Tu palabra, Señor, es más clara que la palabra de los que me dicen cómo hablas.
Tu sonido alegre lo entiendo yo muy bien, mejor que las razones que quienes me descubren cuál es la suavidad de tu paso.
Tu sentir es diáfano para mi corazón, más que los dichos de quienes muestran que grande es tu amor.
Hable Él, y callen los que me explican cómo suenan sus palabras.