PREÁMBULO
El juego de la máscara es amargo.
Aunque sonría tiene un canto triste,
y es extraño su grito
y el aroma que expele colgada por las noches
en el perchero de la casa a oscuras.
Nadie sabe qué piedra, qué abandono
dibujarán sus ojos tristemente
huecos, ciegos, ausentes, incapaces,
culpables siempre de tejer la nada.
Rostro sin lágrimas ni sueño, rostro
que esconde el gesto dentro de su gesto,
engaña, burla, disimula, finge,
ama la oscuridad
y la distancia.
Perfil inusitado y silencioso,
soledad que se mece en el recuerdo
de lo que nunca fuimos.
(Cada cual es la máscara que lleva,
y nunca el rostro que se esconde siempre.)
Todos esclavos de tu risa, máscara,
te servimos también cuando eres llanto,
hermana de los dioses,
hija del pensamiento y la mentira
madre de olvido, vana compañera.
Magistral poema a las mascaras terminando en un soneto caro.