fortaleça y es cabeza del marquesado de Villena e está al pie de una syerra de peñas e tiene una buena vega de regadío la qual se riega de una fuente que nace en la plaça, que sale agua para dos muelas juntas, e dicha fuente, junto con la villa, e es frontera del moxón del Reyno de Valencia, ques a media legua […]”
Como curiosidad, hay que decir que Carlo I de España, le otrogó el título de ciudad en 1525, y la importancia de este nombramiento queda demostrada por el hecho de que en 1844, 319 años después de este, solo existían en España 152 ciudades, y en la actual provincia de Alicante, lo eran únicamente Denia, Jijona, Orihuela y Villena.
La Villena de principios del siglo XX nos la describe Azorín de la siguiente manera en su obra Antonio Azorín de 1903:
“Sarrió y Azorín han ido a Villena. Esta es una ciudad, vetusta, pero clara, limpia, riente. Tiene callejuelas tortuosas que reptan monte arriba; tiene vías anchas sombreadas por plátanos; tiene viejas casas de piedra con escudos y balcones voladizos; tiene una iglesia con filigranas del Renacimiento, con una soberbia reja dorada, con una torre puntiaguda; tiene una plaza donde hay un hondo estanque de aguas diáfanas que las mujeres bajan por una ancha gradería a coger en sus cántaros; tiene un castillo que aún conserva la torre del homenaje, y en cuyos salones Don Diego Pacheco, gran protector de los moriscos, vería ondular el cuerpo serpentino de las troteras”
En Villena se respira a Ruperto Chapí, sus zarzuelas impregnan las calles de la ciudad .La Venta de Don Quijote, El Tambor de los Granaderos, La Revoltosa, El Rey que rabió o la Patria Chica, entre otras, son sus obras más significativas del “Género Chico” que alegraron las noches de muchas ciudades españolas.
Aquí también nació el escultor Antonio Navarro Santafé que entre sus obras más sobresalientes está “El oso y el Madroño” de la Puerta del Sol de Madrid
Castillo de la Atalaya
El castillo de la Atalaya fue edificado por los árabes hacia el siglo XII.Consta de dos líneas de muralla, destacando en la interna la torre del homenaje, de planta cuadrada y de dos cuerpos. Las cubiertas de las dos primeras estancias están formadas por bóvedas almohades, de importancia excepcional por ser, junto a las del vecino castillo de Biar, las más antiguas de su estilo en España. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931.
Castillo de Salvatierra
El castillo de Salvatierra se construyó sobre el siglo X sobre las ruinas de un antiguo poblado íbero y siguió en uso hasta el siglo XIV, cuando fue sustituido por el de la Atalaya. En la actualidad está casi totalmente reducido a ruinas, pero aun así se puede apreciar su estructura original árabe y los añadidos posteriores.
Palacio Municipal
se edificó a principios del siglo XVI. Fue primero casa abadía, luego propiedad del cabildo eclesiástico y posteriormente fue adquirido con el concejo de la ciudad para casas consistoriales. Su construcción se atribuye a Jacobo Florentino y no se descarta la participación de Jerónimo Quijano, continuador de aquel en la catedral de Murcia. Destacan la portada y el patio de arcos carpaneles sobre columnas toscanas.
La iglesia arciprestal de Santiago comenzó a edificarse en el siglo XIV y se trata de uno de los conjuntos gótico-renacentistas más importantes de la Comunidad Valenciana.155 Su planta de tres naves y sus columnas torsas se pueden considerar típicas del gótico catalán, si bien adquieren aquí una mayor monumentalidad, además de ser las más antiguas construidas en un edificio religioso.
La iglesia de Santa María se edificó sobre una antigua mezquita musulmana en el siglo XVI. Tiene una sola nave y sus bóvedas de crucería descargan en pilares con semicolumnas adosadas con relieves renacentistas. La fachada está enmarcada por un pórtico barroco, mientras que la torre se equipara a la de Santiago.
El santuario de Nuestra Señora de las Virtudes está situado en la pedanía de Las Virtudes, a unos 5 km de Villena, guarda la imagen de la patrona de la ciudad. Se advierten diversas épocas constructivas. La primitiva ermita se remonta a la segunda mitad del siglo XV. La portada de acceso al templo es renacentista. El claustro es muy sencillo, con arcos de medio punto apoyados sobre pilares de ladrillo. La iglesia ha sido objeto de diversas intervenciones, pero su aspecto general la liga al último gótico. Fue declarado Conjunto Histórico en 1976.
La ermita de San Antón data de al menos 1586
.
La leyenda de las cinco campanadas
Cuentan en Villena que, allá hacia el siglo XV, tras fallecer el rey Enrique IV de Castilla, el Marqués de Villena fue declarado rebelde por Isabel y Fernando, pues el primero apoyaba el reinado de Juana. Alertado por la orden de levantarse en armas contra él, expuso al alcaide del castillo (Pedro Pacheco) la urgente necesidad de reunir a todos quienes deseasen combatir a Isabel y sus partidarios, para así anticiparse y atacar por sorpresa.
Judíos, mudéjares y castellanos, seguidores de Juana, formaban aquella milicia capitaneada por el marqués: Diego López Pacheco y Portocarrero.
Recluidos en el castillo, comenzaron a preparar su estratagema cuyo fin era masacrar a sus rivales, los isabelistas. Esperarían en la fortaleza hasta escuchar las tres campanadas que se tocan al alzar a Dios durante la misa, en la iglesia de Santa María, donde se encontrarían numerosos componentes del bando enemigo, reunidos.
Esa iba a ser la señal para atacar a sus indefensos vecinos, a traición. La estrategia estaba preparada y clara: los juanistas vencerían y tomarían Villena en nombre de Juana de Castilla.
Pero la suerte quiso que tal plan llegase hasta los oídos de una anciana quien, temerosa del destino de sus vecinos, alertó a los suyos de aquello que se urdía en lo alto de la Atalaya. Estos, liderados por Cristóbal de Mellinas y, ocultando que habían averiguado el plan de los juanistas, avisaron a los pueblos vecinos y se prepararon para repeler al Marqués de Villena y a los suyos.
Determinó Mellinas que, en lugar de tres campanadas se darían cinco y esperarían a que los rebeldes bajasen del castillo, hacia el templo cristiano, creyendo que atacarían por sorpresa cuando, en realidad, serían los sorprendidos.
Y tal como Mellinas planeó, ocurrió. Sonaron las cinco campanadas y los juanistas descendieron, en gran alboroto, esperando sorprender a los isabelistas, a quienes esperaban encontrar reunidos en la iglesia de Santa María.
Pero no fue así, pues estos se habían escondido por los recovecos de las callejuelas y, cuando llegó el momento, se plantaron frente al enemigo combatiéndolo con dureza. Los de Mellinas salieron, finalmente, victoriosos. Isabel y Fernando prohibieron que cualquier Pacheco pisase de nuevo la ajusticiada Villena.
Nota:
Y de aquí no vamos con rumbo hacia otro lugar, otra ciudad, Almansa
Almansa

Y… Almansa, esa ciudad que estaba al lado de la Vía Augusta, justo en “la mitad del camino” viene cargada de historia, hay vestigios pictóricos rupestres en el Barranco del Cabezo del Moro y en la Cueva de Olula.
Cerca está el Castellar de Meca, que aunque no pertenece a Almansa, es una de las ciudades íberas más importantes de España que data del 400 a.C.
Fueron los almohades los culpables de la construcción del castillo a finales del siglo XII. En el siglo XIV la fortaleza pasó a manos del infante don Juan Manuel. En 1346, cuando don Juan Manuel hace merced al concejo de Almansa de tierras de riego de su posesión y del agua que le correspondía, pide a cambio:
“que me dedes […] para ayudar a labrar el mio castillo de aquí de Almansa, tres mil aravedís […] Et que […] los dedes a Ruy Martinez mio criado y vuestro vezino que los tiene que recabdar para la dicha obra del dicho castillo…”
Conquistado por Jaime I de Aragón, fue cedido a la Orden del Temple, pasó después a Castilla, y fue dotado con dos fueros, el de Requena y el de Cuenca, por el rey sabio Alfonso X.
Fue precisamente el 28 de marzo de 1244 cuando se rubricó el tratado de Almizra entre el infante Alfonso de Castilla y el rey Jaime I de Aragón, por el que se establecieron los límites entre los dos reinos cristianos, «quedando Almansa, Jorquera y su entorno del Júcar, el valle de Ayora con Cofrentes y Jarafuel, Caudete, Villena y Sax de parte castellana». Sin embargo, una vez ocupada definitivamente la taifa de Murcia, Almansa pasó a formar parte del Reino de Murcia según se observa en un documento del año 1257, en el que se dice:
«... son de parte del Regno de Murçia, Xorquera, e Ayora, e Almansa, a Vees, e Chinchilla…».
El Castillo de Almansa y su villa. lo heredó en 1294 el Infante don Juan Manuel, de su padre Manuel de Castilla el señorío de Villena, que más tarde pasaría a ser marquesado, en el que estaba incluido Almansa. Don Juan Manuel concedería numerosos privilegios y mercedes a la entonces villa de Almansa, ratificados por distintos monarcas castellanos y aún continuados por los marqueses de Villena.
El marquesado, al igual que el señorío tras el tratado de Almizra, perteneció a la Corona de Castilla, hasta el año 1395 en que el marquesado pasó a formar parte de la Corona de Aragón, dentro del Reino de Valencia.
En 1444, el príncipe Enrique (futuro Enrique IV de Castilla), ante la confusa situación jurídica del señorío de Villena, autorizaba a Alfonso Téllez Girón a ocupar las villas que lo conformaban (Almansa, Chinchilla de Monte-Aragón, Villena, etcétera). Posteriormente otorgaría el dominio del territorio al hijo de este, y futuro valido durante su reinado, Juan Pacheco.9
El 20 de diciembre de 1452, Juan II de Castilla le confirmó en el señorío de la villa de Almansa, cuya merced había concedido el 3 de septiembre de 1445 a su padre Alfonso Téllez Girón «con derecho a heredamiento», aunque esta donación no fue a petición de su padre y se menciona que la merced fue hecha «por los muchos y buenos, leales y señalados servicios que vos D. Juan Pacheco, hijo mayor, legítimo heredero de Alfonso, mi vasallo que fue de mi consejo.» Juan Pacheco fue el I marqués de Villena y su figura fue trascendental para la villa de Almansa, pues fue él quien le dio la morfología actual al castillo de Almansa.
El 25 de abril de 1707, la batalla de Almansa decidía el futuro de España y de su monarquía hispánica, durante el conflicto internacional de la Guerra de Sucesión Española. Ésta fue, posiblemente la verdadera Primera Guerra Mundial. Carlos II falleció sin descendencia, y dos príncipes extranjeros pretendían la Monarquía Hispánica, para así afianzar su hegemonía tanto en Europa como en América.
Castillo de Almansa
Situado sobre el “Cerro del Águila”, la construcción original correspondió a los almohades. Estos edificaban utilizando la técnica del tapial, de los cuales se conservan algunos restos primitivos, sobre todo en las partes más cercanas a la roca, siendo esta parte la más antigua (S. XII).
Iglesia arciprestal de la Asunción
El monumento es el resultado de varias etapas constructivas, desde el siglo xvi al xix. En la puerta de la iglesia aparece inscrita la fecha de 1639.
En el interior del templo cabe destacar su espectacular bóveda de cañón, y las capillas laterales de bóvedas de crucería, de estilo gótico.
La cabecera de la nave está inspirada en el Palacio de Versalles.
Palacio de los condes de Cirat
El palacio de los condes de Cirat es un edificio del siglo xvi, llamado también la «Casa Grande».El palacio fue construido para Alfonso de Pina, miembro influyente de la nobleza almanseña. Desde el siglo xv la familia de Ximén de Pina se encontraba en Almansa, provenientes de los caballeros aragoneses que acompañaron al rey Jaime I de Aragón en la conquista del Reino de Valencia.
Santuario de Belén
14 km de Almansa se encuentra el «Santuario de Nuestra Señora de Belén», el cual alberga la imagen de la patrona de Almansa en las épocas estivales. En él destaca su templo barroco, levantado en el siglo xvii, de planta rectangular, coro alto a los pies y magnífico retablo barroco de principios del siglo xviii.
La leyenda de el "Dragón del Mugrón"
. Dicen también los viejos de Almansa en torno al calor de las faldas de una mesa camilla que en la Sierra del Mugrón yace un dragón de tamaño gigantesco, el más feroz de toda Europa. Aquel monstruo protegía el valioso tesoro, ocultado varios milenios antes de Cristo por uno de los caudillos de los tribus locales. Los sabios de la época aseguraron de la existencia de ese tesoro varios siglos después, despertando la ira del Dragón del Mugrón ante las grandes expediciones que se llevaban a cabo desde un costado de la sierra hasta el otro.
Entonces, el enfurecido viborón arrasó las poblaciones cercanas a la Sierra del Mugrón y acabó con la vida de centenares de buscadores del tesoro, cuando ellos se adentraban en la cuevas y andaban por los senderos montañosos molestando al dragón. A eso de 2000 años A.C., otro caudillo se fue a la sierra acompañado de su ejército para acabar con el gran Dragón del Mugrón y apoderarse de su tesoro. Después de una batalla sangrienta el culebrón fue vencido y fue enterrado al pie de la Sierra del Mugrón, cerca de Almansa. Pero del tesoro jamás se supo nada más…
Nota:
Y leyendas y entre cantos de poetas nos vamos adentrando por camino de dios en esa tierra a la que los árabes la conocían como “tierra sin agua” Al-Mansha, sease La Mancha. Y vamos viendo a lo lejos, sobre el cerro de San Blas, las torres de la fortaleza de Chinchilla de Montearagón.
Chinchilla de Montearagón

Ta bello paraje tiene este lugar que el mismo Hércules escogió esta tierra para fundar la ciudad, allá por el siglo VII a.C.
Lós íberos, se dice, que la llamaban Cincilia, voz celta que significa “ciudad de muros cortos”.
De ella ya se habla en el Itinerario Antonino, en aquella época, a Chinchilla se le llamaba Saltigis y era un cruce de caminos muy importante dentro de las calzadas romanas.
Bajo el dominio del califato cordobés, recibió el nombre de Ghenghalet y figuró entre las poblaciones más importantes del Reino de Murcia. También bajo el mismo dominio se llamó Yinyalá o también Sintinyala.
El sobrenombre de Montearagón (o Monte Aragón), que ya figura en el siglo XVI, se debe a que se encuentra en el territorio denominado durante años “Mancha de Aragón” o de Arrago, vocablo griego que designaba el esparto, muy abundante en aquella comarca.
Su castillo, conocido como “del Marqués” es una fortaleza impresionante que fue antes un emplazamiento íbero, romano y visigodo. La fortaleza principal data del siglo XV y por orden de Juan Pacheco, fue construida la misma sobre tapiales de una fortaleza árabe. Esta construcción está atestiguada en las armas que ostentan los muros de sus cubos y recogida por la Relación topográfica de 1576, que dice: “Esta torre y barvacana y foso hizo el marqués de Villena”. Durante más de tres siglos, zonas del castillo, se usaron a modo de prisión, y entre ellas estuvo Cesar Borgia encarcelado (prácticamente fue quien lo inauguró) por el mismo Gonzálo de Córdoba, el Gran Capitán que lo acusó de haber dado muerte al duque de Gandía.
En 1242, las mesnadas cristianas de Jaime I de Aragón con la Orden de Santiago comandada por el maestre portugués Pelayo Pérez Correa, con el patrocinio del rey Alfonso III y, bajo las órdenes del infante Alfonso (futuro Alfonso X El Sabio) con su Orden de Calatrava, la conquistaron a los musulmanes.
Sobre el 1250, Chinchilla pasa a ser propiedad de don Manuel de Castilla, Señor de Villena y después al príncipe Don Juan Manuel que reconstruiría el castillo.
En el siglo XIV formó parte del Marquesado de Villena. Juan II (padre de Enrique IV e Isabel la Católica) la incorporó a la Corona de Castilla. Durante este reinado el infante Enrique de Aragón, maestre de la Orden de Santiago, intenta apoderarse del Señorío de Villena, apenas lo consigue durante un año, ya que Chinchilla opone una dura resistencia y por esta fidelidad a la monarquía castellana la villa recibe en 1422 el título de ciudad, siendo la capital de la Mancha de Aragón. Ésta es entregada como dote por Juan II a su hermana doña Catalina, esposa del Infante Don Enrique.
De los conflictos entre la Corona y los Infantes de Aragón, aliados con el Rey de Navarra, surge un nuevo poder: el de Diego López Pacheco y Portocarrero, que llegará a ser favorito de Enrique IV y marqués de Villena. Él recompone la unidad territorial del marquesado bajo su dominio, y en el siglo XV sus habitantes quedaron divididos ideológicamente: unos se mostraron partidarios de la reina Isabel y otros a favor de Juana la Beltraneja y de Diego López Pacheco, marqués de Villena. Su poder dura hasta la guerra entre los partidarios de ambos. Derrotados los segundos, Chinchilla se incorporó a la Corona de Castilla el 1 de marzo de 1480.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, Chinchilla sufre una decadencia en favor de su antigua aldea, Albacete (con mayor protagonismo político y económico), ya que esta última disfrutaba de la comodidad del llano. Los chinchillanos llegaron a quejarse a su rey Felipe II, al cual le dirigieron una carta que transcribía así:
“Esta Ciudad tenía buenos y grandes términos, donde venían y vienen a herbajar los de tierra de Huete. Su Majestad se los dio a la villa de Albacete por no se qué relación siniestra que ellos hicieron, de manera que los ha perdido quien los había ganado y defendido con su propia sangre, y los tiene quien con falsas relaciones los procuró”.
Situada en un enclave fortificado y estratégico, fue escenario de numerosas acciones en 1707, durante el conflicto internacional de la Guerra de Sucesión Española; las tropas del archiduque Carlos se apoderaron de Chinchilla.
Durante la Guerra de la Independencia se adueñaron de su castillo las tropas francesas, las cuales volaron el Torreón del Homenaje y quemaron parte de su archivo municipal (como siempre han hecho a lo largo de su historia).
Bajo mandato de Fernando VII adquirió el título de Fidelísima siendo la capital de la efímera provincia de Chinchilla (Trienio Liberal de 1820) y recobrando el protagonismo de Ciudad hasta 1823. Pero la represión absolutista de Fernando VII acaba con este breve paréntesis liberal. Al final, en 1833 la capitalidad recae sobre Albacete con la división de Javier de Burgos.
Aquí nació en 1602 un escultor y arquitecto conocido como Martín de Andújar Cantos, escultor de muchas imágenes religiosas y casi todas ellas se encuentran en las Islas Canarias. Participó en la construcción como arquitecto principal de la catedral Primada de Santiago de los Caballeros, destruida por varios terremotos, y en el castillo de la Inmaculada Concepción, sito en el actual departamento del Rio San Juan (Nicaragua).
Castillo de Gandía.
El origen del conjunto es muy antiguo, ya que sobre los cimientos romanos se han encontrado restos de murallas godas, árabes y cristianas, siendo la remodelación de estos últimos ordenada por el infante don Juan Manuel, señor y príncipe de Villena. A mediados del siglo xv el castillo fue restaurado por don Juan Pacheco, I marqués de Villena.
El fantasma de la calle de La Cruz

No está claro cuándo sucedió esta historia. Probablemente cuando a los alcaldes aún les llamaban corregidores y, al caer la noche, no había más luz que la luna. Como mucho, agitaba las sombras un candil. Los amantes aprovechaban para visitar a sus queridas. Se cubrían con un sayo, la versión antigua de las sábanas blancas.
Debía ser una práctica más o menos habitual, para espantar a los testigos y no ser reconocidos, pero nuestro fantasma la había convertido en rutina y tenía en vilo al barrio. Tanto, que el corregidor permitió que aquel que se topara con la aparición pudiera atacarla e incluso herirla, si la contextura del ente admitía las heridas. Es difícil precisar si el corregidor midió bien su edicto, si solo pretendía reprimir los instintos del amante, si no esperaba que hubiese alguien capaz de seguirlo a rajatabla.
El caso es que una noche en que el ardoroso fantasma se deslizaba, como de costumbre, por detrás del Palacio Barnuevo, cruzando la plaza, hasta lo que hoy es calle de la Cruz, se topó con un vecino que no creía en apariciones. Caben todas las conjeturas: desde que fuera el marido burlado, el padre vigilante o simplemente un bestia. Fue un tajo o un garrotazo. No ha trascendido la naturaleza del arma, solo las consecuencias. Nada más abatir al ensabanado, el cazador de fantasmas acudió al corregidor a dar cuenta del lance. Igual porque esperaba recompensa. Corregidor y alguaciles se personaron en el lugar. Arrimaron un candil, levantaron la saya de la cara para identificar al furtivo y el rostro que asomó era bien conocido de todos, tan conocido que se trataba del propio hijo del corregidor.
No han trascendido más detalles. Bien pensado, la leyenda prefiere que haya muchos cabos sueltos. La cruz de yeso sigue inscrita en el mismo edificio y dando nombre a la calle. La cruz que, según cuentan, mandó marcar el propio corregidor en el lugar exacto para que nadie olvidase lo que él mismo ya nunca olvidaría. La versión más pormenorizada de esta historia nos la facilita Manolo Alcázar en el volumen 4 de la Cultura Popular de Chinchilla de Fina Ortega. Se la escuchó a su abuela Francisca García.
Nota:
Se terminó la visita a este ciudad para irnos en busca de las aguas del Júcar a su paso por Alcalá del Júcar.
Pero antes, paramos un rato para contemplar a….
Jorquera
Dejamos atrás a Jorquera y seguimos el rumbo que nos da el propio río Júcar hasta llegar a nuestro próximo destino.
Alcalá del Júcar

El Júcar la bordea,
la besa
y su castillo,
guarda celoso
sus casas y…
su agua.
Este sitio, aunque venía ya de antes, fueron los almohades quienes más se fijaron en el para iniciar su fortificación, corría el final del siglo XII.
Los árabes la llamaron Alcarra, “Cosa de oración”.
En el año 1211 el castillo es conquistado por las tropas castellanas de Alfonso VIII junto a las plazas de Jorquera y Garadén.
Hasta el 18 de abril del 1364, Alcalá del Júcar dependía de Jorquera, fue el rey de Castilla Pedro I el Cruel, quien firmó un documento en el Grao de Valencia, concediendo a Alcalá del Júcar el villazgo y la segregación con respecto a Jorquera, con asignación del Fuero de las Leyes, ordenamiento concejil y otros derechos.
Hasta el año 1475, después de la Gurrea de la Sucesión Castellana, perteneció a la casa del Marqués de Villena.
Castillo de Alcalá del Júcar
Es lo primero que llama la atención al visitante nada más llegar a Alcalá, ya que está edificada en la ladera de la montaña al resguardo de un imponente torreón de defensa de la época de los almohades, construido entre los siglo XII y XIII
La Ermita de San Lorenzo s-xvi
A 3 km del núcleo de Alcalá del Júcar en dirección a La Recueja nos encontramos la Ermita de San Lorenzo. Se encuentra ubicada sobre un pequeño montículo a un margen del río aprovechando uno de sus recodos.
Plaza de Toros
La plaza de toros de Alcalá del Júcar es una de las más antiguas de España y sin duda una de las más curiosas, ya que su forma irregular, que se asemeja a un estadio romano de la época de los gladiadores, la hace única.
Puente romano
Es el único con interés histórico y está situado en la parte central del pueblo, dividiendo el casco antiguo de la zona más moderno
Iglesia de San Andrés
Es, junto al Castillo, la primera edificación que el visitante se encuentra cuando llega a Alcalá del Júcar.
Se trata de un templo humilde pues se cree que era el lugar de culto de la población rural de la zona tras la invasión cristiana que carecían de medios para una iglesia mayor
Cuevas del diablo
Aunque las cuevas son propiedad de Juan José Martínez, conocido como El Diablo. Éstas cuevas están excavadas en el mismo corazón del peñón donde se asienta el pueblo, atravesando con un largo túnel de lado a lado de ésta. Su construcción fue iniciada en 1905 para ser usadas como corrales, palomares y alacenas.
La leyenda de Julema
Julema era una princesa cristiana, pretendida y retenida en el castillo de Alcalá del Júcar, por el rey moro Garadén, con el fín de hacerle renunciar a su fe y desposarla.
Zulema para escapar de este destino, se arroja al vacio desde el castillo de Alcalá del Júcar al grito de:
¡»Cristiana yo, o a la tumba fría»!
Nota:
El Júcar no lo dejamos, continuamos en él, pero algo más arriba y en tierras conquenses. Nos vamos hacia Alarcón.
Una excelente posición estratégica fue clave para favorecer el asentamiento de diversos pueblos, prácticamente desde la prehistoria. Por sus tierras pasaron íberos, romanos y visigodos, pero los que comenzaron a fraguar la historia que hoy conocemos fueron los árabes.
Alarcón

La manchuela conquense te contempla Alarcón.
Este pueblo, cuenta la historia desde antes de los íberos, pasando por los celtas, después de ellos, llegaron “aquellos que sabían de las estrellas”: los árabes y ellos llamaron a este promontorio donde se fortificaron Alarcón, que significa “La Fortaleza”. Una ciudad altiva donde las hubiera.
Rodeada y abrazada y protegida por el noble río Júcar, a primera vista, ya vemos que es una atalaya natural con una posición estratégica muy importante y fueron los árabes quienes sacaron buen partido de ella.
Aquí nacio el autor del “Conde de Lucanor”, príncipe y señor de Villena, Don Juan Manuel tenía por nombre.
También, Alarcón, es cuna de otro escritor que fue un buen amigo de don Álvaro de Luna, al que le dedicó su libro: “Libro del regimiento de señores”. Hablamos de Juan de Alarcón.
La Villa de Alarcón fue árabe hasta que en 1184 y tras una feroz batalla de más de nueve meses, fue conquistada por Hernán Martínez de Cevallos, pasando así a depender del reino de Toledo.
En el siglo XIV será de Don Juan Manuel, quien restaurará parte de la fortaleza. Y en el siglo XV de Juan Pacheco, Marqués de Villena, con el que los Reyes Católicos tendrían numerosas contiendas.
Atravesamos la primera puerta de su muralla conocida como la Puerta del Campo, con la torre del mismo nombre (o torre de armas). Un poco más adelante, está la puerta del Calabozo o puerta de En medio, después está la puerta de Chinchilla o de las Moreras y después de cruzarlas, nos adentramos por sus calles empedradas guardesas de su pasado encontrándonos una nutrida representación de casi todo el arte español.
El escudo del Marqués de Villena está muy presente en esta Villa y en el palacete del S XV está el ayuntamiento donde puede contemplar ese símbolo de poder
Castillo de Alarcón.
El castillo, de planta trapezoidal, es una fortaleza de gran volumen enclavada en un alto promontorio rodeado por el río Júcar.
Forma parte del conjunto de fortificaciones establecidas en torno a la villa conquense de Alarcón ( Castilla-La Mancha , España ). Esta plaza fuerte consta de un recinto amurallado que alberga el núcleo de población y el castillo propiamente dicho, y de cinco torres exteriores aisladas y estratégicamente dispuestas.
La iglesia de Santo Domingo de Silos de Alarcón es un edificio de origen románico con numerosos añadidos posteriores. De su primera época se conserva el ábside y la portada de entrada; del S. XV es la capilla gótica; en la época renacentista se realizó la sacristía, la torre y se elevaron los muros de la nave y ya en época barroca se cambió el sistema de cubiertas de la nave por bóvedas de medio cañón y arcos fajones.
Iglesia de la Santa Trinidad
Es una construcción de planta rectangular con dos naves, una del siglo XIII y otra del siglo XVI, aunque la bóveda de la nave más antigua es del siglo XV. Destacan en ella los arcos fajones y formeros apuntados, un arco triunfal de entrada al presbiterio, y un altar renacentista. La portada es típicamente plateresca; exhibe los escudos del marqués de Villena, Diego López Pacheco, y del que era obispo a la sazón, Diego Ramírez de Villaescusa. La torre se levanta sobre el llamado Arco de la Villa. El ábside actual es rectangular y sustituye a otro románico circular.
Iglesia de Santa María
La Iglesia de Santa María, situada en la localidad conquense de Alarcón, está declarada Monumento Nacional. De ella destaca el retablo mayor de 1572, de enormes proporciones, considerado uno de los mejores de la región, y la portada sur realizada a modo de gran arco de triunfo, obra de Esteban Jamete.
El pantano encierra entre sus aguas los recuerdos del municipio que inundó en su construcción. Gascas de Alarcón era una pequeña localidad de pétreos muros que quedó arrasada hace décadas tras la creación del Pantano. Fue entonces cuando los papeles se invirtieron, y la claridad del cielo fue sustituida por el índigo de las aguas del pantano. Cuando el nivel de embalse baja, todavía pueden apreciarse las intrincadas calles y restos de las antiguas casas de los que allí moraban.
La leyenda del Castillo
Cuenta una leyenda: Una madrugada, los muros que salvaguardan el Castillo de Alarcón se tiñeron de sangre, dejando para la posteridad unas grandes manchas que colorearon de pardo parte de la argamasa. Se dice que esta leyenda, conocida como “Las gotas de sangre” se remonta a la época medieval, cuando el entonces señor del castillo rechazó a uno de los pretendientes de su bella hermana, debido a que era considerado como una persona indeseable, y entre las malas lenguas se conocía su pésima reputación. Al parecer, este hombre no se tomó nada bien el rechazo, y decidió acudir de incógnito a la fortaleza para asesinar al señor del castillo y secuestrar a su hermana. Sin embargo, cuando este iba a perpetrar su malvado plan, fue detenido por lo sirvientes y asesinado allí mismo. Y como tenían que hacer desaparecer el cadáver de algún modo, decidieron mezclar sus restos con la argamasa que estaban preparando para llevar a cabo unas reformas en el castillo. Un poco macabro.
Nota:
Y con ella nos quedamos cuando hacia Garcimuñoz nos vamos.


Garcimuñoz
En las tierras de este pueblo, el príncipe Don Juan Manuel, solía cazar con cetrería, su gran aficción y quizás la más favorita. Este fue el motivo principal, por el cual los escogió, entre sus múltiples castillos, para vivir.
Un pueblo con mucha historia, que aquí detallamos un poco y que llegó a ser hasta aldea y castillo de la corona navarra
En el período de ocupación musulmana este lugar pasó a denominarse al-Marg Hamal y parece ser que en 1172 estaba ocupado por los cristianos cuando las tropas almohades del sultán Abú Yaqúb Yusúf, que se dirigían hacia la ciudad de Huete, lo tomaron por sorpresa, mataron a sus hombres y esclavizaron a mujeres y niños.
Esta plaza fuerte, tomo el nombre de un caballero que acompañaba a las huestes de Alfonso VIII cuando tomo esta fortaleza, posiblemente fue en el 1178 y después de la toma del castillo de Zafra de Záncara. Este caballero se llamaba García Muñoz.
La incorporación de Castillo de Garcimuñoz al señorío de los Pacheco ocurrió al mismo tiempo que Alarcón, a cuyo alfoz pertenecía. Al morir en 1295 Sancho IV, tutor de don Juan Manuel, se reanuda la lucha entre los reinos de Castilla y Aragón por la posesión de Murcia. En 1296 el rey de Aragón, Jaime II, comienza la guerra y conquista algunas plazas de don Juan Manuel: Alicante, Elda, Novelda, Aspe, Crevillente, Callosa, Guardamar y Elche, entre otras plazas ubicadas en la provincia de Alicante.
Don Juan Manuel reclamó como perjudicado, a la reina regente doña María de Molina, que se le concediese en compensación Alarcón y su tierra, compuesta por 62 aldeas, objetivo que logra por privilegio otorgado en Cuellar (26-3-1297) y que se confirma denifinitivamente con el tratado de Torrellas, de 1304. Y en estas piedras se produce casi toda la obra literaria de Don Juan Manuel.
En estos momentos el señorío de Villena tiene cuatro núcleos importantes: Alarcón, Chinchilla, Villena y Castillo de Garcimuñoz, desde los cuales don Juan Manuel lanzará ofensivas contra la Corona, pues Alfonso XI había repudiado a su hija Constanza con la cual se había comprometido a casar17 y la mantenía presa en el castillo de Toro. Alfonso XI consigue romper las alianzas con Aragón y ataca el señorío desde Cuenca y Murcia. Don Juan Manuel se reconcilia con el rey, gracias a la intercesión de su suegro, el rey Jaime II de Aragón, pero de nuevo declaró la guerra al rey Alfonso XI hasta que éste le devolvió a su hija Constanza (1329).
Posteriormente, el maestre de Santiago, Vasco Rodríguez Coronado, cercó a don Juan Manuel en Castillo de
Garcimuñoz (1336) para que no lograra sacar de él a su hija Constanza (prometida del príncipe Pedro) y llevarla a Portugal, pero el matrimonio se celebró por poderes en Castillo de Garcimuñoz (28-3-1336) y finalmente en Lisboa (24-8-1339).
En 1348 muere Don Juan Manuel y le sucede su hijo Don Fernando, que fallece en 1351, probablemente envenenado. El señorío lo hereda su hija Blanca siendo una niña, por lo que éste queda bajo la tutela del caballero don Íñigo López de Orozco. Doña Blanca muere en Sevilla en la corte de Pedro I el Cruel (1360), probablemente envenenada, para que el marquesado regrese a la corona.
Desde la subida al trono de Enrique II, el Castillo irá pasando de la Corona a la nobleza sucesivamente hasta 1436, año en que no pasa a la corona castellana, sino al del rey de Navarra, Juan I. Dicho rey logra un compromiso matrimonial entre su hija, la infanta Blanca, y el príncipe heredero de Castilla, el futuro Enrique IV. En la dote se incluye el marquesado de Villena hasta la celebración de la boda, que tendría lugar después de cuatro años, Garcimuñoz y otras villas debían ser administradas por el rey de Navarra, pero Alarcón se negó a ello por lo que el territorio se administró desde Garcimuñoz, lugar de residencia del gobernador del mismo mosén Diego Fajardo.
En 1445 la situación política era complicada. Algunos nobles no aceptaban ni la autoridad del rey ni la de su valido, Don Álvaro de Luna. Poco a poco va emergiendo la figura de don Juan Pacheco, que tiene una gran influencia sobre el príncipe.21 Después de la batalla de Olmedo (19-5-1445) contra los infantes de Aragón, en recompensa por sus servicios y gracias a la intercesión del príncipe Enrique, Juan II le nombra marqués de Villena (12-9-1445).
Don Juan Pacheco construyó una nueva fortaleza en Garci Muñoz (1458), sobre el antiguo alcázar de yeso de don Juan Manuel.23 Después de la monda que se hizo del cementerio que se ubicó allí (1974)y de la excavación del mismo por Joaquim Parcerisas (2008) se puede apreciar la planta baja de este alcázar de don Juan Manuel.
El hijo de don Juan Pacheco, Diego López Pacheco, se puso a la cabeza de la oposición a la subida al trono de Isabel la Católica, junto al arzobispo de Toledo Don Alfonso Carrillo. En esta guerra sucesoria tras la muerte de Enrique IV juegan un papel importante las villas de Belmonte, Alarcón y Castillo de Garcimuñoz, que eran el último reducto del marquesado de Villena, tras caer Almansa, Chinchilla y la mayoría de las villas del marquesado de Villena. Los reyes enviaron a Jorge Manrique y a Pedro Ruiz de Alarcón como capitanes de las Hermandades de Toledo, y a Pedro Fajardo, Adelantado de Murcia, a conquistarlas. Luchando contra las fuerzas del capitán del marqués don Pedro de Baeza, Jorge Manrique fue herido por una lanzada que le dieron debajo de los riñones, al cruzar un ribazo, a tres kilómetros del castillo de Garcimuñoz en el camino de la aldea de La Nava. Enterado del acontecimiento, don Diego López Pacheco, haciendo gala de su espíritu caballeresco, le envió sus propio cirujanos, (mase Rodrigo y Mastre Lorencio) pero Jorge Manrique, murió poco después (24-4-1479) en la cercana villa de Santa María del Campo Rus, donde tenía instalado su campamento y fue enterrado en Uclés junto a su padre, el maestre de la orden de Santiago, Rodrigo Manrique.
El 1 de marzo de 1480 firma en Belmonte la segunda concordia con los Reyes Católicos. Con ello termina la contienda y también la importancia guerrera del Castillo de Garcimuñoz.
No es cierto que los Reyes Católicos mandaran desmochar sus torres y sus lienzos, pues en la Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca, realizadas en 1579 en tiempos de Felipe II, se dice: “El remate es de muy hermosas almenas de sillería de piedra franca sobre obras muertas.
Entre las murallas del castillo y a partir de1640, Alonso de Villamayor, trajo consigo una copia de la Sábana Santa de Turín que se guardaba en un arca. Actualmente se encuentra bajo la tutela de la catedral de Cuenca.
Castillo
El actual castillo se levantó por orden del maestre don Juan Pacheco, marqués de Villena, sobre las ruinas de una alcazaba anterior en la segunda mitad del siglo XV.
Iglesia de San Juan.
En el siglo XVII se hundió la primitiva iglesia de San Juan Bautista que se situaba sobre un cerro en el lado opuesto de la población.
Los vecinos de la villa se plantearon que la nueva edificación parroquial se edificara en el interior del castillo, para lo que solicitaron su autorización al marqués de Villena, don Juan Manuel Fernández Pacheco.
La construcción duró cuarenta y tres años, entre 1664 y 1707. Su inauguración se produjo el 7 de Junio de 1708.
Durante el siglo XVIII se crearon las capillas laterales, y el cuerpo de campanas barroco que se eleva sobre la torre sureste del castillo es obra realizada por el arquitecto Martín de la Aldehuela en el año 1776.
Iglesia de San Juan.
En el siglo XVII se hundió la primitiva iglesia de San Juan Bautista que se situaba sobre un cerro en el lado opuesto de la población.
Los vecinos de la villa se plantearon que la nueva edificación parroquial se edificara en el interior del castillo, para lo que solicitaron su autorización al marqués de Villena, don Juan Manuel Fernández Pacheco.
La construcción duró cuarenta y tres años, entre 1664 y 1707. Su inauguración se produjo el 7 de Junio de 1708.
Durante el siglo XVIII se crearon las capillas laterales, y el cuerpo de campanas barroco que se eleva sobre la torre sureste del castillo es obra realizada por el arquitecto Martín de la Aldehuela en el año 1776.
Imágenes de Castillo de Garcimuñoz
Antes de irnos de Castillo de Garcimuñoz, quiero contar una breve historia con romance:
Después de la muerte de Jorge Manrique, las tropa de las Hermandades de Toledo, que cercaban Garcimuñoz, ahorcaron a seis prisioneros. Enterados los del marqués de Villena, presionaron al capitán de las tropas del marqués don Pedro de Baeza para que hiciera lo mismo. El fatal destino fue sorteado entre los prisioneros. Cayóle la suerte a un escudero, casado y con hijos, natural de Villanueva de la Jara, apellidado Talaya. Su hermano menor, que también estaba preso y era soltero convenció al mayor de cambiar la suerte y morir por él, pues el mayor era imprescindible para su familia. Sobre este hecho novelesco desde el siglo XV circula un romance que comienza:
En armas está Villena
con todo su marquesado;
por fronteros tiene puestos
dos caballeros preciados:
uno don Jorge Manrique,
por sus obras muy nombrado;
Pedro Ruiz de Alarcón,
el segundo era llamado.
La leyenda de la bruja
La bruja del castillo
El 6 de Agosto de 1555, Pedro Patiño, Vecino de Carrascosa del Campo, de 80 años de edad, sintiéndose viejo y achacoso y presintiendo su muerte, por descargo de su conciencia, acuso de hechicera a Catalina «La Morena», vecina del Castillo de Garcimuñoz, porque oyó decir a Guiomar Daza de esta vecindad, que «La Morena» había hacho un hechizo para casar a su hija con un hijo de la referida Guiomar llamado Padilla Daza, y par ello «tomo un gallo y le espetó un asador con unos corales por todo el cuerpo».
Interrogada Guiomar sobre aquel asunto, la morisca se ratificó en la acusación que Pedro Patiño había hecho y añadió que, además de espetar el gallo con el asador, atravesándole por la parte inferior hasta sacárselo por la cabeza, «lió a su hijo con unos corales por todo el cuerpo». El casamiento no se efectuó y Padilla Daza cosa con Maria Mexia, vecina de Uclés y, después de casado, Padilla Daza quedó impotente y sospecharon que Catalina «La Morena» le había ligado con un hechizo, porque oyó decir, que tenía en su casa «metida en una pared una efigie o figura de cera y que en su natura tenía una aguja espetada y decían que hasta que aquella figura fuese deshechizada no se desharía el hechizo» ADC.leg.701, exp.152.
Posteriormente se tomo declaración al interesado y Padilla Daza, refirió que, hallándose en el Castillo de Garcimuñoz por cuestiones de negocios, le llamo Catalina «La Morena» y, llevándole a su casa, le rogó se casase con su hija pero Padilla le dijo que no lo podía hacer sin el consentimiento de su madre. Entonces «La Morena» le puso una mano por entre la capa y con la otra le asió la otra mano y le oyó decir muchas palabras que no entendió porque hablaba entre dientes. Después le pidió se quedase ensu casa a cenar y a dormir, «lo cual este testigo nunca consintió ni quiso hacer».
Pocos dias despues, Padilla se desposó con Maria Mexia vecina de Uclés y, estando velada, el se puso enfermo, «que pensó perder la vida y se vino a poner en los huesos y estuvo impotente por más de año y medio» y su madre y tíos «tuvieron la sospecha que la dicha Catalina lo había hechizado de sentida y enojada porque no se avía querido casar con su hija»…..aunque después seno y tuvo una niña. ADC.leg.701,esp.152.
Nota:
Y nos vamos para Belmonte, pero antes hacemos una parada en Villaescusa de Haro, el pueblo que a España, más obispos ha dado. Indicar que este pequeño pueblo tuvo Colegio Universitario antes que Alcalá de Henares de Madrid.
Villaescusa de Haro

Belmonte
Pocos pueblos de España han salido tanto en el mundo del cine como Belmonte. En el hicieron arte Anthony Mann, con su “El Cid”. Miguel Iglesias con “Las Hijas del Cid”. Peter Jackson, con “El Señor de los Anillos”. Pilar Miró en el “Crimen de Cuenca”. Paul Verhoeven con “Los Señores del Acero” y Manuel Gutiérrez Aragón con su “El Caballero don Quijote”. Ferdinando Baldi.con “Pedro el Cruel”. Carlo Rim con “Don Quijote y Dulcinea del Toboso”. Juan Guerrero Zamora. con “Fuenteovejuna”. Jacinto Molina. “El retorno del hombre lobo”. León Klimovsky.con “El Mariscal del infierno”. Tonino Ricci con “y lellamaban Robin Hud”. Ernest Pintoff con “El Felino”. Fernando Baldi con “El tesoro de las cuatro coronas”. Gonzalo Suárez con “Don Juan en los infiernos”. Paco Lucio con “El aliento del diablo”. Vicente Aranda con “Juana La Loca” y Victor Matellano con “Regresa el Cepa”.
De Belmonte y su castillo ya se tienen noticias desde inicios del siglo XII.
Cuando el Papa Inocencio III, le remite una bula papal, a García, obispo de Toledo, y es en esta bula cuando denomina al pueblo “Bellomonte”. Aunque, Belmonte, en sus raíces se descubrieron vestigios de una iglesia visigoda del siglo VII y una tumba y, sobre su cabecera plana un Crismón del siglo V.
En 1323, se comienza a amurallar así como levantar el alcázar de la ciudad por órdenes de Don Juan Manuel, según las crónicas de la época.
El rey Pedro I de Castilla, estando en Sevilla (20-2-1361), la convirtió en villa de realengo y le concedió el privilegio de villazgo.
Posteriormente el rey don Enrique II de Castilla, para ganarse su fidelidad, en las cortes de Burgos (20-2-1367) le concedió el privilegio de villazgo, eximiéndola de la jurisdicción de Alarcón y concediéndole el mismo fuero que el que tenían los vecinos del Castillo de Garcimuñoz:
“E que la dicha villa de Belmonte que hayades por fuero el Fuero de las Leyes que usan en la villa del Castiello”.
Todo esto fue muy importante para convertir Belmonte en uno de los pueblos más importantes de la provincia y se le nombró Cabeza de Partido de toda la comarca, porque allí se encontraban todas las administraciones principales.
Tuvo don Diego López Pacheco, un triste y lamentable episodio. La guerra de sucesión castellana de 1475, en la que el II Marqués de Villena era partidario de doña Juana la Beltraneja, fue su gran equivocación y también su ruina, ya que quebró el inmenso patrimonio que su padre le había dejado, con pérdidas irreparables de numerosas villas que ya jamás tornarían a sus posesiones.
Y así, en menos de cinco años, y tras las capitulaciones que los Reyes Católicos le impusieron en 1476 (tras la batalla de Toro) y 1480, pasó de ser uno de los personajes más poderosos del reino de Castilla a convertirse en un aristócrata derrotado, resentido y enfermo; un hombre acabado, fuera ya de su tiempo, con graves dificultades para conservar algunas de sus tierras, entre ellas el Señorío de Belmonte.
En 1488 los Reyes Católicos van desde Alicante a Alcalá, llegando el 12 de agosto a Belmonte. Don Diego, el Marqués de Villena y les hizo huéspedes de su mansión señorial en su Castillo.
os siglos XVI y XVII son periodos de gran esplendor para la Villa, el Colegio de La Compañía de Jesús y el Monasterio de La Orden de San Francisco gozan de enorme prestigio en su época. Mercados, ferias y un gran movimiento comercial hicieron de Belmonte centro de su comarca, lo que conllevó un gran crecimiento de la población. Se construyeron numerosas casas nobles, de cuya existencia encontramos aún varios testimonios en portadas y escudos que adornan sus calles.
Durante la guerra de Sucesión de 1714 Belmonte, siguiendo las directrices de sus señores y dada su situación geográfica, se adhirió á la causa de Felipe V de Borbón, lo que le convirtió en un lugar estratégico y base militar desde donde hostigar a las fuerzas del Archiduque Carlos de Austria, aspirante a la Corona Española, tanto para contener el bando que venía desde el levante (Valencia), como a las fuerzas de apoyo que llegaban desde Portugal.
A principios del siglo XIX, durante la invasión francesa, Belmonte tuvo gran relevancia por utilizarse el castillo como cárcel francesa. La fortaleza es heredada por Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia por consorte de Napoleón III, al morir el emperador. La emperatriz se encargó de restituir al castillo su esplendor original, con obras de restauración que comenzó en 1857. Restaura las defensas de acuerdo al proyecto inicial, pero en el interior se impone el gusto de la época. Así, el arquitecto español Sureda realiza los cierres de las galerías que dan al patio, utilizando el ladrillo como material constructivo.
En este pueblo nacieron Juan Pacheco, Diego López Pacheco y Portocarrero, Pedro Girón de Acuña Pacheco, Diego López Pacheco y Portugal y Fray Luis de León, príncipe de los poetas líricos españoles.
Y en Belmonte fusilaron, en noviembre de 1811, las tropas gabachas al “Tío Camuñas”, guerrillero en la Guerra de la Independencia Española
Castillo de Belmonte
Fue construido en la segunda mitad del siglo XV, por orden de don Juan Pacheco, primer marqués de Villena. Era un momento de convulsiones y luchas internas en la Corona de Castilla. El marqués se proponía acumular territorios y construir fortalezas para hacerse fuerte ante los problemas sucesorios que se avecinaban. En 1456, en el cerro de San Cristóbal, se inician las obras de construcción del castillo que duraron aproximadamente hasta 1468, pues en 1472 don Juan Pacheco contrae terceras nupcias con doña María Velasco de la cual no hay ni un solo escudo en el castillo.
Colegiata de San Bartolomé.
El marqués de Villena y maestre de la Orden de Santiago, don Juan Pacheco (1419-1474),3 hace labrar y edificar de nuevo desde los cimientos casi toda la iglesia de Belmonte. A instancias suyas el papa Pío II erige la parroquia de Belmonte en colegiata en el año de 1459, para “que sea digna de la gloria de Dios y del Bienaventurado San Bartolomé a quien está dedicada”, según dice la bula del Concilio de Basilea en 1436.
colegio de la compañía de jesus
El Colegio Jesuita de Belmonte fue la última de las fundaciones que autorizara personalmente San Ignacio de Loyola. Se realiza mediante acuerdo llevado a cabo entre San Francisco de Borja y don Diego López Pacheco, II Marqués de Villena, Duque de Escalona y Señor de Belmonte
Ermita Ntra. Sra. de Gracia
Ermita dedicada a la Virgen Ntra. Sra. de Gracia, Patrona de Belmonte, construida en el siglo XIII, pues ya existe constancia documentada de que la ermita fue reedificada por la Casa de Villena y por don Juan Fernández Pacheco, personaje al que el rey Enrique III le concede el Señorío de Belmonte en 1398.
Ermita de Sta. Lucía.
Ermita dedicada a Santa Lucía cuya imagen titular preside el altar mayor, también conocida como ermita de San Antonio Abad (Antón), al contener una imagen de este santo, tras su traslado aquí en el siglo XIX, una vez desaparecida su ermita original.
Monasterio Madres Dominicas.
El palacio o Alcázar Viejo de Belmonte fue mandado construir por don Juan Manuel, hijo del Infante don Manuel y sobrino del rey castellano Alfonso X El Sabio, gran escritor y amante de las letras. Los restos más antiguos que se han encontrado en el lugar, son un horno alfarero de parrilla y cerámica romana.
Monasterio de San Francisco.
Mandado construir por el Primer Marqués de Villena, don Juan Pacheco, en 1456, no tuvo vida conventual hasta 1463 en que se instala en sus estancias la congregación de San Francisco, permaneciendo en él hasta 1919. Así pues, el Monasterio de San Francisco inicia su construcción el mismo año en que lo hace La Colegiata.
Monasterio Madres Concepcionistas.
Fue fundado en 1581, por don Alonso Severo, que determinó, según señalan las crónicas franciscanas, una buena porción de su hacienda con las casas de su morada para este Monasterio, según consta en su mismo testamento, hecho en la Villa de Belmonte ante el escribano Pedro de Quintana el día 2 de diciembre de 1581.
Casa de los Baillo.
Esta casa perteneció a los Baillo y destaca en ella su magnífica fachada, probablemente realizada a finales del siglo XVII o principios del XVIII.
Casa de los Hinestrosa.
Conocida popularmente como Casa de los Leones, es una casa señorial del siglo XVI al XVII, originalmente perteneciente a la noble y antigua familia de Los Hinestrosa, fundadores de la capilla de San Pedro y San Pablo en La Colegiata de Belmonte.
Nota:
Y sin leyenda en Belmonte, nos vamos a Puebla de Almenara..

Puebla de Almenara
Se pensaba que el origen de Puebla de Almenara estaba ligado al del castillo del mismo nombre, primero en el asentamiento del Lugarejo, pero tras las obras del parque eólico se descubrió una castro celtíbero, más concretamente un oppidum sitio habitado y fortificado de topografía elevada, con una torre circular.
Puebla de Almenra, se pasea señorialmente a través de la Edad Media, ya en 1337, estas tierras pertenecían a la encomienda de Villamayor de Santiago.
Don Juan Manuel impuso a sus habitantes el de pagar, a parte del diezmo eclesiástico un diezmo para el poseedor del señorío un diezmo de su producción agraria anual.La pretensión de don Juan era asentar una comunidad aldeana junto a la fortaleza que estaba labrando en aquella zona:
“e vos que pobledes e fagades la puebla cerca del mio castillo de Almenara“; para ello tuvo que privar a los aldeanos de la Fuente de Domingo Pérez de la exclusividad del uso de su término haciéndolo mancomún con la nueva puebla y obligó a los habitantes de otras aldeas vecinas Aceñuela, San Miguel, Hontanaya y Almonacid a venderles las tierras sin cultivar que poseyeran junto a la nueva aldea.
A finales de ese siglo, hubo un levantamiento contra su señor Rodrigo de Cervera, al acumularse varios impuestos sobre la población, el pago del diezmo señorial, y el pago del diezmo eclesiástico, (aunque en algunos otros pueblos si fue suprimido), como consecuencia de esta presión fiscal, los habitantes del pueblo se levantaron contra su señor aprovechando el enfrentamiento entre el rey Enrique III y el marqués, el rey apoyo el levantamiento dado que había confirmado a través de una carta que eximía del pago del diezmo.
Don Pedro Sánchez Peralta, creo el mayorazgo de Almenara que fue vendido unos años más tarde, al cardenal Pedro González de Mendoza, quedando de este modo ligado al mayorazgo a la los Mendoza que daría lugar al Marquesado de Almenara.
Carlos I en 1553 concede facultad a Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, conde de Mélito para que obligue sus bienes, especialmente Puebla de Almenara para asegurar la dote de su hija Ana de Mendoza con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli. A su muerte lo heredo Ana de Mendoza y de la Cerda.
El rey Felipe II crea en el año 1587 el Marquesado de Almenara, a favor Íñigo López de Mendoza y Manrique de Luna, Señor de la Puebla de Almenara, Caballero de la Orden de Santiago. Su padre fue Gaspar Hurtado de Mendoza, señor de Puebla de Almenara, hijo de Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, I conde de Mérito.
Castillo de Almenara
La orden de Santiago lo menciona en su archivo de la siguiente manera:
“Almenara, castillo llamado también Santiago de Jalameña, fabricado por la orden en suelo propio para refrenar a los moros del obispado de Cuenca: da sobrenombre a la Puebla de Almenara y se hace visible a gran parte de la Mancha Alta. Este castillo se debió hacer hacia 1177: Se conserva aún la cuenta de los gastos de su fábrica”.
Las huestes de este castillo, tuvieron que participar en la Batalla de Uclés en 1108.
A raíz de la batalla de La Navas de Tolos en 1212, el castillo fue perdiendo interés debido al movimiento de fronteras.
En el siglo XIV el castillo estaba en tierra del infante don Juan Manuel, quien dio la carta puebla al municipio para su repoblación el 22 de marzo de 1332.
En 1337, pasa a depender denuevo de la Orden de Santiago.
. Alfonso XI ordena en 1337 al maestre de la orden que repare el castillo de Puebla de Almenara, bien por hallarse en ruinas o por haber sufrido daños durante las guerras nobiliarias
Finalmente Alfonso XI se reconcilió con Don Juan Manuel y en 1343 le devolvió este castillo.
Perteneció más tarde a los Mendoza, ya que fue comprado el 13 de octubre de 1487 por el Cardenal Pedro González de Mendoza
En el siglo XVI perteneció a la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda, habiéndolo heredado de su padre Diego Hurtado de Mendoza.
La mejor descripción que se conoce data de 1578, relaciones topográficas de Felipe II:
A los veinte y nueve capítulos dixeron: que la dicha villa tiene una fortaleza, un cuarto de legua de la dicha villa, que se dice El Castillo de Almenara, que está en la sierra Jarameña en un cerro alto, que está entre el término de la dicha villa y el de la de Villamayor, que es de la Orden de Santiago, que tiene tres puertas principales. La primera está en la primera cerca, hacia poniente; y la otra junto al rebellín; y la otra en el cuerpo de la fortaleza.
Y hay una cerca que tiene seis cubos, y la dicha cerca diez pies de ancho. Item, tiene unos sótanos antes de llegar al patín a la redonda del alxibe, que son caballerizas, que podrán estar en ellas cien caballos, y sus portales y zaguán. Item, tiene la dicha fortaleza un patio enlosado y en medio de él un alxibe de agua, que tiene el patín a la redonda cien pasos, y el alxibe con mucha agua y buena, con ocho lumbreras de hierro y sus cerraduras, y corredores arriba. Hay una sala que se dice la Guardarropa arriba, que tiene muchas piezas y rodelas y escopetas y tiros pequeños de campo, y ballestas, y tiene la dicha sala dos ventanas con sus rejas. Hay otra sala, que se dice la Guardarropa de Abaxo, que tiene algunas corazas y armas viejas, y en ella hay una tahona, y tiene dos puertas y una ventana con reja grande. Hay treinta y cuatro aposentos altos y baxos en la dicha fortaleza. Una ronda en la dicha fortaleza, que tiene ciento y cincuenta y seis pasos, y doce ventanas, y cuatro aposentos y una campana, y una torre que se dice del Homenaje. Item, tiene la dicha fortaleza veinte rejas grandes de hierro a la redonda de la fortaleza. cuatro tiros, los dos grandes y los dos pequeños, de hierro. Hay siete chimeneas en los aposentos, y está en un cerro armada sobre piedra.
En 1812 el cuerpo de Estado Mayor del Ejército a través de Don Simón Vall realiza un plano croquis del castillo,11 anotando que es la parte exterior la mejor conservadda pero identificando un torreón de 100 pies con una escalera de caracol que amenaza ruina y describe ya el aljibe lleno de escombros pero profundo.
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Iglesia de la Asunción.
Construida en los siglos XVI y XVII destacar en su interior dos capillas en una de las cuales se encuentra el enterramiento de Don Juan de Cuenca Obispo de Cádiz destaca una escultura funeraria del mismo
Ermita de la Misericordia
A las afueras de la población, se encuentra la ermita de la Misericordia S. XV
Leyenda de Don Munio
Don Munio Sancho de Hinojosa combatía por las llanuras de Almenara :
—Una batalla más —respondió don Munio—, una batalla más, por el honor de Castilla, y aquí hago voto, que cuando esto termine, daré por mi espada, y repararé con mis caballeros en peregrinación a la sepulcro de nuestro Señor en Jerusalén”. Todos los caballeros se unieron a él en el voto, y doña María se sintió un poco aliviada en el espíritu: aun así, vio con el corazón apesadumbrado la partida de su marido, y miró su estandarte con ojos melancólicos, hasta que desapareció entre los árboles de el bosque. El rey de Castilla condujo su ejército a los llanos de Almanara, donde se encontraron con la hueste morisca, cerca de Uclés. La batalla fue larga y sangrienta; los cristianos vacilaron repetidamente, y con la misma frecuencia se recuperaron por la energía de sus comandantes. Don Munio estaba cubierto de heridas, pero se negó a abandonar el campo. Los cristianos finalmente cedieron, y el rey apenas fue presionado y estuvo en peligro de ser capturado.
Don Munio llamó a sus caballeros para que lo siguieran al rescate. “Ahora es el momento”, exclamó, “de probar tu lealtad. ¡Cae como hombres valientes! Luchamos por la verdadera fe, y si perdemos la vida aquí, obtendremos una vida mejor en el más allá”.
Corriendo con sus hombres entre el rey y sus perseguidores, detuvieron a estos últimos en su carrera y dieron tiempo para que su monarca escapara; pero cayeron víctimas de su lealtad. Todos lucharon hasta el último suspiro. Don Munio fue señalado por un poderoso caballero moro, pero habiendo sido herido en el brazo derecho, luchó en desventaja y fue asesinado. Terminada la batalla, el moro se detuvo para apoderarse del botín de este temible guerrero cristiano. Sin embargo, cuando se desató el yelmo y vio el semblante de don Munio, dio un gran grito y se golpeó el pecho. “¡Ay de mí!” gritó: “¡He matado a mi benefactor! ¡La flor de la virtud caballeresca! ¡El más magnánimo de los caballeros!”
Inscripciones en las lápidas funerarias del monasterio de silos, así como otros autores indican los campos de Almenara como lugar de la refriega.
Por lo tanto en algún lugar en las cercanías del Castillo de Puebla de Almenara o en el actual término municipal se debería situar el final del caballero Don Munio Sancho de Hinojosa que al punto de perder la vida se presentó ante el Santo Sepulcro de Jerusalén junto a sus caballeros para dar cumplimiento a su promesa.
GASTRONOMÍA
En la ruta hay fondas y buenos lugares para llantar. Os dejo particularmente, una receta popular y antigua de esos lugares perdidos que tiene esta ruta. Buen provecho
CONEJO A LA CAZADORA
Se trata de una receta con sabores a tomillo y romero y donde el conejo es el príncipe de la mesa.
1 conejo (si es posible que tenga su higadillo)
6 dientes de ajo
1 pimiento verde o rojo
6 buenas cucharadas de salsa de tomate triturado (o 1 tomate maduro pelado y triturado).
Un puñado de judías verdes o guisantes
1 zanahoria
1 vaso de vino blanco
Aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta en grano
Tomillo y Romero ( a ser posible, fresco) y 1 hoja de laurel
En una cazuela con un fondo de aceite salteamos los ajos laminados con el laurel. Antes de que tomen color añadimos el conejo ya salpimentado, bien limpio y troceado, y vamos dorando la carne por igual removiendo unos minutos.
Cuando la carne tome color añadimos el pimiento picado más bien fino y la zanahoria en daditos. Ponemos también el tomillo y el romero.
Pasados unos minutos añadimos el tomate y dejamos que la salsa tome color y espese un poquito.
Añadimos el vino y dejamos que evapore el alcohol mientras removemos.
Cuando vemos que ha evaporado el alcohol añadimos un poco de agua hasta cubrir el conejo y dejamos que se vaya guisando hasta que enternezca, mientras la salsa se va reduciendo y concentrando.
Las judías verdes o guisantes hay que ponerlos a mitad de cocción, que en total debe ser de unos 30 minutos (aunque dependerá de la calidad del conejo).
Servimos caliente, con unas patatas fritas.
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