HUMOR, AMOR Y DOLOR EN CERVANTES, por Eduardo Aguirre
Humor, amor y dolor en Cervantes
Recorrer Andalucía a lomos de una mula para requisar grano y aceite, a quienes aún no se les había pagado la requisa anterior, ni en el XVI ni hoy puede ser considerado una bicoca de empleo. ¿Y cómo lo llevó Cervantes, aparte de que cualquier trabajo es mejor que ningún trabajo? Con humor, sin duda, que en él es sinónimo de ironía pero también de ternura y de sentimientos fraternales. No se puede escribir el Quijote sin llevar dentro vis cómica, que a la vez esté impregnada de una visión compasiva de las debilidades humanas.
En textos anteriores he mantenido, y sigo convencido de ello, que a cualquier escritor experimentado sus editores le pueden encargar una novela que conlleve un cambio de registro… salvo que se le pida escribir de humor a quien no lo tiene. Este no se improvisa, mucho menos se fuerza. Tal convicción me lleva a concluir que si bien el Quijote pudo ser una obra “pactada” con el librero y editor Francisco de Robles a Cervantes, para emular el éxito de ventas del Guzmán de Alfarache, algo que de lo que no existe prueba documental, si le hizo tal encargo fue porque creyó que el alcalaíno era la persona adecuada para tal reto, una vez le había contado el argumento o le leyó unas páginas. Es decir, Cervantes no habría recibido el encargo solo porque eran amigos o porque anduviese mal de dinero. ¿Alguien conoce a un buen editor que dé ducados a maravedíes? Sabía que Cervantes le iba a escribir algo divertido; quizá no tan complejo y profundo como finalmente resultaron las aventuras del hidalgo que se creía caballero andante, pero no tuvo duda alguna que haría desternillarse a los lectores. ¿Y por qué esa certeza? ¿Acaso La Galatea, que le editó su padre podía hacérselo prever? No. Lo sabía porque el exsoldado, excautivo, exalcabalero tenía mucha gracia, ángel, gracejo, duende… un humor suyo que le hacía destacar. No caigo en la tan denostada hagiografía por creerlo así.
El humor no se improvisa. No me refiero a la habilidad para contar con eficacia chistes en un mentidero o en una tasca, sino al que lleva dentro una concepción propia de la vida. Quevedo, gran escritor, tenía sarcasmo. Y Lope tiene su ingenio: en La Dama Boba, a la protagonista se le enseña un retrato de medio cuerpo de un hombre y cree que el pobrecito está así… demediado. Algo similar puede esgrimirse de las Coplas de Mingo Revulgo o del Entremés de los Romances… puede haber diversión y descacharre, pero la comicidad cervantina nos lleva a otros territorios más elevados. En el humor y en el amor pequeñas briznas de grado son abismos.
Dibujos de Marcel Nino Pajot
3 Replies to “HUMOR, AMOR Y DOLOR EN CERVANTES, por Eduardo Aguirre”
Gracias por aportar tan buena literatura cervantina
¡Bienhallado!
No sabía de ti desde los tiempos heroicos y me alegra ver que sigues ligado a hidalgas e ingeniosas aventuras .
Besos ,
¡¡Caramba!! ¿Sigue desayunando con diamantes?