José Luis Najenson, el alquimista de la poesía.
Este cordobés de la Argentina nació en esta sufrida y hermosa tierra hace ya algunos años. Es Doctor en Filosofía y Master en Ciencias Políticas; Licenciado en Historia y Antropología .Miembro Correspondiente en Israel, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ANLE . Es Director Literario del Instituto Cultural Israel-Ibero América, de Jerusalén, Israel, y Editor de su Revista Cultural “Carta de Jerusalén”. Es Director del “Capítulo de Jerusalén”, asociado a la Academia Iberoamericana de Poesía (AIP), de Madrid y encima es poeta y escritor con más de 20 libros publicados y… tienen es su haber más de 90 premios literarios. Toda una joya literaria que actualmente reside en Israel.
Poemas retobados
PROEMIO
Como lo sugiere un bello y profundo tratado hermético, el “Kibalión”, las oposiciones, aun las más tajantes, no son realmente excluyentes; toda una gama de variaciones y matices se encuentra entre ellas, formando más bien un continuum potencialmente infinito. Así, lo triste y lo alegre, lo verdadero y lo falso, lo pío y lo impío, lo sagrado y lo profano, y, más aún, lo bello y lo feo, entre otros opuestos, nunca lo son de manera absoluta.
La ponderación de la belleza que pueda contener la fealdad, y viceversa, constituye el leitmotiv de este breve poemario que, admito, no se inspira en las presuntas vanguardias contemporáneas de la New Age o el post-modernismo, sino en una relectura de la poesía macabra que impactó nuestra primera juventud: la de los poetas hispanos de “fin de siglo”, a caballo entre el XIX y el XX, sobre todo los bardos suicidas colombianos: José Asunción Silva, Claudio de Alas, Guillermo Valencia, entre otros, que mi generación perdida leía a escondidas de los maestros y los curas en los años 50, cuando, a la homérica edad de trece años, y aún menos, comenzábamos a borronear nuestros propios poemas.
Más tarde, abandonamos a estos ídolos tempranos, desesperados e inconsolables, cuya poesía rayaba en lo “negro”, como diríamos ahora, por otros modelos más mundanos o ideológicos. Hoy, a la vuelta del nuevo siglo y milenio, aquella poesía rebelde y “maldita” de Sudamérica vuelve a resonar en mis oídos hartos de tanta actualidad, globalidad y hedonismo.
He preferido, empero, llamar a la mía, modestamente, para salvar las diferencias y distancias entre ambas, un ejercicio en poesía “retobada”; significando este último término en varios países de América Latina: “indómito”, “obstinado”, “respondón”. Al fin, el Hombre es el único animal que sabe que ha de morir, y por eso tiene licencia para escribir, uno de sus consuelos.
EL NIGROMANTE
“Y era una noche, oscuridad y viento”
(Claudio de Alas: “El poema negro”)
El nigromante hablaba con los muertos
bajo la luna azul del camposanto,
las cruces enredadas por el viento
vibraban a su paso.
Se detuvo ante una tumba reciente
apenas excavada en ese día,
aún se olía el ramo de claveles,
la tierra removida,
y el alcohol derramado entre las piedras
del túmulo, como ofrenda votiva
de los hombres que amaron a la muerta
mientras ésta vivía.
Era una “loca”* pobre del Abasto**
tan joven, que ni los pechos lucía,
y se había matado por desgano
colgada de una viga,
con su propia enagua deshilachada
que luego por mortaja le pusieron.
Las otras “locas” de la calle brava
pagaron el entierro.
El nigromante cavó con sus manos
hasta hallar el cajón; después de abrirlo,
y elevando el cadáver sin tocarlo,
musitó un viejo hechizo
que quemaba los labios. Y con ella,
levitó sobre las criptas doradas
sosteniendo la enagua, esa bandera
como una copa intacta.
Parecían cigüeñas copulando
lejos del nido y en soberbio vuelo
nupcial. En el colmado cementerio,
no había ecos ni pájaros.
El nigromante abrazó a la ramera
con todos sus huesos desorillados,
que la muerte aflojara en su terneza
de madrastra sin llanto.
Y la enterró de nuevo en el sepulcro
con una rosa negra en su regazo
y otra oración silente. Un sol oscuro
brilló de pronto en lo alto.
*“loca”: prostituta ** Abasto: mercado popular de Buenos Aires
LA BRUJA ES HERMOSA
La bruja no es como dicen los cuentos
narigona y horrible y encorvada,
sino tan bella como la heroína
de esos mismos cuentos, o bien los de hadas.
Que las brujas son feas, es invento
de todas las iglesias conjuradas
que siempre han combatido la hermosura
de la mujer, una pobre artimaña,
para ocultar qué excelsa brujería
es ese don que tanto las espanta
por ser obra de Dios en su porfía.
El Gran Brujo de Arriba, también Poeta
creó belleza y fealdad de la entraña
de la nada, esa pasión secreta.
ERO-GEOMETRÍA
“El que no sea geómetra que no entre”
(Inscripción en el Pórtico de la Academia)
Me duele,
la dureza cónica de tus pechos,
el triángulo escindido de tu pubis,
el secreto teorema de tus nalgas.
Me alivia,
el óvalo perfecto de tu rostro,
la vaga redondez de tus caderas
bajo el suave vértice de tu espalda.
Me alarma,
la polígona prisa de tus labios,
la huera simetría de tus muslos,
el punto infinito de tu mirada.
* * *
La trigonometría
siempre me ha parecido
una ciencia lasciva.
Entre seno y coseno
tangente y co-tangente
esconde sus delicias.
* * *
Pitágoras y su Musa
inventaron el terceto
aquél de la hipotenusa
con sus virtuales catetos.
Y desde entonces, el reto
permanece, la confusa
función del otro cateto
es el sabido secreto
de la consentida Musa.
* * *
ERO-GRAMÁTICA (La Reina Sinalefa)
“La Gramática es la ciencia más veleidosa”
(José María Vargas Vila)
La Sinalefa y el falso Diptongo
Siempre copulaban gozosamente
En la adusta alcoba de la Academia.
Hasta que llegaba el pérfido Acento,
Con su cruel y desmañada violencia,
Y deshacía el apretado abrazo.
Cuando el acento ya había acabado
La muy bella y ardiente Sinalefa
Iba en busca de otro seudo-diptongo
Y luego de otro, otro más, y otro aún,
Sin hastío, ni pausa, ni sosiego,
Acuciada por su ninfomanía.
Gerundios y adverbios la contemplaban
Sin tocarla, los cautos participios
Y los verbos, huían de su presencia.
Al final del poema, todos los zánganos
Estaban muertos, pero Ella, la Reina,
vera luz oculta de la poesía,
Se mantenía, como siempre, ilesa.
POEMAS ENOLÓGICOS, ALGO IRREVERENTES
Agua y vino
El agua clara,
incesante,
insípida,
fluye de la fuente.
El agua es sólo
para lavarse.
Pero el vino,
¡ah! el vino
Sulamita,
cuánto mejor
es el vino
que tus amores.
VINO Y AGUA
El agua es transparente
apolínea,
cuando cae de arriba
imita pobremente a los dioses.
Es la cuna de las nereidas,
de las náyades,
siempre hidráulicas
eternamente aburridas.
El vino es turbio,
Dionisíaco,
trastorna los sentidos,
busca las raíces
de la concupiscencia,
descubre la mísera grandeza
de los mortales.
* * *
Etiquetado Poesía hispanoamericanapoetas latinos
¿Bajo qué cielo estaba escondido este poeta?. Sublime. Sus versos están llenos de sentimientos repletos de chocolate.
José Luis. Otra que le da las gracias por su poesía. Son maravillosas.
Muy buena la poesia
Un encanto de sentimiento en todos sus versos.