¿Por qué escogió Cervantes La Mancha como el escenario de las andanzas de su Alonso Quijano? 

¿La escogió como escenario de su obra maestra porque él conocía y dominaba este  territorio y además porque era una atrasada zona campesina cuyo nombre era suficiente para provocarle la sonrisa irónica a sus cultos lectores?

Parece fuera de duda que Miguel de Cervantes conocía perfectamente esta zona del interior de la península española, la conocía orográficamente así como su naturaleza, su historia, sus gentes, sus costumbres, sus tradiciones, su idiosincrasia: hasta dieciocho veces la llegó a cruzar, la última de las cuales en el año 1600 cuanto él contaba ya 53 años.

Nos presenta Cervantes una Mancha no urbana, que reconstruye con sus recuerdos, con sus experiencias y sus saberes de primera mano acomodándola a su propósito. Una Mancha de labriegos, pastores y sencillos aldeanos que él conoce bien y que detalla cuando se ocupa de las andanzas de sus personajes D. Quijote y Sancho y no tanto, ni mucho menos, cuando nuestros personajes salen de ella.

 

La Mancha, llamada Al Mansha por los árabes, es el significado de tierra seca, páramo, como nombre y significado morisco. Es una tierra árida y áspera de monte bajo que se distingue claramente de las que le rodean por su color y características. Es también una tierra de frontera, en este caso con la Corona de Aragón y que aporta un aspecto de pobreza, quemada por el sol y con escasez de agua.

Sobre la base de un país que Cervantes conocía bien, inventó una geografía, en parte real y en parte imaginada. Porque lo que Cervantes hace en muchas de sus descripciones es ofrecer una Mancha como tierra plena de prados, de florestas, de alamedas y de sotos, de fuentes, de ruiseñores, de cascadas y de lagos. En su novela hay rumores de agua, umbrías frescas, fiestas bucólicas. Pero también, claro está, los ecos del sol abrasador aparecen claramente reflejados. Realidad con fantasía para servir de marco a la novela más universal.

¿Tiene la obra algo de biografía personal?

 

Inevitablemente, sí. Cosa perfectamente lógica, lícita y natural. Pero mucho cuidado habrá que tener en el rastreo de esas huellas biográficas porque estamos ante un escritor muy inteligente, hábil, dominador de su oficio, dotado de un gran sentido del humor y provisto de un acerado estilete burlesco. Igualmente encontramos en la obra elementos de crónica, ecos de historia, puntos de reflexión filosófica, porque estamos ante un libro de entretenimiento y a la vez, de reflexión moral. Hay burla y sátira.

El Quijote fue mucho más que una mera crítica de los Libros de Caballerías porque en sí mismo contiene elementos satíricos de esa sociedad, de la política que vivió, del poder, de las instituciones. Cervantes construyó un complejo y rico edificio, una obra abierta –como gusta decirse ahora-. Por eso, Don Quijote reúne en su persona un sinfín de valores y de atributos de difícil equiparación, justicia, grandeza, bondad, libertad, idealismo, verdad, honradez, sacrifico, abnegación, renuncia, pobreza, ingenuidad, determinación, servicio, ejemplaridad, voluntad, amor, desinterés, honor, valentía, discreción, juicio, sentido común…Y de su creador se ha dicho que era librepensador; revolucionario; rebelde; humanista; antifanático; antiimperialista; azote de dogmáticos, inquisidores y reaccionarios; subversivo, libertario; tolerante; liberal; progresista; erasmista; compasivo; idealista; moderno; ilustrado; anticipador de las ideas de dos siglos después; pacifista; aventurero; feminista; generoso; anarquista; soldado y conquistador…y sobre todo, el fundador de la novela moderna porque en su novela “exploramos lo real.

Lo real es más que la realidad. Lo real es también la realidad de la imaginación, no solo lo que la literatura refleja, sino lo que crea. El ejemplo supremo es Don Quijote. ¿Concebimos la realidad sin D. Quijote?

Estamos pues ante una obra abierta. Ante un pozo sin fondo, proclive, por tanto, a la discusión y a la polémica.

La obra de El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha e Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha es el semejante de Miguel de Cervantes, no hay duda. La geografía, las costumbres, toponimia, historia y paisajes son las mismas que a él le alimentaron la inspiración. Don Quijote de la Mancha es el león manchado que no siendo limpio de sangre tiene una mancha (desciende de judios). Siguiendo la estrella llega a su redención cuyo punto de partida es la afirmación, Yo se quien soy. Suspira Dulcinea, vida de vida, fuerza, desterrada, limpia por las virtudes…Cuando en cada encrucijada tiene algo que resolver Dulcinea, la Schejina, se presenta a la memoria y revive. No cumple porque alguien lo mande y sí porque la acción es justa…Don Quijote de la Mancha es un hombre justo que pone músculo a la idea de la libertad. Siendo Don Quijote de la Mancha el semejante de Miguel de Cervantes Saavedra, éste era de pensamiento judío.

¿Qué época envuelve la vida y obra de Cervantes?

Hay en Cervantes Clasicismo, Renacimiento y Barroco. Estamos ante un hijo del último Renacimiento que quiere conservar lo que queda y evitar la decadencia que se atisba. Podríamos decir que se observa el paso del Renacimiento al Barroco al analizar la Primera y Segunda Parte de la obra. Por un lado es un clásico porque transforma la aventura externa en aventura interior pero, a su vez, es un escritor barroco porque no se dirige a un círculo minoritario social e intelectual sino que quiere abarcar a todos, del inteligente al tonto, del culto al ignorante, del melancólico al alegre.

Históricamente Miguel de Cervantes abarca los últimos días del reinado de Felipe II, la monarquía universal, y los primeros de Felipe III cuando España es todavía una primera potencia mundial y se atisba ya su declive, el final de un periodo, el agotamiento y la ruina. Aquí Cervantes, a través de su inmortal personaje, marca un único camino a seguir: el de la verdad, la justicia y la libertad.

Dentro del clima espiritual y cultural generado por el mandato de Felipe II, y en contexto de la correspondiente situación política, el Quijote fue el único libro que defendía la libertad de expresión del siglo XVII, cuestión altamente insólita en aquella época. Y su autor lo hizo a su manera, con la sutilidad de que era capaz cuando el magin así se lo dictaba, sugiriendo, impregnando sus palabras de belleza e ironía. Pero con rotundidad y sin esconderse cuando la necesidad lo demandaba: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los Cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que venir a los hombres.”

Un Miguel de Cervantes estudiante en el madrileño Estudio dirigido por el reverendo Hoyos mata a un caballero, es condenado por homicidio, huye, es herido en la batalla de Lepanto y fue cautivo en Argel. Quizás naciese en Alcalá de Henares (1547) y tuvo una azarosa vida, en su infancia visitando a su abuelo en sus puestos de administrador de las Tierras del Infantado, después en Cuenca siendo teniente de Corregidor, luego azarosa vida de joven, con alternancias en sus amoríos, más tarde aventurero por tierras del mundo, fue soldado, camarero del cardenal Acquaviva, se relacionó con los Zúñiga, Pimentel, Requesens, Lerma, Lemos, Colonna, lucho en Lepanto, conoció y viajó por España, Portugal, Italia, Sicilia, Francia, Flandes, Alemania, Berbería y en 1581 desde Tomar (Portugal) es enviado como embajador del Rey a Orán. Toda su vida se refleja en su obra.

 

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