Hablar de la personalidad de alguien tan ilustre y respetado como es Don Quijote de la Mancha, creo que sólo se puede hacer esbozando los rasgos, la cultura y las características de su creador, Don Miguel de Cervantes. Por desgracia, no tenemos diarios, ni epístolas, ni tratados, que nos dejen ver sus ideas, tan sólo tenemos sus obras, algunas fases de su vida con muchas etapas oscuras, y doce autógrafos de su puño y letra, suficiente para hacer un estudio grafológico donde nos desvelan que era un hombre apasionado, inteligente, impulsivo, con gran agilidad mental y poco amante de las rutinas.
El Cervantes que vivió tantas aventuras, incluso más que sus personajes, es una figura que nos es inasequible. Pero podemos acercarnos a él gracias a lo que sabemos de los autores del siglo XVI, a esa relación tan directa que hacían entre sus personajes y sus vivencias, experiencias y opiniones dentro de cada obra. Escribían parte de su biografía con una máscara ficticia que disimulaba la identidad del autor. A través de las figuras de Don Quijote y Sancho podemos ver muchos rasgos de la personalidad de Cervantes. Es por ello que el Quijote sigue siendo la gran obra que es, por la maestría con la que Don Miguel proyecta su autobiografismo por episodios, insertando su “yo” en cada uno de los personajes, para comunicar su propia vida en todo el espacio textual.
En el Quijote es donde más claramente se ve su compromiso personal. En la Primera parte aparecen las opiniones, principios y convicciones de Cervantes, que revisan las normas de caballería camuflando sus propias normas, sus principios, y donde se ve la cordura de su personaje, Don quijote no es un loco, tan solo es un caballero de su tiempo, una persona que quiere la justicia por delante de su integridad, poniendo su vida en juego por defender lo que realmente quiere y cree. Hoy en día, este tipo de personas casi no se dan, o por lo menos yo no he conocido a ninguna, podemos identificar a algunos en ocasiones, esos héroes que salvan a alguien en el metro jugándose la vida, los que se meten en una reyerta para defender a un desconocido al que están pegando injustamente, o quien da la cara para proteger a una mujer, esos son los Quijotes de nuestro tiempo, los “locos” que ponen los principios de la caballería por encima de sus vidas, es en la Segunda parte del Quijote donde Cervantes ensalza la figura del héroe popular, del ciudadano anónimo gracias al cual se ganan las batallas,(Lepanto), se mantiene el orden y se instauran los principios de respetar y hacer regir las leyes. Circunstancias que describen tanto la vida de Don Miguel como la de sus personajes.
Don Quijote entraría dentro de la primera fase del trastorno psicótico, donde algunos síntomas aparecen de forma vaga y difusa, en su caso se ve una desintegración entre la realidad y su propia persona, se detectan cambios en la manera de expresar los sentimientos, los pensamientos y las emociones, también aparecen cambios conductuales, destaca una disminución de las actividades diarias, dejando su vida ordinaria y solo leyendo libros de caballería en una primera fase y posteriormente, dejando su vida real, cambiándola por la vida de un caballero andante. Es cierto que en algunos momentos del libro, aparecen síntomas claros de psicosis, tales como alucinaciones, ver gigantes en lugar de molinos de viento, delirios o ideas confusas, entre su mundo y el mundo de la caballería, entre su persona y el hidalgo caballero andante, en la idealización de su dama, Dulcinea, ante la que pide refugio y por la que hace sus andanzas. En esta fase, en la que los síntomas se hacen evidentes. Son fases maníacas donde se ve por encima de su realidad, donde sus ideas alucinatorias le llevan a actuar y pierde por completo su identidad personal. Fases donde se cree inmortal, donde su vida pierde valor, desaparece el miedo y cualquier rasgo de cuidarse, antepone sus ideas por encima de su propia vida. A lo largo de la obra vamos viendo episodios psicóticos mezclados con momentos de lucidez, de heroísmo, de comportamientos éticos y morales, por el respeto a la justicia, a defender lo que una moral cristiana del siglo XVI defendería para ser un buen cristiano, un buen caballero y una buena persona. Lo único que Don Quijote lo lleva al extremo, y se obceca tanto en perseguir esa justicia que llega a tener pensamientos obsesivos buscando lo digno y justo en cualquier acto, y viendo enemigos en cualquier persona u objeto que pueda tener una similitud con su idea.
La psicosis, en esa época, no tenía tratamiento, hoy sí tiene tratamiento y en la mayoría de los casos, el paciente se recupera. El pronóstico es variable según cada caso.
Don Quijote vuelve a su hogar, a recuperarse, en dos ocasiones, y es posible que al finalizar el libro, su vida continuara sin sufrir ningún otro episodio psicótico, tan solo con llevar una vida ordenada y con unas pautas de conductas muy sencillas.
Don Quijote, es un soñador, un hombre que creía en la justicia, el orden, los principios cristianos de ayudar al prójimo y en el amor cortés, que le mueve y le lleva en busca de su amada, invocándola y pidiendo su amparo ante cada aventura que se le presentaba; basó su vida en defender sus creencias e ideales éticos y estéticos a cualquier precio.
“Entiende con tus cinco sentidos, dice con certidumbre Don Quijote a Sancho, que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere, va muy puesto en razón y muy conforme a las reglas de caballería, que las sé mejor que cuantos caballeros las profesaron en el mundo”.
En la primera parte podemos ver como imita a Amadís de Gaula, queriendo tener una vida heroica, siendo un hidalgo de una aldea española del siglo XVI, sencillo y bueno. Según va avanzando la obra, se va convirtiendo en el caballero de la triste figura, el caballero andante que se enfrenta a los leones, quien quiere cambiar este mundo: “Cambiar el mundo amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino justicia”.
Es la realidad y las injusticias las que van mermando su ímpetu y las que le hacen ver que uno solo no puede cambiar este mundo, aunque ni siquiera cuando es vencido por el Caballero de la Blanca Luna y tiene que abandonar la caballería andante renuncia a su concepción de la vida como obra de arte: piensa en hacerse pastor, con lo cual el mito renacentista de la Arcadia pastoril sustituye al mito medieval de la caballería andante.
Quijote al final es el luchador por los derechos humanos, por la defensa del desfavorecido, por la justicia social, por la justicia sin privilegios de castas ni de títulos, es el ciudadano de a pie que no puede ir a las manifestaciones, el que cree que los que nos gobiernan lo hacen para el beneficio de todos, el que no cree pueda haber nepotismo, malversación, desfalco, cohecho y prevaricación.
Es el héroe que queremos nos salve de esta situación injusta ante la cual el ciudadano de a pie no se atreve a enfrentarse. Ni tiempo tiene ante su vida cotidiana. Es lo que decimos en la barra de un bar cuando nos soltamos y pedimos justicia popular. Es el personaje al que queremos seguir y no nos vemos capaces de ser. Al que sabemos van a crucificar aún sabiendo es justo lo que pide. El que nos gustaría ser todos en muchos momentos y no somos por el miedo de que pensarán de nosotros. Quien quiere la libertad del ser humano. “La libertad Sancho, es uno de los preciosos dones que a los hombres dieron los dioses, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar, por la libertad así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.”
Excelente articulo, gracias porque cada dia nos haceis entender un poco mas al personaje