De por qué Don Quijote no quiso asistir a las justas que en honor se San Jorge habían de celebrarse en Zaragoza, habiendo seguido el mismo camino que el Cid Campeador hasta la ciudad de Calatayud.
La Mancha en su profundidad nos da la oportunidad de recorrerla a través de muchas rutas plurales y la de Don Quijote la abandona por esta región. Y es que para Don Quijote y Sancho o para Sancho y Don Quijote –que lo mismo se monta en un caballo que en un asno si son fruto y propiedad de la mente de Cervantes-, la capacidad de prácticar rutas es ilimitada y no es posible terminarlas en La Mancha a pesar del especificador apellido de Don Quijote de La Mancha, así aparezca demandarlo.
Don Quijote se abrió paso por otras tierras de la Imperial España, dado que a los principios que lo inspiraron con su filosofía, sentimientos, pensamientos, afanes e historia no cabe ponerle fronteras. Lo universal es inherente a Miguel de Cervantes y a sus personajes y más si estos son de ficción.
El Apócrifo de Avellaneda, hizo que Cervantes llevase a nuestro Don Quijote hasta Barcelona en una tercera salida donde ya no era víctima de sus fantasías, siendo engañado por los demás.
Alcalá de Henares
En el capítulo 29 de su parte Primera, se reconoce que su Universidad era famosa, habiendo fechado y firmado en el Colegio de Teólogos de tal Universidad el licenciado Murcia de la Llana el testimonio de erratas de la edición de 1603 del Quijote.
En el mismo capítulo “que trata del gracioso artificio que se tuvo de sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto”, el cura cita a “Compluto” –nombre romano de Alcalá- con referencia a “aquel moro Muzaraque, que hasta ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto”.
Henares es nombrado en el Quijote en el capítulo 44 de la Segunda Parte cuando reconoce con generosidad y acierto quijotesco que Dulcinea: “será famosa desde Henares al Jarama, desde el Tajo a Manzanares/ desde Pisuerga hasta Arlanza”, nada más y nada menos que por el hecho de ser la dama de los amores del señor Don Quijote.
Esta tierra que vió nacer al Arcipreste de Hita Juan Ruiz y a la reina de la Pérfida Albión Catalina de Aragón y al Emperador Fernando I de Habsburgo además de nuestro Cervantes y del poeta Francisco de Figueroa, nos muestra una ciudad de hermosas murallas bañadas por el río Henares lugar de los juegos de Don Miguel.
Don Quijote y su leyenda en Alaclá de Henares:
Nuestro universal autor recoge en esta cita de la primera parte de El Quijote una de las más bellas leyendas de Alcalá. Según cuentan las crónicas uno de los motivos por los que los árabes conquistaron la Península Ibérica era el de buscar y encontrar la famosa mesa que el sabio y justo rey Salomón había construido para el templo de Jerusalén. Esta mesa contaba según decían con 365 patas de oro y piedras preciosas, algunos dicen que esmeraldas y por eso la llamaban la mesa verde, y su valor era incalculable. La mesa salió de Palestina y fue llevada a roma por Tito como botín de guerra tras la toma de Jerusalén del año 70 d.C.. Siglos más tarde el rey visigodo Alarico conquistó Roma, quedando prendado de la mesa que fue trasladada a Hispania durante el gobierno de su sucesor Ataulfo, depositándose definitivamente en Toledo cuando esta ciudad se convirtió en capital del reino Hispano Visigodo.
A principios del siglo VIII los árabes invaden la Península, las autoridades toledanas anta la inminente llegada del invasor deciden esconder su tesoro más preciado, que termina siendo ocultado en los alrededores de Alcalá, en un lugar que desde entonces se llamó Monte Zulema, en clara alusión a Salomón. No terminan aquí las casualidades del nombre, ya que el monte aludido, que hoy se conoce como San Juan del Viso, tiene claramente forma de mesa, y además Zulema también puede ser traducido como mesa. Pero no acaba aquí nuestra historia porque los dos generales musulmanes, Tarik y Muza, que comandaban las tropas en Hispania competían por encontrar la mesa, siendo uno de ellos, Muza finalmente, el que la encontraría en los alrededores de Alcalá, más la codicia pudo con el deber y intentó ocultar su hallazgo. Concluida la campaña ambos Tarik y Muza fueron convocados por su rey para que le entregaran los objetos y tesoros que habían conquistado, entre los que no se encontraba la mesa. El rey preguntó a primero a Muza si la había encontrado, el contestó que no, que no sabía dónde la habían ocultado, Tarik que se había enterado de que lo que decía no era cierto interrumpió a Muza y dijo : ¡Mientes!, y como muestra enseñó una pata que había podido conseguir. Muza fue ajusticiado, y desde entonces yace encantado en la cuesta de Zulema, dónde posiblemente sigua oculta su mesa que nunca fue hallada, que dista poco de la Gran Complutum.
Cisneros cuando fundó la Universidad por el año 1499 consiguió que compitiese con la ya famosa de Salamanca. Por sus aulas pasaron entre otros muchos, Lope de Vega, Juan de Mariana, Francisco de Quevedo, San Juan de la Cruz, Tirso de Molina, Martín de Azpilicueta, Mateo Alemán…
El mismo cardenal Cisneros en 1509 dio para Alcalá y su tierra el Fuero Nuevo que sustituyó ampliando y mejorando los fueros anteriores de 1135, 1223 y el último llamado Fuero Extenso.
La Universidad de Alcalá se convirtió en una autentica generadora de intelectuales políticos, literatos, santos y científicos del Siglo de Oro. Personajes de la talla de Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz o San Ignacio de Loyola, son una muestra de la extensa nómina de individuos que convirtieron a la universidad y a la ciudad complutense en el centro del Siglo de Oro español.
En este ambiente universitario no es de extrañar que Alcalá cuente con el Corral de Comedias más antiguo de España, construido en 1601.
Guadalajara
Y ya con dirección a Barcelona pasamos por Guadalajara donde seguramente en tiempos de Cervantes recorriese por sus calles esta canción:
Buena fuente, buena puente,
Buena gente, miel y aceite
Y pan caliente y vino prudente
Y uvas albillas y mantequillas
Y mozas garridas y capas frisadas
Y besos de manos y gorras de grana;
Para todo eso, Guadalajara.
Esta ciudad fue posesión de la poderosa y familia Grande de las España: Los Mendoza
CERCA DEL PALACIO DE LA COTILLA EXISTE UNA LEYENDA: En el palacio de la Cotilla, y la cuesta o callejón que sube hasta la plaza de San Esteban. Había allí, en el siglo XVI, un templo que tenía delante una fuente con muchos caños, a la que por las tardes acudían las mozas del barrio a recoger agua, llevando sus cántaros, y usando una larga caña que apoyaban en la alta boca de la fuente, para que pusiera sin derramar una gota el agua en sus cántaros. Charlaban y se contaban secretos de sus amas, de sus amores, de sus peripecias familiares.
Una preciosa joven que servía de criada en el palacio de los marqueses de Villamejor, callejón abajo, se quedó la última esa tarde, y llenó a tope dos cántaros, y un botijo, poniendo el más grande sobre su cabeza, y llevando los otros en sus manos. Al pasar por el callejón estrecho y serpeante que lleva desde San Esteban a la calle del Barrionuevo, un morisco rijoso se la echó encima, abrazándola y pidiéndola todo tipo de favores. Al resistirse ella, cayeron sus cántaros pesados rompiéndose sobre las piedras del pavimento. Del forcejeo, se le cayeron las cintas de su corpiño o cotilla, prenda que llevaban, muy ajustada y apretada sobre el abdomen las mujeres castellanas, para parecer más delgadas. Y corriendo, y medio desnuda, llegó al palacio donde se resguardó y la acogieron.
Desde entonces, a ese callejón (que ahora se llama calle de San Esteban) la voz popular denominó de Abrazamozas, y al palacio marquesal, por aquello de que al día siguiente se encontró a su puerta una cotilla destrozada, le llamaron de La Cotilla, hasta hoy.
Guadalajara en su Convento de San Francisco, fundado en el siglo XIV por los Mendoza, tiene un tesoro oculto en su cripta: el panteón de la familia Mendoza, realizado a semejanza del Panteón de los Reyes de El Escorial.
Iglesia de San Ginés. Su construcción comenzó en 1561 solicitándose a los miembros de la orden de los dominicos un templo de grandes dimensiones. La consecución de los planes originales no pudo llevarse a cabo y a pesar de la donación de 1000 ducados del arzobispo Bartolomé de Carranza las obras se interrumpieron en 1566. Por este motivo las dimensiones de la actual iglesia son la mitad de las inicialmente proyectadas.
Brihuega
De Guadalajara vamos hacia Brihuega, villa que está arropada por una buena muralla y sus estrechas calles se sitúan sobre un sinfín de recónditas cuevas centenarias. Y contemplamos las estribaciones de La Alcarria mencionada por Cervantes en el I parte capítulo 4, con mención comparativa entre Dulcinea y las “emperatrices y reinas de las Alcarria y de Extremadura”.
Brihuega, tierra envidiada en tiempos perdidos por la historia gracias a su tierras repletas de buena caza. Sus murallas y sus calles, fueron amadas por la historia y por el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, quien impulsó la construcción de la mayoría de edificios góticos existentes en la villa alcarreña.
La Iglesia de San Felipe fue construida en la primera mitad del siglo XIII. Situada en la zona sureste de Brihuega, su ubicación responde a la voluntad urbanística del arzobispo Ximénez de Rada, que decide levantar dos templos cristianos en barrios de nueva creación: los barrios de San Felipe y de San Miguel.
Sigüenza
De Brihuega vamos hacia Sigüenza bordeando La Alcarria la ciudad episcopal donde duerme artísticamente el sueño de los justos el belicosos y aniñado caballero conocido como “El Doncel” y cuyo palacio-castillo, antigua y prócer propiedad de los todopoderosos obispos y Cardenales de la familia de los Mendozas –los “terceros reyes de España” de tiempo de los Reyes Católicos-, merecen ser marco para atentas y quijotescas aventuras.
En Sigüenza y en el interior de su catedral, nos encontramos con la Capilla del Doncel de Sigüenza. Se trata de la capilla seguntina de mayor esplendor desde el siglo XVI. Su construcción es atribuida a Sebastián de Almonacid.
Donde reza la inscripción: Aquí yaze martí vasques de arce – cauallero de la orden de sanctiago – q mataron los moros socorriendo – el muy yllustre señor duque del ifantadgo su señor – a cierta gente de jahén a la acequa – gorda en la vega de granada – cobro en la hora su cuerpo fernando de arce su padre – y sepultolo en esta su capilla – año MCCCCLXXXVI. Este año se tomaron la ciudad de loxa. – Las villas de illora mocli y mote frio – por cercos en q padre y hijo se allaron
Se cuenta en torno a Martín Vázquez de Arce una vieja leyenda: Documentos hay pocos, y los mejores (aunque escuetos) son los que están tallados en su hermoso sepulcro. Murió en la vega de Granada, combatiendo con los moros, una tarde de julio de 1486, a los 26 años, acabando su gloriosa existencia de guerrero que junto a su padre y otros compañeros habían tomado al Islam las localidades granadinas de Moclín, Illora, Montefrío, Loja… ¿Pero fue realmente un fiero guerrero? ¿O un refinado humanista? ¿Un afeminado como le han querido ver otros? ¿Un bruto matarife de moros? En su lánguida secuencia de gestos, lector y espadachín, caben todas las sugerencias y las imaginaciones. Que cada uno piense lo que quiera. Martín Vázquez, de alabastro puro, todo luz y esencia, sonríe desde el más allá, leyendo el libro de su propia vida, el libro que otros han escrito sobre él, y él sabiendo que todo es mentira…
Medinaceli
De Cerca está Medinaceli, villa que fue un enclave estratégico de primera magnitud durante siglos, debido a su situación en la confluencia del valle del Jalón y el valle del Arbujuelo. A su alcazaba árabe parece que vino a morir, según algunos autores, el gran caudillo Almanzor el año 1002, presuntamente en ruta de retirada de la batalla de Calatañazor.
Vamos por los caminos que llevan tantos viajeros a Zaragoza y posteriormente a Barcelona. Estamos en tierras de Calatayud, tierras de Aragón y siempre acompañados de los protagonistas del Quijote. En esta ruta es posible ubicar episodios quijotescos. Aragón se menciona de forma imprecisa pero constante en la Primera parte del Quijote un 30 por cien frente a un 45 por cien en la Segunda Parte. Las burlas que Don Quijote de la Mancha sufrió por parte de unos duques, el breve periodo en el que Sancho Panza fue gobernador o el naufragio del barco encantado, son algunas de las aventuras que estos personajes vivieron en Aragón.
A su paso por estas tierras, Don Quijote y su escudero fueron descubriendo los tópicos aragoneses de aquel entonces, y quizá los de ahora también, como cuando la dueña de la duquesa advierte al caballero manchego que se guarde de unos catarros que “en esta tierra de Aragón son tan ordinarios”.
Anécdotas aparte, la ruta de este personaje por Aragón comienza en la Sierra de Albarracín, y pasando por Daroca llega al río Ebro, que lo atraviesa bordeando Zaragoza a la altura de Osera, zona donde tendrán lugar los episodios del barco encantado y el palacio del Duque,y desde la que continuará hacia el Este, pasando por Fraga y llegando a Cataluña.
Entre los lugares aragoneses retratados por Cervantes está la Ínsula Barataria, identificada como Alcalá del Ebro, y donde todavía existe el viejo caserón ruinoso, propiedad de los duques de Villahermosa, desde el que Sancho Panza gobernó esta isla, y donde se erige una lápida que recuerda la efemérides cervantinas y la gobernanza de su escudero.
Y en el capítulo 25 de la 2ª parte, dice Cervantes por boca de D. Quijote “Digo pues, que con todo su acompañamiento, llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Insula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno”.
El rey Alfonso VII, fundó el monasterio de Santa María de la Huerta en cumplimiento de una promesa que hizo en el cerco de Coria. Tierras de frontera entre Castilla y Aragón. Para este proyecto, el rey trajo en 1142, desde la abadía de Berdoues en Gascuña (Francia), una comunidad de monjes cistercienses, con su abad Rodulfo, que se alojó en un edificio muy pobre construido en un paraje llamado Cántabos, situado en el municipio de Fuentelmonge. El lugar elegido tenía escasez de agua y se decidió un traslado a las tierras cercanas al río Jalón, que se llevó a cabo en 1162.
Pedrola también se abrió un hueco en el itinerario quijotesco, en el episodio en el que Don Quijote sufre la burla de unos duques que se relacionan con los de Villahermosa, “la familia más potente de Aragón en aquel momento”, ha comentado Lasheras.
De alguna manera, Don Quijote representa una visión de la sociedad estamental y antigua, que se contrapone con la situación de los nobles aragoneses quienes, teniendo una función social de carácter ético, se dedican, sin embargo, a “perder el tiempo burlándose de un loco”, ha profundizado Lasheras.
El Quijote no entra en Zaragoza “No pondré los pies en Zaragoza , y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de este historiador moderno, y echarán de ver las gentes cómo no soy el Don Quijote que él dice”. Sin embargo, si el Quijote de Cervantes hubiera entrado en Zaragoza, se hubiera mostrado “una Zaragoza moderna frente al resto del Quijote que es rural”, algo que impidió el Quijote apócrifo que Cervantes identificó como un escrito por un aragonés.
Alhama de Aragón
Pasamos por Alhama de Aragón. Reconocida desde época romana por su aguas medicinales y que fue conquistada por Don Rodrigo Díaz de Vivar. Las propiedades de sus aguas han sido conocidas y explotadas por romanos y árabes. Al establecimiento de los balnearios para el uso minero medicinal y hasta “milagroso” de sus aguas, debemos que Alhama sea conocida y famosa no sólo en España, sino en el mundo. Es probable que Cervantes mojase sus posaderas en estos lares.
Siguiendo la ruta y de camino hacia Calatayud, se pisa la villa de Ateca. pueblo este que fue ocupado por Don Rodrigo Díaz de Vivar, Cid Campeador en 1081; según el Cantar de mio Cid, tras fortificar el cerro de Salvasoria, los tres castillos más importantes en esta zona —Peñalcázar, Ateca y Terrer— le pagaron parias. Esta relación con el héroe castellano propicia que hoy Ateca forme parte del Camino del Ciden cuyo Cantar de Mio Cid, aparece este verso:
E paso a Alfama, la foz ayuso va,
passó a Bovierca e a Teca, que es adelant,
e sobre Alcocer mío Çid iba posar,
en un otero redondo, fuerte e grand;
açerca corre Salón, agua nol puedent vedar. (vv. 551-555)
Valga decir, y como nota, que aparece nombrada en 1614 en el Quijote de Avellaneda en el tomo II, parte IV, capítulo V, cuando Don Quijote tiene una disputa con el guarda de un melonar de la localidad cuando se dirige a unas justas a Zaragoza, por lo que se detiene en la plaza Ateca, .
Calatayud
El conjunto defensivo urbano de Calatayud, abrio las puertas a Don Quijote. Este conjunto defensivo es el más antiguo de los construidos por los árabes en la Península, y también uno de los más antiguos del mundo islámico.
Su nombre no ofrece lugar a dudas sobre su origen: Qal´at Ayyub que en árabe significa castillo o fortaleza de Ayyub. Según el obispo Jiménez de Rada, del siglo XIII, sería fundada por el emir Ayyub ben Habib al-Hajmi, tercer emir de Al-Andalus, en el año 716, habiéndose mantenido este nombre hasta hoy sin apenas alteraciones. Con gran probabilidad, este primer núcleo originario, del siglo VIII, fuese lo que hoy se conoce como castillo de Doña Martina.
Muchas de sus iglesias con sus torres octogonales, antes fueron mezquitas.
La Judería. Un paseo muy interesante por Calatayud lo puedes hacer recorriendo las calles que conformaban lo que antaño fue la judería. El barrio de la judería se ubicaba próximo al castillo de Doña Martina, el más antiguo del recinto árabe, y se define en callejuelas estrechas de piedra que por la noche son un pelín tétricas.
Años antes que Don Quijote, por estas tierras pasó el aguerrido Rodrigo Díaz de Vivar y en el capítulo XXXIII de la Segunda Parte del Quijote, se habla de él de este modo: “ Cuenta pues la historia que Sancho no durmió aquella siesta, sino que, por cumplir su palabra, vino en comiendo a ver a la duquesa, la cual, con el gusto que tenía de oirle, le hizo sentar junto a sí en una silla baja, aunque Sancho, de puro bien criado, no quería sentarse; pero la duquesa le dijo que se sentase como gobernador y hablase como escudero, puesto que entrambas cosas merecía el mismo escaño del Cid Rui Diaz Campeador”
Tierras de Calatayud, tierras de Aragón y siempre acompañados de los protagonistas del Quijote. En esta ruta pisada por Don Quijote, Cervantes nos muestra el carácter del aragonés. Aragón se menciona de forma imprecisa pero constante en la Primera parte del Quijote un 30 por cien frente a un 45 por cien en la Segunda Parte. Las burlas que Don Quijote de la Mancha sufrió por parte de unos duques, el breve periodo en el que Sancho Panza fue gobernador o el naufragio del barco encantado, son algunas de las aventuras que estos personajes vivieron en Aragón.
Entre estas tierra de literatura novelesca y caballera surca regando huertas y campos el río Jalón. Río quijotesco que don Miguel de Cervantes hizo transitar por él a sus dos principales personajes en su ida y venida a Barcelona, hubicandose episodios muy representativos relacionados con tanta e infeliz felicísima aventura.
Sobre la colina de Bambolla, y muy cerca de Calatayud, se encuentra Bilbiris. Una ciudad romana que da nombre al gentilicio de los habitantes de la villa de Calatayud, bilbiritanos. Tierra del poeta Marco Valerio Marcial. “… Tú que frunces el ceño y lees estos poemas de mala gana, ojalá que sientas envidia de todos, envidioso, y que nadie te envidie a ti”.
Cervantes en su caminar por la vieja Iberia, tuvo que cruzarse con estas ruinas y tierras lusonas. Tierras que abarcan la comunidad de aldeas de Calatayud comprendida por los municipios: Abanto, Alarba, Alconchel de Ariza, Alhama de Aragón, Aniñón, Arándiga, Ariza, Ateca, Belmonte de Gracián, Berdejo, Bijuesca, Bordalba, Bubierca, Cabolafuente,
Calatayud, Calmarza, Campillo de Aragón, Carenas, Castejón de Alarba, Castejón de las Armas, Cervera de la Cañada, Cetina, Cimballa, Clarés de Ribota, Codos, Contamina, Embid de Ariza, El Frasno, Fuentes de Jiloca, Godojos, Ibdes, Jaraba, Malanquilla, Maluenda, Mara, Miedes de Aragón, Monreal de Ariza, Monterde, Montón, Morata de Jiloca, Morés, Moros, Munébrega, Nigüella, Nuévalos, Olvés, Orera,
Paracuellos de Jiloca, Paracuellos de la Ribera, Pozuel de Ariza, Ruesca, Saviñán, Sediles, Sisamón, Terrer, Tobed, Torralba de Ribota, Torrehermosa, Torrelapaja, Torrijo de la Cañada, Valtorres, Velilla de Jiloca, Villafeliche, Villalba de Perejil, Villalengua, Villarroya de la Sierra y La Vilueña.
Don Quijote y su escudero fueron descubriendo los tópicos aragoneses de aquel entonces, y quizá los de ahora también, como cuando la dueña de la duquesa advierte al caballero manchego que se guarde de unos catarros que “en esta tierra de Aragón son tan ordinarios”.
Don Quijote hace tiempo que dejó la sierra de Albarracín y ahora va buscando las aguas mansas del Ebro.
Don Quijote y su creador Cervantes, es bien seguro que tuvieron que arrodillarse en el interior de la ermita de la Virgen de Cabañas
Alcalá del Ebro, Doña Godina y Alagón.
Daroca llega al río Ebro, que lo atraviesa bordeando Zaragoza a la altura de Osera, zona donde tendrán lugar los episodios del barco encantado y el palacio del Duque,y desde la que continuará hacia el Este, pasando por Fraga y llegando a Cataluña.
Entre los lugares aragoneses retratados por Cervantes está la Ínsula Barataria, identificada como Alcalá del Ebro, y donde todavía existe el viejo caserón ruinoso, propiedad de los duques de Villahermosa, desde el que Sancho Panza gobernó esta isla, y donde se erige una lápida que recuerda la efemérides cervantinas y la gobernanza de su escudero.
“Y en el capítulo 25 de la 2ª parte, dice Cervantes por boca de D. Quijote “Digo pues, que con todo su acompañamiento, llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Insula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno”.
Daroca llega al río Ebro, que lo atraviesa bordeando Zaragoza a la altura de Osera, zona donde tendrán lugar los episodios del barco encantado y el palacio del Duque,y desde la que continuará hacia el Este, pasando por Fraga y llegando a Cataluña.
Entre los lugares aragoneses retratados por Cervantes está la Ínsula Barataria, identificada como Alcalá del Ebro, y donde todavía existe el viejo caserón ruinoso, propiedad de los duques de Villahermosa, desde el que Sancho Panza gobernó esta isla, y donde se erige una lápida que recuerda la efemérides cervantinas y la gobernanza de su escudero.
“Y en el capítulo 25 de la 2ª parte, dice Cervantes por boca de D. Quijote “Digo pues, que con todo su acompañamiento, llegó Sancho a un lugar de hasta 1.000 vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Insula Barataria, por lo barato con que se le había dado el gobierno”.
Sobre una de las curvas del Ebro, los Árabes construyeron un castillo [Alcaba] en una elevación de unos 10 m. sobre el nivel del río, que quedaba transformado en una isla en las crecidas. A su alrededor, nació un caserío y un pequeño poblado que, en 1606, en que Cervantes escribió la segunda parte del Quijote, dice en él que tenía mil fuegos. Hoy sólo quedan las ruinas y una casona que utilizaban los Duques en sus monterías y que hoy en ruinas, es aún propiedad, del Ducado de Villahermosa. Esta casona fue el Palacio de Sancho Panza.
En La Almunia de Doña Godina, Don Quijote creyó que Sancho creyó que se había propinado más de mil azotes con el afán de ver una promesa cumplida y lograr el desencantamiento del Dulcinea del Toboso sobre su amo. Capítulo 71 de la Parte Segunda:
“Llegó la noche, esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo, pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo se habían quebrado y que el día se alargaba más de lo acostumbrado, bien así como acontece a los enamorados, que jamás ajustan la cuenta de sus deseos. Finalmente, se entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban, donde, dejando vacías la silla y albarda de Rocinante y el rucio, se tendieron sobre la verde yerba y cenaron del repuesto de Sancho; el cual, haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y flexible azote, se retiró hasta veinte pasos de su amo entre unas hayas. Don Quijote, que le vio ir con denuedo y con brío, le dijo:
—Mira, amigo, que no te hagas pedazos, da lugar que unos azotes aguarden a otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te falte el aliento, quiero decir que no te des tan recio, que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y porque no pierdas por carta de más ni de menos, yo estaré desde aparte contando por este mi rosario los azotes que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
Ya en Alagón el Jalón en un abrazo se une al Ebro. En el capítulo 27 de la Parte Seguda, se nombra a tan majestual río: “ver primero las riberas del río Ebro y todos aquellos contornos antes de entrar en la ciudad de Zaragoza”
La cocina cervantinoquijotesca
Este rey de la cocina manchega es citado por el gran Sancho en el capítulo XLIX de la segunda parte de El Quijote cuando protestaba contra el médico que le recomendaba sobriedad:
La cenas, ya se sabe que “de grandes cenas están las sepulturas llenas”. Se dice del Salpicón lo que sigue: …le dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla y unas manos cocidas de ternera, algo entrada en días. Entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón o gansos de Lavajos; y entre la cena, volviéndose al doctor le dijo: Mirad, señor doctor, de aquí en adelante no os curéis de darme de comer cosas regaladas ni manjares exquisitos, porque será sacar a mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado a cabra, a vaca, a tocino, a cecina, a nabos y cebollas…
Lo que el maestre Sala puede hacer es traerme estas que llaman ollas podridas.
Ingredientes:
1 kg. de magro de ternera
1 cebolla grande
1 huevo duro
2 pimientos rojos y 2 dientes de ajo
1 ñora
1 vaso de vino blanco seco
8 granos de pimienta negra
2 clavos de olor y 1 hoja de laurel
1 ramita de tomillo
2 pizcas de azafrán
Aceite de oliva virgen, sal y pimienta
Elaboración:
Para elaborar esta receta que tanto gustaba a Sancho hemos de partir la carne en cuadrados pequeños del tamaño de garbanzos. La cebolla y los pimientos se cortan en trozos grandes. La ñora lavada y limpia, el ajo sólo pelado. El azafrán con los clavos y la pimienta, majados en mortero y un poco de sal gorda le darán el toque justo de especias tan apreciadas en la época para conservar los alimentos. En una olla, como siempre de barro si es posible, con una cucharada de aceite de oliva ponemos todo a fuego lento. A los cinco minutos cubrimos con agua y lo tapamos. A fuego fuerte diez minutos, después a fuego lento hasta que esté listo. Retirar las grasas y la espuma para un resultado final exquisito. Cuando la carne esté tierna se añade sal y pimienta. Rociar el guiso en el momento de servir con aceite de oliva. En verano se sirve frío con un sazonamiento jugoso pero sin caldo.