--El hombre que vino a salvarnos y fue ejecutado --(Pedro Pascual Ramirez)

La Semana Santa conmemora el martirio de un hombre que vivió hace más de 2000 años en una tierra pobre y que Él llenó de esperanza. Jesús de Nazaret le llaman, hijo de José de Nazaret, de profesión artesano, según el Evangelio de Mateo (Mateo 13:55ª), perteneciente a la estirpe del rey David y María,  posiblemente nacida en la ciudad helénica de Séforis.

María quedó inesperadamente embarazada y José resolvió repudiarla, pero un ángel le anunció en sueños que el embarazo de María era obra del Espíritu Santo y profetizó, con palabras del profeta Isaías, que su hijo será el Mesías que esperan los judíos. (Mateo 1,18-2,23)

Muy poco se sabe de la niñez y juventud  de Jesús de Nazaret. ni siquiera el día y el año concreto en el que vio la luz de este mundo. Si acaso lo que se dice en los evangelios Apócrifos. Tomás lo menciona en su  Evangelio. Este es un evangelio apócrifo que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret y que era considerado como parte del canon bíblico por algunas sectas del cristianismo primitivo. Se cree que el Evangelio de Tomás ha ayudado a aclarar gran parte de las tradiciones orales del Evangelio. Desde los primeros siglos después de Cristo se conocía la existencia de un Evangelio de Tomás, gracias a las referencias que a él hicieron algunos Padres de la Iglesia (principalmente Eusebio de Cesarea), que lo consideraban un texto herético, pero el texto del Evangelio se consideraba perdido. No obstante, el texto del Evangelio fue descubierto en 1945 en la localidad egipcia de Nag Hammadi, junto a otros manuscritos. Existen dudas acerca de su fecha de composición.

Según cuentan, Jesús de niño estuvo viviendo en Alejandría hasta la muerte de Herodes el Viejo. En aquel hogar habían también niños y él se crio entre ellos siempre protegido por la presencia de María su madre

José, el padre de Jesús, persuadió a María de que sería imprudente divulgar, entre sus amigos y parientes galileos, la noticia de que Jesús era un niño de la promesa. Acordaron no mencionar a nadie este asunto, y ambos cumplieron fielmente esta promesa.

José, el padre de Jesús, murió cuando éste tenía aproximadamente 12 años. Posteriormente fue tutelado por José de Arimetea, tío abuelo de Jesús y propietario del sepulcro donde más adelante, cuando murió,  fue enterrado.

En el tema sobre la juventud de Jesús quiero mencionar  el artículo del doctor en Historia. Frank J. Cazorla-Granados:

A pesar de que sólo nos han llegado exiguos datos sobre la juventud[1] de Jesucristo, es posible reconstruir ese período de su formación como maestro basándonos en referencias bíblicas y apócrifas[2].

En su circuncisión lo llamaron[3] Yehoshváh, abreviado Yësûs o Ysä[4] en semita, los tres significan “Dios nos salva”; era hijo de Mëryam, esposa de Yëhosïf, nieto materno de Yakín Elí y Hannan, era bisnieto por 2 líneas de Matthán ben Panthïra, descendiente del rey David; Yësûs, como la mayoría de las familias semitas se crió entre adelfoi o hermanos y/o hermanastros, entre ellos: Yahacob Justus, Yoseph Barsabbas, Simeón, Yahudah, Assia, Lidia, Salomé y Susannah, tal y como aparece literalmente en las Escrituras[5] aunque a veces se creyó que pudieron ser sólo sygguenón o parientes[6] e incluso  anepsiós o primos[7], como era el caso de su primo Juan el Bautista, hijo de Zacarías, de quienes Jesús recibió el sacerdocio del Orden de Aarón[8] y ulteriormente Jesús sería ordenado sacerdote según el Orden de Melquisedec[9].

Lucas lo describió[10] así: “Y Jesús crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría, lo hacía en estatura (edad) y en gracia para con Dios[11] y para con los hombres; vivió en lugares desiertos hasta el día en que apareció en público a Israel”.

El joven Jesús, como buen aprendiz de rabino y luego räbbï, podríamos creer que debió vestir en su cabeza la Kyppáh, cubriendo la coronilla o Kéter sephirótico, simbolizando, a modo de cúpula, la conexión o nexo de entrada y salida espiritual del humano con lo celestial, a modo del floema y el xilema de las plantas o del Ka-Aj de los egipcios o del 7º chakra[18] oriental, aunque según el Halajá o código de leyes judías nos sugiere que dicha tradición aún no estaba consolidada en época de Jesús pero sí la de protegerse la cabeza[19] y la de la imposición de manos[20].

El joven Jesús de Nazaret la Kyppáh

Esa copa o cuppa que servía para albergar/proteger la cabeza o corona (Kéter) del alma; curiosamente su etimología está relacionada con vocablos como: Coppola, cúpula, cuba, cubo, Copa, Käbáh[21], cuppere (cubrir) e incluso con la Ktêbbáh o caverna[22], hueco que también alberga, empleándose en la Biblia como el Arca de Noé, el Arca de la alianza, la ballena de Jonás[23], el cesto de Moisés[24] y barca de pescadores[25]. Esto nos recuerda que parte de su aprendizaje le sirvió como fuente de recursos para el método pedagógico que fundamentaba sus enseñanzas en metáforas sobre lo que conocía, el pastoreo, la pesca y también la construcción de barcas y cerchas de madera para ser empleadas en estructuras de edificaciones, ya sean habitáculos espirituales como el Templo, el cuerpo u otra metáfora como la barca. 

Con la esperanza de que estos datos sobre la etapa juvenil de Jesús puedan aportar más luz sobre su paradigmática biografía y así siga sirviendo de referente magistral para creyentes de diferentes creencias (cristianos, judíos, musulmanes…) que desean construirse o reconstruirse a modo de barcas o tabernáculos (Sukot) permitiendo humildemente la permeabilidad espiritual a través de la auto-reflexión, la rectificación o arrepentimiento, etc. Y termino, como se nos recomienda en Efesios 5:20, en su nombre, Amén.

Su mensaje innovador y original radicaba en la insistencia en el amor a los enemigos (Mt 5,38-48; Lc 6, 27-36) así como en su relación estrechísima con Dios a quien llamaba en arameo con la expresión familiar Abba (Padre) que ni Marcos (Mc 14,36) ni Pablo (Rm 8, 15; Gal 4, 6) traducen. Se trata de un Dios cercano que busca a los marginados, a los oprimidos (Lc 4, 18) y a los pecadores (Lc 15) para ofrecerles su misericordia. La oración del Padre nuestro (Mt 6,9-13: Lc 11,1-4), que recomendó utilizar a sus seguidores, es clara expresión de esta relación de cercanía con Dios antes mencionada.

El sufrimiento de Jesús a lo largo de la historia ha sido y es motivo de seguimiento por lo inexplicable del mismo. Sufrió lo inhumanamente posible. Sus heridas hoy en día continúan siendo motivo de estudio, éstas han sido analizadas gracias a la Sábana Santa. Su historia es la de un crimen totalmente injusto cometido por gentes que le envidiaron por el supuesto poder que estaba acaparando.

El “informe forense retrospectivo” basado en testimonios y documentación de la época, como los evangelios y los textos apócrifos, que no falsos sino ortodoxos, y que fueron descartados en el Concilio de Nicea (presidido por Osío de Córdoba) en el 325 de nuestra era y las marcas de la Sábana Santa, cuyo testimonio y valor “nadie ha desmentido”, son los que nos dan los datos del sufrimiento que tuvo Jesús de Nazaret.

La documentación histórica romana establece que desde la detención en el monte de Los Olivos hasta la muerte en la cruz de Jesús transcurrieron 24 horas, y que, una vez crucificado, sobrevivió unas tres horas más, cuando algunos crucificados duraban en su lamento en la cruz varios días. Su pronta muerte se debió a la intensidad de las torturas previas de las que fue objeto.

Las punciones en todo el cuero cabelludo nos muestran que fue, no una corona como se nos muestra en las iconografías, sino un casco de púas de espino que llevó en la cabeza durante algunas horas. Los romanos lo pusieron en la cabeza de Jesús en plan de mofa por ser “rey de los judíos”.

Fue también flagelado por un fragelum romano que no es otra cosa que un látigo cuyas puntas terminaban en bolas de plomo. La ley romana, prohibía golpear con este látigo en la cabeza o en otros órganos vitales para provocar sufrimiento pero no la muerte, de tal modo que Jesús llegó a recibir unos 300 de estos latigazos, el triple de lo permitido por la ley. Estos latigazos tuvieron que llegar hasta la misma espina dorsal, las laceraciones rasgaban hasta los músculos y producían jirones temblorosos de carne sangrante. Las venas de la víctima quedaban al descubierto y los mismos músculos, tendones y las entrañas quedaban abiertos y expuestos.     Cuando Jesús llegó al monte del Calvario, lugar donde sería crucificado y recibiendo la más desfigurante muerte, la de la cruz”,     tenía la nariz rota y varias costillas fracturadas por las palizas recibidas, su hombro derecho, estaba desollado por el peso del patibulum o palo coro de la cruz, cuyo peso debía de ser entre 40 y 50 kilos ya que no trasportaba toda la cruz, -la parte grande permanecía clavada en el suelo a la espera del reo que iba a ser crucificado-. Las rodillas las tenía desolladas por las caídas que tuvo durante el trayecto de unos tres kilómetros y en el que era constantemente apedreado e insultado siendo inclusive escupido por las turbas que cubrían el recorrido. Una vez en el lugar antes de ser puesto en la cruz, tuvo que ser brutalmente tumbado sobre los palos donde sus muñecas fueron atravesadas por unos sendos clavos ( según el doctor Eliezer Seketes, de la Universidad Hebrea y Escuela de Medicina Hadasha, demostró que el clavo era de 11,5 cm, con lo que cada pie fue clavado por separado a cada lado de la cruz.)  reservados para ocasiones determinadas y especiales como esta.

Al momento de estar en posición vertical sus brazos se estiraron intensamente, probablemente 15 centímetros de largo y ambos hombros debieron haberse dislocado lo que confirmaba lo escrito en Salmos 22 “dislocados están todos mis huesos”.

En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron quebrados como ocurrió con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían confirmado que Jesús había muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías donde se dice que ninguno de sus huesos sería quebrado.  Pero el soldado romano para confirmar la muerte de Jesús le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón derecho y penetró el corazón. Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el agua, seguido de un gran volumen de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos oculares, en su Evangelio. Romanos 5,7-11

 

“En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -; más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.  ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!  Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.”

 

Jesús murió, posiblemente, por una “rotura del corazón”,  aunque también hay estudios recientes que nos indican que la muerte le fue producida por la combinación de una serie de otras causas como deshidratación, insolación, cansancio crónico, que eventualmente podían llevar a un paro cardíaco, etc. Por todo ello sería injusto afirmar que la muerte de Jesús fue por una sola causa.

Jesús fue crucificado por las constantes controversias  mantenidas con miembros de algunas de las más importantes sectas religiosas del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la compasión y la lealtad (Mt 12, 38-40; Lc 20, 45-47).

Amén por Nuestro Señor.

REFERENCIAS.

 

[1] cfr. Prover. 20: 11; Lamen. 3: 27; Ecles. 11: 9; 12: 1-3; 1 Tim. 4: 12; 1 Jn. 2: 14; 1 Ped. 5: 5-6.

[2] GONZÁLEZ BLANCO, Edmundo (trad.), Los Evangelios Apócrifos. El Evangelio de Tomás, Madrid, 1934.

[3] cfr. Lucas 2: 21; Mt. 1: 21.

[4] Así también se menciona 27 veces en el Corán.

[5] cfr. Lc. 8: 19-20; Mc. 3: 31-32; 6: 3; Mt. 12:46-48; 13: 55; Jn. 2: 12; 7: 3; Act. 1: 14; 1 Cor. 9: 5; Gál. 1: 19.

[6] cfr. Lc. 21: 16.

[7] cfr. Act. 23: 16; Col. 4: 10.

[8] FIELDING SMITH, Joseph, Doctrina de Salvación, tomo III, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City, 1995, p. 82; cfr. Lc. 1: 5-80; D&C. 84:26-27.

[9] cfr. Heb. 7: 21.

[10] cfr. Lc. 2: 40-52 y Lc. 1: 80.

[11] En consonancia y a semejanza de Dios, cfr. Gén. 1:26-27; 5:1; Jn. 12: 45; 14: 9; Sant. 3:9; 2 Cor. 4:4; Col. 1:15; Fil. 2: 6; Heb. 1:3; Mos. 7: 27; Al. 18: 34; D &C. 20:18; 130:22.

[12] cfr.1 Cor. 3: 16-17; 6: 19-20.

 

[13] en griego: cfr.  Mc. 6: 3; Mt. 13: 55.

[14] cfr. Heb. 11: 10.

[15] cfr. Lc. 2: 41-52

[16] cfr. Lc. 2: 52

[17] cfr. Mt. 1: 1-17; Lc. 3: 23-32.

[18] cfr. EASON, Cassandra, Nuevos Misterios del Antiguo Egipto, Ed. Robinbook, Barcelona, 2003, p. 192.

[19] cfr. 2 Sam. 15: 30. Curiosamente su etimología se relaciona con vocablos como: cuppere (cubrir), cuppa, copa, coppola, cúpula, cuba, cubo, Käbáh (=yacimiento maya que significa mano o hueco que alberga o cubre) e incluso con capita-cabeza, cabello, capa, caverna o Ktêbbáh, derivada de cavus o hueco cóncavo; usado metafóricamente en la Biblia como tabernáculos (Sukôt) o habitáculos espirituales de los que desean construirse o reconstruirse con humildad, auto-reflexión, rectificación o arrepentimiento, como la ballena de Jonás (Jon.1:3), el cesto de Moisés (Éx.2:3), las arcas de Noé y de la alianza o las barcas:  Mt.4:21-23;8:10,23;9:1;13:2;14:13,22,32;15:39; Mc.1:19-20;3:9;4:1;4:36-37;5:2-21; 6:32-51;8:10-13; Lc.5:3,11;8:22,37; Jn.6:17-24;21:3; Act.27:16-41.

[20] cfr. Mt. 19: 15; Mc. 6: 5; 7: 32; 10: 16; 16: 18; Lc. 4: 40; 6: 6; 13: 13; Act. 8: 14-17; 13: 3; 28: 8; 1 Tim. 4: 14; 5: 22; 2 Tim. 1: 6; Heb. 6: 2; Deut. 34: 9; 3 Ne. 18: 36-37; D&C.25:8; 33: 15; 49:14.

[21] Yacimiento maya que significa mano que alberga o cubre.

[22] Deriva de cavus = hueco, cóncavo.

[23] cfr. Jon. 1: 3.

[24] cfr. Éx. 2: 3.

[25] cfr. Mt. 4: 21-23; Mt. 8: 10, 23; 9: 1; 13: 2; 14: 13, 22, 32; 15: 39; Mc. 1: 19-20; 3: 9; 4: 1; 4: 36-37; 5: 2, 18-21; 6: 32, 45-47, 51; 8: 10-13; Lc. 5: 3, 11; 8: 22, 37; Jn. 6: 17, 21-24; 21: 3; Act. 27: 16, 30-32, 41; Is. 18: 2; 2 Sam. 19: 18; Job 9: 26.

 

 

R

5 comentarios

  1. Buen artículo, pero ese Fue el Motivo de su Presencia en el mundo, el ya Sabia lo que Tenía que Pasar, por ejemplo, que le dijo a Judas, Cumple con tu Cometido o otra frase, Tanto Amo Dios al Mundo que Entregó a su Hijo Amado, Inocencio lll, pidió que se Pusiera más SUFRIMIENTO en sus EXPRESIONES para provocar más Compasión hacia Jesus y a la vez más Odio hacia los ejecutores y en resumen se Cumplió una Profesia, saludos

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