El mentidero espiritual. AMOR II

Estaba todo muy ordenado. Hablaba a nuestro Señor, y en momentos fijados, le decía palabras de amor.

Me encontraba satisfecho y me parecía siempre que Él también debía de estarlo. De ese modo, había lugar para todo y cada cosa se hacía a medida y en su tiempo.

En una ocasión le pregunté al Señor si estaba contento con migo.

El me contestó:

-Sal de tu mesura habitual. No me gusta el amor a tiempos y con medida.

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