Seres mitológicos, historias y leyendas que se han ido fraguando a lo largo de los años, con múltiples influencias y transmitidas de padres a hijos, de abuelos a nietos y contadas por muchos de los grandes escritores que tuvieron su cuna en esta rica tierra.
Historia nunca olvidada, pero quizá un poco abandonada en los tiempos modernos, parece que adquiere en los últimos años un nuevo auge, despertando un interés en los más jóvenes, que quieren conocer los orígenes de su pueblo en todas sus vertientes y las múltiples leyendas que le acompañan.
Y contemplando sus bloques, sus montañas y su extenso mar, quizá podamos adivinar en ellos la magia que desprenden los seres fantásticos que desde tiempos inmemoriales en ellos habitan, comenzando por la anjana, el ser más bondadoso y al mismo tiempo, popular. Las anjanas tienes su origen en las hechiceras de la Edad Media, y son unas pequeñas y dulces hadas de blanca piel y largas trenzas que pasean por las sendas de los bosques ayudando a los animales, a los pobres y a las personas de buen corazón. Son amigas de los enanucos bigaristas, que viven en los troncos de los árboles y ayudan a aquel que lo necesita. Pese a ser un personaje bondadoso, la anjana no duda en castigar a aquel que lo merece, como es el caso del monstruo más desagradable que nos podemos encontrar: el ojáncano, que representa el mal, el odio y la destrucción. Gigante de un solo ojo, largas barbas y pelo rojo, vive en profundas y malolientes cuevas y se dedica a destrozar árboles, raptar a muchachas, robar y matar a animales y destruir puentes, especialmente cuando se enfurece en los días en que soplan fuertes vientos. Su principal enemiga es la anjana, que es su antítesis, y que podrá destruirlo si le arranca un pelo rojo de la barba. Su compañera de viaje es la ojáncana, personaje igualmente sanguinario pero aún más perverso. También de apariencia monstruosa, se caracteriza porque tiene unos pechos tan enormes que suele llevarlos colgados a la espalda. Se alimenta de los niños que caza al extraviarse por el bosque, y roba alimentos cuando visita los pueblos cercanos a la cueva en la que habita despertando el terror de sus habitantes.
También podemos encontrar otros seres más traviesos, como los nuberos, pequeños duendes que se desplazan en nubes que fabrican ellos mismos, provocando tormentas que a veces causan grandes destrozos, solo para divertirse.
Por suerte, otros personajes se dedican a prestar ayuda, como es el caso de un hombre alto y serio, el musgosu, que vaga por las montañas tocando su flauta para guiar a los pastores que se han perdido.
En una vertiente más picara, tenemos al tentirujo. Es un duende de orejas puntiagudas cuya diversión consiste en pervertir a las mozas a las que consigue acercarse mediante sus caricias.
Existen también de leyendas referidas a seres mitológicos que nacieron humanos, como el caso del famoso hombre pez de Liérganes, cuyo origen es un muchacho que despareció un día nadando en las aguas de Bilbao, que acabaron engulléndole. Al cabo de varios años, apareció delante de unos marineros en Cádiz, que le sacaron del mar y al salir, pronunció el nombre de su pueblo, donde fue llevado de nuevo. Nueve años después de su regreso, desapareció lanzándose de nuevo al mar. Por lo visto, allí había encontrado su hogar.
Las historias de estos seres llenan la provincia de este a oeste y de norte a sur, enriqueciendo la cultura popular y añadiendo un toque de magia a estas bellas e impresionantes tierras.