
A la memoria y obra del profesor y amigo, Dr. Juan José Marín Hernández (2016), cuyo aporte y lucha quijotesca marcó la historiografía centroamericana, pero sobre todo la vida de muchas personas que tuvieron el privilegio de conocerlo a prender de sus enseñanzas y consejos.
El siguiente ensayo reflexiona entono a la obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha a través de su contexto temporal, el trasfondo humanista y su vinculación con el mundo actual; con el fin de comprender la historia y sociedad Cuenca en España y Costa Rica. Por tanto, se abordarán tanto el legado cultural y filosófico contenido en el texto, como las características geográficas y productivas de ambos territorios desde un enfoque socio-histórico.
La riqueza de la novela de Cervantes Saavedra no le limita al uso de la lengua y a los recursos literarios que dieron lugar a la novela moderna, sino que se expande a otras áreas como el estudio la política, las actividades económicas, prácticas cotidianas, las mentalidades y representaciones sociales tanto en Europa como en América, aspectos que se abordan a lo largo del presente trabajo.
Para aproximarse a los “tiempos del Quijote” se consideraron procesos tales como el período de contacto entre Europa y América, el surgimiento del capitalismo, el Siglo de Oro de Español, la Crisis Europea del siglo XVII, y otros posteriores como Revolución Industrial. Adicionalmente, se vincula otros componentes del texto con tópicos más contemporáneos entre los cuales se encuentran la mundialización, la preminencia de la economía de mercado y el desarrollo de la desigualdad Centroamérica.

Como parte de análisis comparado “entre los dos mundos” se emplearon las narraciones, paisajes, personales y símbolos de la novela, tanto en la primera como en la segunda parte. En la última sección de este ensayo, se analiza la relevancia de esta pieza de la literatura universal para el ser humano de hoy, a partir de la fuerza y permanencia de los valores humanistas de Don Quijote y Sancho y de capacidad de enfrentar las situaciones con valentía y esperanza a pesar de las circunstancias. Aunado a esto se exponen casos de “quijotes modernos” ubicados en un momento donde el capitalismo salvaje y la globalización avanzada imponen su ley, y peor aún, en el que las personas han aceptado como natural e inmutable la injusticia y desigualdad social.

Los tiempos de Cervantes y de su Quijote
Las personas se parecen más a su tiempo que a sus padres. Este aforismo sintetiza gran parte del análisis y de la imaginación histórica, la cual permite comprender los procesos y el comportamiento social, a partir de la aproximación a la realidad vivida. Lo anterior se refleja con claridad en la creación literaria de Cervantes y de su más célebre escrito.
El mundo en el cual vivió Miguel de Cervantes Saavedra (1547 – 1616) estuvo marcado por grandes cambios sociales y económicos, los cuales, para muchos estudiosos, constituyen una etapa de transición, una coyuntura si se considera la visión de análisis de larga duración propuesto por Fernand Braudel (2001). Dicho contexto se suscribe en la Europa del siglo XVI-XVII, sin embargo, es posible establecer vínculos con otros territorios de Asia y de América.
Los procesos históricos que experimentó la España de la época, y en consecuencia sus habitantes, permite comprender las particularidades del llamado Siglo de Oro español. Dicha nomenclatura fue promovida por círculos de intelectuales durante el siglo XIX, lo cual forma parte de los campos y habitus, propuestos por Pierre Bourdieu para el estudio de la cultura, los conocimientos y las obras que derivan a esta (Córdova, 2003).
Para Pierre Vilar (1966), el contexto político y económico de la Europa del siglo XVI y XVII se caracterizó por ser una época compleja y contradictoria, pues a pesar de la enorme riqueza que se generó producto del tesoro americano, el efecto neto de este no permitió generar el despegue de España debido a diversas condiciones estructurales. Sobre este tema, señala que “el poderío español experimentó entre 1598 y 1620 una crisis decisiva, a pesar de la plata proveniente de las indias era más abundante que nunca” (p.1).

Un ejemplo de lo anterior fue el incremento de precios generado en el 1600, en la que España marchó a la cabeza. De este modo, “el trigo andaluz pasó de los 430 maravedís por fanega en 1595 a 1.401 en 1598; el trigo castellano, de 408 en 1595 a 908 en 1598” (Villar, 1966, p.2). Las implicaciones del aumento de trigo fueron enormes, debido a la importancia de este producto en la dieta de las personas de la región y de toda la Europa de este tiempo, aspecto que se evidencia con gran claridad en las consignas que dos siglos después impulsarían el proceso revolucionario francés bajo las consignas de “pan y tierra” y de las consecuencias de este evento, lo cual ha sido analizado por diversos especialistas tales como Michael Vovelle (1985).
El Siglo de Oro Español, paradójicamente, es uno de los períodos que más sufrió los embates de la pobreza, marginalidad y miseria la gente estas tierras. Lo anterior como producto de los problemas en la administración del estado español, las deudas contraídas durante sus campañas religiosas y de defensa de su imperio; pero además del impacto de la llegada del “tesoro de americano”, en la producción interna, la tierra y los precios. Esto como resultado de lo que algunos autores consideran consecuencias del parasitismo colonial.
Durante los tiempos del Quijote hubo profundos cambios en la producción agraria y manejo de la propiedad. Fue así como para inicios del siglo XVIII, el Imperio Español había “eliminado virtualmente a todos los americanos, recayó en un amplió feudalismo agrario” (Hobsbawn, 1966). Sobre este asunto, recordamos la crisis que se advirtió en la casa de don Alonso Quijano, en la cual indica las fanegas de tierra se la gastaba en la casa y libros de caballería.
La compleja situación económica de esta época la sufrió en carne propia el mismo Cervantes cuando se casó con Catalina de Salazar y Palacios en 1548, doncella que no llegaba a los veinte años, y la cual no tenía dote, pues se fue en el pago de deudas una vez que falleció su suegra (De Riquer, 2005, p. XLIX). Esto mismo situación, se observa en la segunda parte de la obra, al momento que Alonso Quijano, El Bueno, dicta testamento y deja parte de su riqueza a Sancho, la cual es poca pero considera que le servirá de algo. Aunque esta interpretación de esta obra literaria puede parecer arbitraria, no se puede negar que refleja mucho de la vida y época de Cervantes caracterizadas por la carestía y las peripecias.

Otro elemento histórico por considerar es la presencia y confrontación con la población musulmana en la península Ibérica. Sobre este asunto, temas tales como el encuentro y la participación de los moros en la vida cotidiana se abordan en las historias del Quijote. Este proceso es suma importancia y es motivo debate pues existen un debate acerca de la noción “reconquista de la península ibérica”, razón por la cual para algunos se debería usar el término de conquista, debido a la presencia y poderío que ejerció el Imperio Turco u Otomano por siglos en la región.
Uno de los elementos más llamativos que se observan en el Quijote es la visión sobre el accionar de los moros, ya que en lugar de condenarlos y culparlos de los problemas de su época, en muchas narraciones se resaltan cualidades positivas como su vasto conocimiento, desarrollo científico y literario. Esto se aprecia con gran claridad cuando se refiere a diversas historias de amor, aventura y desventura; pero quizás el ejemplo más claro es la alusión Cide Hamete Benengeli, el supuesto historiador musulmán que recopiló las andanzas de Don Quijote.
El continente americano durante la época en la cual vivió y escribió Cervantes, se caracterizó por el movimiento de seres humanos, mercancías, riquezas, entre estas tierras y Europa. Sobre este asunto, en la primera parte del Quijote, se habla de Hernán Cortes, lo que evidencia los deseos y anhelos de Cervantes por visitar América, sueño que nunca logró cumplir. Existe otra referencia sobre América, en segunda parte del libro cuando se alude al Potosí, como un lugar de riqueza y oportunidad. Este asunto, es muy curioso y sugiere la magnitud de la extracción de la riqueza y el triángulo establecido a través de Atlántico entre Europa, África y América. Para algunos investigadores este hecho constituye un hito en los procesos de globalización, especialmente desde el enfoque antiglobalizador.

El Siglo de Oro español fue una época de gran esplendor en la literatura y el arte en esta península. Sobre este asunto, es preciso recordar que la primera parte de El Quijote, fue publicada en 1605 y la segunda parte en 1615, lo que para muchos “inauguró el género de la novela moderna, pues su estructura rompe con los lineamientos establecidos en su época e incluye géneros a los que Cervantes parodia y supera” (Plata, 2005, p. 2). No obstante, la magia del Quijote, sobre la literatura dentro de la literatura, los juegos entre realidad y ficción, como si fueran matrioskas rusas, se encuentra en otras obras de carácter universal tales como Las mil y una noche, y obras de Shakespeare tales como La tragedia de Hamlet Príncipe de Dinamarca, donde se emplearon parte de estos recursos.
La Santa Inquisición forma parte del contexto histórico en el cual se realizado la obra del Quijote. Este aspecto es de suma importancia, pues la época en la cual surge esta obra, se contaba con un grupo de censores oficinales los cuales tenían el poder de regular la emisión de libros, razón por lo cual Cervantes evitó denunciar de forma directa las faltas de la Iglesia Católica y de sus representantes para prevenir que su manuscrito naufragara. En este sentido, el escritor utiliza diversos recursos para evitar entrar en confrontación con esta institución. Lo anterior se refleja en una de las aventuras más celebres cuando en horas de la noche se encuentran una iglesia y se escuchan unas campanas de una iglesia, ante este hecho don Quijote recomienda tener cuidado para no chocar de frente ella, lo cual es una clara referencia a la Inquisición y el Sensor oficial.
Cuenca en España y Costa Rica: un amor y una historia por recorrer
La obra de don Quijote de la Mancha posee un carácter universal debido a diversos factores tales como su capacidad para reflejar la condición y valores humanos más profundos. Sin embargo, también este texto posee una gran riqueza para aproximarse a comprender la cotidianidad, mentalidades, lenguaje y prácticas sociales de las personas de la época; elementos que se retomarán más adelante. Aunado a esto, existen otros elementos que merecen ser considerados con tales como los paisajes, topografía y clima de la España del periodo y el mundo americano.
Con respecto a la geografía de la provincia de Cuenca, existen algunos aspectos similares a los países latinoamericanos y en especial con algunas partes de Costa Rica. La Mancha es una zona caracterizada por su irregular topografía, la región de Cuenca Castilla-La Mancha se encuentra en sección central de la Península Ibérica, motivo por el cual se consolidó como un espacio estratégico de comunicación entre el norte y el sur. Además, este territorio es una de las actuales provincias de España más montañosas con un tipo de clima típicamente mediterráneo. De esta manera una extensa llanura domina el territorio, “ya que casi el 80% de la superficie regional no supera los 1.000 metros de sobre el nivel del mar” (Gobierno Regional de Castilla, 2011, p.1).
La presencia de sitios históricos en la Mancha es una característica esencial de la región, los molinos ubicados en la Sierra de la Paz, la presencia de monasterios, castillos, muros, campanarios, torres, iglesias, ventas y casas, así como sus bellos paisajes tales como las Lagunas de Ruidera forman parte del patrimonio cultural, entre otros lugares y de su atractivo, así como de su vino y famoso queso manchego. (RTVE, 2005).
El clima de provincia de Cuenca en España posee notables diferencias climáticas con respecto a Costa Rica. Sin embargo, en las principales cordilleras se desarrollan actividades agrícolas y oficios símiles. Esto se ejemplifica en las comunidades ubicadas en Los Santos en suelo costarricense, las cuales se caracterizan por la belleza de sus paisajes, labores agrícolas y por las costumbres de su gente, donde se entre mezclan tradiciones populares con festividades religiosas y cívicas. Además, las famosas “casas colgantes” de Cuenca en España guardan parecido con los pueblos enclavados en las imponentes montañas costarricenses, donde todavía es posible encontrar bucólicas escenas al mejor estilo de los pintores paisajistas de la década de 1930 de Costa Rica, conocidos La Nueva Sensibilidad o Generación de los Treinta.

Por otra parte, el cultivo de olivos, uvas, cereales y el pastoreo de Cuenca, la cual correspondiente a un clima típicamente mediterráneo, contrasta con producción de granos básicos, caña de azúcar y tubérculos en Costa Rica realizada desde la época colonial, que son el resultado de su ubicación dentro del Trópico de Cáncer, el eje montañoso central, así como la influencia del Mar Caribe y Océano Pacífico.
Un aspecto llamativo en cuanto a las formas vegetales es que en la narración de los paisajes por donde se gestan las aventuras de Don Quijote y San Panza, Cervantes describe en algunas ocasiones frondosos bosques y abundante vegetación, lo cual distan con la actualidad y evidencia procesos de transformación del espacio. Sobre este asunto, Romero (2006) sugiere que “la llanura tenía más árboles y existen menos tierras rotuladas, los montes no están tan pelados y había por tanto, por lo tanto era más adecuada para las aventuras que el de la actualidad” (p. 1) Este proceso es consecuencia del desarrollo de la agricultura y el pastoreo, especialmente de cereales y viñales. Para el caso costarricense un proceso similar se desarrolló durante el siglo XIX y principios del XX, con el cultivo del café el cual tuvo un enorme impacto en el ambiente, las masas boscosas, el acceso a la tierra e incluso en configuración de los pueblos; fenómenos que se presentaron especialmente en la región occidental del país y en la Zona de los Santos.
A pesar de las diferencias entre los parajes de Cuenca en España y Costa Rica, es posible encontrar puntos nodales tales como el apego de la población con la tierra, los animales, la humildad y sencillez de su gente, que lucha día a día por sobrevivir. Tal como se aprecia en la preocupación de Teresa Panza cuando pregunta a su esposo, en la primera parte de texto, sobre el estado de su burro, el cual considera como el sustento de familia. De este modo, el ambiente típico de la vida rural, donde el sonido los animales de crianza, el trabajo en el campo, las campanas de las iglesias se mezclaban con las melodías de las aguas y de los ríos que la riegan.
El vínculo entre España y Costa Rica durante la época colonial, se evidenció no sólo en el campo político y económico, en el modus vivendi, lo que se manifiesto en la producción y procesamiento del trigo en la ciudad de Cartago. De esta manera, mientras don Quijote luchaba contra los molinos de vientos en la Mancha, en las tierras costarricenses, se molía el trigo en dicho poblado durante siglo XVII, con el fin de satisfacer las necesidades de los españoles durante el desarrollo de su proyecto colonialista. A pesar de la distancia temporal, en este aspecto se reflejan elemento de la cotidianidad de las personas de la época y de su mundo, lo que evidencia los vínculos entre la sociedad europea y la surgida en América a partir del período de contacto.
Imaginar a don Quijote y Sancho Panza paseándose por las tierras americanas suena como locura fruto de “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace…”; sin embargo este ensueño fue elucubrado por algunos escritores a principios del siglo XX cuando imaginaron al Caballero de la Triste Figura por parajes tan curiosos como La Paz en Bolivia o la ciudad de Alajuela en Costa Rica a principios del siglo XX, entablando conversaciones con sus pobladores tal como describió Carlos Gaginni en un cuento publicado en 1920 en la Revista Ariel. En ambos casos, los escritores superaron los obvios contrastes del espacio físico, con el fin de enarbolar los ideales quijotescos frente a la injusticia y tiranía que encentraron a su paso.
La presencia del Quijote en la intelectualidad costarricense se evidenció desde muy temprano en las colecciones de revista Ariel y Repertorio Centroamericano difundidas en el primer tercio del siglo XX en Costa Rica y otros países donde se difundieron estos medios. Estos espacios fueron la plataforma para la difusión de ideas de intelectuales costarricenses y latinoamericanos sobre diversos temas y preocupaciones de su época. Entre 1912 y 1940 se produjo comentarios, cuentos, poemas y escritos sobre la obra y su autor. Incluso en 1916, se realizó una actividad en el Teatro Nacional de Costa Rica y una edición especial de la Revista Ariel para celebrar el trecientos aniversario de la muerte de Cervantes Saavedra. Aunado a esto, en una crónica realizada en el Repertorio Americano del año de 1933, se menciona la gran afluencia que tuvo la conferencia dictada por la señorita Margot Arce, docente de la época, en el Salón de Actos de la Escuela Superior Central.
En la mayoría de los escritos realizados, se resaltaban el valor literario y humanista de la obra, solamente en un artículo por Isidro Marín Calderón, se utilizó la figura de Quijote y Sancho Panza como símbolos de lucha y valentía ante los avatares de su época (Revista Ariel, n. 16, 1916). Lo curioso de este aspecto es que el escritor utiliza estos símbolos y sus andanzas para criticar duramente la política y líderes de su época a los que considera de débiles y pusilánimes. La evocación de Don Quijote y Sancho Panza también estuvo presente también la plástica nacional en grabados, oleos y escultura inclusiva en murales realizados en la primera parte del siglo XX en Costa Rica, verbigracia obras de Max Jiménez, Luisa Gonzáles de Sáez, Néstor Zeledón Varela, Mario Gonzales Feo, entre otros artistas. Por tanto, la obra del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, ha constituido un puente entre España y América, la cual para el caso costarricense se plasmó en el trabajo generado por maestros, escritores y artistas desde inicios de la centuria anterior.
En síntesis, quizás la mayor similitud entre la zona de Cuenca y Costa Rica, son la vinculación con la vida familiar, sus creencias y modos de vida. Esto se cristaliza en la descripción de las actividades y rituales entorno a nacimientos, bodas y fallecimientos; así como de labores tradicionales entorno a la siembra, la cosecha, el comercio y la crianza de animales. Asimismo, en las vivencias de las personas del pueblo, donde el realismo, la fantasía y la exploración de las más profundas emociones del corazón del ser humano, son el motor de un sin fin de aventuras y acontecimientos a lo largo de la novela.

La cotidianidad de la gente de la manchegos y costarricenses
Los libros reflejan mucho de su autor y de la época en la cual fueron escritos. Esta premisa básica del análisis literario facilita también la exploración de estas obras como fuentes históricas. En este sentido, el Quijote es un filón de elementos que permite comprender las tradiciones, creencias, celebraciones, prácticas cotidianas, así como de la vestimenta, alimentación y el lenguaje de distintos grupos sociales del siglo XVI y XVII. Esto se cristaliza en la denuncia sobre los males y vicios de la sociedad de la época son recurrentes en el Quijote. Ejemplo son las novelas de caballería ya que reflejan las aventuras y hazañas, virtudes y contradicciones de la nobleza, el ejército español y la naciente burguesía; y por puesto de forma muy sutil a las autoridades españolas y la Iglesia Católica.
La obra también reconstruye aspectos de la economía de la época por medio de la referencia a medidas de peso, tierra y monedas que se utilizaban en el periodo. Además, Cervantes, a través de su pluma, narra la vida de las ciudades y del campo, la cotidianidad de las ventas, comercios y las casas de la élite, los artesanos y campesinos. Por tanto es innegable la manera como esta magnífica obra nos transporta en el tiempo para poder sentarnos a la mesa de la gente de pueblo, así como de la nobleza; para escuchar acerca de sus anhelos, intereses y temores. Sobre este asunto, Quintana (2000) resalta la vida del ventero, quien, lleva un libro de cuentas en sus manos cuando toma el papel de una especie de religioso. Para dicho autor el hecho que utilice este libro “es simulación y apariencia, ocupa el lugar de un manual de oraciones, al mismo tiempo que permite la unión de los dos grandes espacios en los cuales se mueve la narración: el real, el cotidiano” (p. 3).
Las creencias y mitos han estado presentes en distintas culturas, épocas y espacios a través del tiempo. Durante la Edad Media, el peso de la región, dogmas y supersticiones fue enorme, sobre todo ante la amenaza de eventos de los se carecía de interpretaciones y respuestas. Lo anterior explica la actitud de las personas ante crisis tales como como la peste negra. Esto se observa con gran fuerza en la obra del Quijote, al mejor estilo de Ingmar Bergmanen con su producción Sétimo Sello de 1957.
Don Quijote y Sancho representan dos mundos que entran en colisión, pero que además logran entablar una relación que ha pasado a la historia, gracias a la manera como estos personajes reflejan tanto a los hidalgos, representados por don Alfonso Quijano, los cuales habían comenzado a perder su poder y representación consecuencia de una mala administración de su riqueza. La figura de Sancho refleja al pueblo, quien en medio de la pobreza no pierde la alegría por vivir y los deseos por socorrer a su familia, como se evidenció cuando halló los 100 escudos de oro en la Sierra Morena por causa del azar, por caridad de Cervantes.
Las penurias de don Quijote y Sancho por sus nobles ideales, y en algunos casos por procurar pasar la noche bajo algún techo y con el estómago lleno, nos recuerda a los Nadies de Eduardo Galeano. La figura del fiel escudero, ya sea por obligación o por promesas de riqueza, simboliza en su forma de hablar, vestimenta, alimentación, las aspiraciones y temores a la gente de su época. Sancho igual que Los Nadies del poema de Eduardo Galeano, quienes “sueñan con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte… pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte…” (Galeano, s.f., p.1)
Uno de los grandes éxitos del célebre dúo de la Mancha, es la forma como interactúan en diversas aventuras, donde permiten al lector experimentar variedad de emociones e ideas. Este efecto llega a alcanzarlos a ellos mismos, en calidad de sus propios lectores, tal como sucede en la segunda parte del libro. Los juegos entre lo real, lo histórico, lo imaginado, son recurrentes en las diversas historias cargadas de amor, alegría, aventura, llanto y dolor. Esta receta ha sido y es utilizada por cientos comedias, radionovelas, películas y obras de teatro a través de sus más de cuatro siglos de legado.
Don Quijote y Sancho sufren los embates de su época, por lo que intentan sobrevivir día a día con lo que poseen y encuentran en su camino. Para Quintana (2000), Alonso Quijano es el símbolo de los hidalgos de aldea arruinados y que han visto mermar sus riquezas y posiciones. Dicho aspecto se logra entrever cuando se describe el valor que posee “la menguada hacienda de Alonso Quijano; él gastaba las tres partes de su hacienda en comer y el resto de ella en vestirse” (p. 6.).
Una de las críticas más fuertes del Quijote respecto a la cotidianidad y las clases sociales de su época es cuando se describe la manera cómo vivían los duques y otros personajes pertenecientes a las apolilladas familias del viejo régimen “europeo”. Sobre este tema Osterc (1998) indica:
“La obra critica a clases de la nobleza histórica y sus integrantes, Cervantes hace una apología de las clases populares y sus representantes. De su pluma fluye una cálida y franca simpatía hacia los humildes y pobres. […] Sale en defensa de los desvalidos, oprimidos y explotados, en toda ocasión que se le ofrece” [Sic] (p.152).

El nivel de detalles de Cervantes es tan rico que permite conocer la forma de vestir de las personas. En el caso de Alonso Quijano, se describe que usaba “velarte, calzas de velludo para la fiestas, con pantuflos de lo mismo, y los días entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino” (Capítulo I, p. 28). Es decir, tenía ropa pasada de moda y gastada la cual combinaba de acuerdo con la ocasión. Adicionalmente, el hecho de que don Quijote haya vendido, “por curiosidad o desatino”, muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en qué leer; sugiere el la obsesión del personaje por la literatura. Pero sugiere que el costo de los textos era muy elevado, tal como lo señalan algunos historiadores respecto del caso de las colonias americanas, pues pensar en que si bien para 1506 ya se contaba con una imprenta en el Virreinato de Nueva España, el costo de los libros todavía era elevado.
La descripción de la vida cotidiana en la novela se evidencia desde el inicio del texto, cuando el escritor menciona que don Quijote comía “una olla de algo más vaca que cornero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos…” (Capítulo I, p. 25). Lo anterior es enriquecido por Martín de Riquer (2005), quien señala que la carne de vaca para la olla era la más barata y que el salpicón era la comida que se preparaba con las sobras del día. Esto es sumamente, curioso pues afirma los rasgos de veracidad con que Cervantes construyó su narración.
El ingenioso don Quijote es una ventana al pasado a través de la cual es posible mirar las vivencias y prácticas culturales de los distintos grupos sociales que vivieron entre la Europa, en de alguna manera de América, del siglo XVI y XVII. Es así como por medio de la escritura de Cervantes que se logra conocer lo que comía, vestía, disfrutaba y preocupaba al manchego don Quijote y su fiel amigo. En esto radica gran parte de la grandeza del Quijote ya que su estilo, rescata los aspectos más pequeños y de la experiencia de vidas de los pobladores de La Mancha y alrededores. Esto forma parte del carácter universal de la obra, pues sin importar el lugar y tiempo, el ser humano ha tenido que hacer frente a las calamidades y peripecias de su época y de diversos gigantes y peligros, que han encontrado a través de su camino e historia.

Los valores humanistas e ideales en el mundo del Quijote
El Quijote refleja la condición humana en las diversas historias, cuentos y poesías que lo componen, así como de los más variados sentimientos, anhelos, temores y deseos que impulsan al ser humano. De este modo, a lo largo del texto, “encontramos innumerables valores tales como el amor a la libertad, valentía, verticalidad o marcha atrás el eterno ideal, ética, justicia, misericordia” (Hueso, 1986, p.2).
Cervantes fue una persona compleja y contradictoria, como la mayoría de los escritores. Su juventud, la participación en Guerra de Lepanto, el tiempo en que estuvo preso, sus penurias económicas, alegrías y “pecados” marcaron su vida y obra. Verbigracia su experiencia como cobrador de impuestos, sus permanencias en la cárcel y su relación amorosa con una mujer casada, con quien tuvo una hija. A pesar de esto logró tener la suerte de publicar su obra y disfrutar de una parte de sus mieles de su éxito. Pero también experimentó la desilusión y la frustración cuando le fue negada por segunda vez la solicitud de un empleo en las Indias con la seca respuesta de “busqué por acá en qué se le haga merced” (De Riquer, 2005, p.I). Y el enojo a saber de la existencia del Quijote apócrifo de Avellaneda o al morir su suegra y percatarse que la dote esposa, igual que en la riqueza del testamento de Alonso Quijano El Bueno, era minúscula debido múltiples las deudas contraídas.
Para Adolfo Castañón (2005) el creador del Quijote fue una persona “cabal, vivido y corrido que ha sufrido reveses y sinsabores, cárcel, mala fortuna y fracaso al tiempo que la admiración y estima de sus coetáneos (p.4).” A esta descripción Romero (2006) le agrega otras cualidades como buen lector, su deseo por viajar bastante y conocer mucha gente, lo que ayudó a acrecentar el bagaje cultural de este escritor, lo que a su vez se plasmó en la tendencia de sus personajes por emprender sus gloriosos viajes. Este paradigmático hombre, también fue un crítico fuerte de la época que le tocó vivir y de los individuos con los cuales logró interactuar. Por lo tanto, en la obra del Quijote, se reflejan aspectos de carácter filosófico y denuncia contra la “corrupción moral del siglo XVI en particular, Cervantes, con Don Quijote, denuncia esta situación, especialmente la falta de justicia y de veracidad de la época” (Duffé, 2005, p.4).
La historia del ingenioso hidalgo don Quijote ofrece tanto valores como antivalores de su época, los cuales hoy mantienen vigencia. Principalmente en un momento cuando el sistema económico imperante ha impulsado modelos de felicidad y éxito que dependen directamente del poder adquisitivo y nivel de consumo. Las aventuras de don Quijote de Sancho muestran gran parte esencia del ser humano de sus nobles actos pero también de las viles acciones que las personas son capaces de hacer. De este modo, “Cervantes nos recuerda principios como la fidelidad, la cortesía, la honestidad, la búsqueda de la justicia, entre otros, que podrían conllevar al logro de una mejor convivencia social” (Duffé, 2005, p. 2).
La imagen del caballero y paladín que lucha contra las injusticias y el mal fue, durante la época de Quijote, todo un referente social producto de las novelas caballerescas, las cuales estuvieron en boga en los siglos XV, XVI y XVII, con fabulosas aventuras tales como las de Tirante y Amadís de Gaula. Para Osorio (1985), la influencia de este género literario fue tan grande que tuvo ecos en la literatura universal. Además, dicho autor considera que estas obras fueron del gusto de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y el mismo Cervantes, aspecto que se evidencia en el Quijote cuando este personaje menciona que “Tirante el Blanco, es el mejor libro del mundo” (p 5).
Los valores humanos en la obra del Quijote son extraordinarios y forman parte de su legado, lo que evidencia con gran fuerza sobre todo en la primera parte de la obra con las historias de amor, desamor y defender la justicia y la causa de las armas y de las letras. En la segunda parte se muestran escenas conmovedoras tales como el momento en que es vencido don Quijote por el Caballero de los Espejos, el Bachiller Carrasco, y en el momento en que dicta testamento Alonso Quijano, El Bueno.
Lo anterior evidencia que la obra de Don Quijote de la Mancha posee un enorme potencial para promover el desarrollo integral de las personas, de su visión y papel dentro de este mundo. Sobre este tema, Duffé (2005) indicaba que el texto constituye “instrumento de trabajo para motivar la reflexión en clase sobre el establecimiento de principios y reglas de conducta indispensables para toda la vida” (p.4).
Las contradicciones de la condición humana se reflejan en la estratagema planeada por los conocidos del caballero andante, quienes para poder sacarlo de su locura deben primero sumergirse en ella. Adicionalmente, la escena en que regresa a casa don Quijote y cae en cama es una alegoría de la fragilidad humana, pues después de sus grandes aventuras luchando por cambiar el mundo, enfrenta la realidad, la cual quizás fue uno de sus mayores enemigos. Incluso en sus últimos días demostró su nobleza y fuerza de carácter al hacer cumplir su promesa de dejar las armas y las andanzas de caballero.
Uno de los pasajes más humanos de la novela es cuando Sancho le suplica en su lecho de muerte a su fiel amigo: “mire no sea perezoso, sino levántese de esa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver” (Capítulo, LXXIV, p. 1102). Este momento es conmovedores e irremediablemente genera en el lector un nudo en la garganta, aspecto que todos los que han tenido o están en el proceso de la pérdida de un ser querido pueden dar fe.
En síntesis, el Quijote ofrece una gran variedad de valores, pero también de algunos antivalores tales como la visión de la mujer supeditada a los hombres, que requieren de su proyección y ayuda. A pesar de esto la novela posee un gran valor para ser utilizada en el campo educativo, pues hoy tal como sucedió ayer, es urgente la necesidad de aprender a vivir con los demás, y de enfrentar el egoísmo y la maldad, con el fin de construir un mejor mañana.
En estas enseñanzas y visiones de la vida son donde esta obra toma un carácter universal que transciende el tiempo y el espacio. Asimismo, conectan ciudades y pobladores de tanto de Cuenca en España o de cualquier pueblo de Costa Rica en la actualidad, donde existen personas que están dispuestos a dar su esfuerzo por cambiar el mundo mediante actitudes y acciones que puedan ser categorizadas de quijotescas.

Don Quijote contra los molinos de viento
La lucha del ser humano por sobrevivir a pesar de las adversidades ha marcado la historia de la humanidad. Uno de los retos que ha enfrentado la humanidad es el desarrollo del capitalismo y la economía de libre mercado, cuyos resultados, a partir de la década de 1991, es la preponderancia de un mundo multipolar. En este, el capitalismo salvaje reina y gobierna las relaciones entre países, sectores productivos, mercados internos, empresas, centros de trabajo y estudio, e incluso las relaciones sociales y afectivas.
Los orígenes del capitalismo como un sistema económico son motivo de debate de acuerdo con diversos enfoques tales como el hegemónico, antiglobalización, alter globalización y desarrollista. A pesar de esto, existe un cierto consenso que dicho modelo originó en el siglo XVI y llegó a consolidarse gracias a la Revolución Industrial del siglo XIX. Donde el “incremento del comercio es una de sus principales características aunque no es su característica distintiva, puesto que este preexistió al capitalismo” (Viales, 2012, p. 170).
La metáfora de don Quijote contra los molinos de viento es maravillosa, pues permite múltiples interpretaciones, tales como la confrontación del ser humano ante la modernidad, el industrialismo y la globalización moderna. Esta imagen es una alegoría que remite al combate de la gente contra las máquinas y la explotación dentro de las fábricas. Como resultado del desarrollo del capitalismo y el industrialismo se generó la migración del campo a las fábricas como resultado del cercado y la privatización de la tierra, la caída de los salarios y carencia de oportunidades, fenómeno que afectó con gran fuerza la Europa durante el siglo XVIII y XIX. Mientras que en América Latina, el capitalismo agrario, provocó la metamorfosis de campesinos a peones producto del pasar de ser pequeños propietarios a vender su trabajo en las plantaciones, latifundios y enclaves con complicidad entre las élites nacionales y el capital transnacional. Fenómeno tal como sucedió en la zona Caribeña de Honduras, Costa Rica, Colombia y la Panamá donde la United Fruid Company reinaba sin ninguna restricción o traba, a la vez que con sus violentas aspas y engranajes molían las vidas, sueños y esperanzas miles de personas y sus familias.
Para poder comprender la relación entre los molinos de viento y el desarrollo tecnológico producto de la industrialización, es preciso considerar que el nacimiento del capitalismo industrial se caracterizó “lento y sinuoso. Abarcó por lo menos ocho siglos, digamos desde el año 1000 al 1800, y fue interrumpido por lo menos, por dos discontinuidades seculares, las crisis de los siglos XIV, XV y la del siglo XVII” (Hobsbawm, 1971, p.75). Para algunos la sustitución del trabajo manual por nuevas tecnologías fue un elemento que facilitó el desarrollo de innovaciones en los sistemas de producción y organización del trabajo, lo que generó “el paso del denominado sistema domestico al sistema industrial” (Viales, 2012, p. 167). El efecto de este proceso la enajenación del ser humano ante las ideas de productividad.
Una consecuencia del proceso señalado fue la confrontación entre los dueños de las máquinas con los grupos de trabajadores durante el siglo XIX. Especialmente en lugares como Inglaterra, donde los obreros destruyeron equipos debido a su impacto en la sustitución de la mano de obra y, en consecuencia, la caída de los salarios. El resultado fue el desarrollo del ludismo que cristalizado en movimientos tales como los hijos de Rebeca y Capitán Swing.
Los actuales molinos de viento, que muelen y golpean con sus violentas aspas la España y Costa Rica de hoy, son la pauperización laboral y la inequidad en la distribución de la riqueza, los cuales son consecuencias del actual modelo económico. Estos fenómenos se incrementaron con la puesta en práctica de políticas neoliberales. Para el caso costarricense fueron implementadas después de 1980, cuyo resultado fue la flexibilización laboral y la implementación de modelos de multiempleo o subcontratación, los cuales amenazan actualmente en forma directa la dignidad y derechos de los trabajadores y sus familias a una vida digna.
Es preciso comprender que la lógica del capitalismo en el mundo actual no puede ser comprendida a partir de las economías nacionales independientes. Por el contrario para entenderlo es preciso hacerlo en “función de una económica internacional” (Hobsbawn, 1971, p.83). Este largo proceso se aceleró después de la caída del Muro de Berlín en 1989 y del bloque socialista en 1991. Esto es considerado por algunos como el fin de las utopías y los sueños, lo que abrió paso a la preminencia de la economía de mercado a escala global. Sin embargo, como han vaticinado diversos autores, el sistema capitalista tiene en su interior el germen de su autodestrucción, pues la concentración de la riqueza y la carencia de oportunidades, conduce inevitablemente a manifestaciones de rechazo y violencia social, cuyo resultado tarde o temprano, es el caldo de cultivo para la generación de cambios sociales.
Un elemento que contribuyó al desarrollo del capitalismo fue la Revolución Industrial que inició en los campos agrícolas, cuyo mayor rasgo fue la “constante innovación tecnológica y concentración en la producción en masa, es decir, en la producción en cantidades cada vez mayores, y a precios cada vez bajos, de modo de crear y mantener su propio ritmo de expansión económica” (Hobsbawm, 1971, p.75). Y es que la expansión del capitalismo ha calado en las representaciones sociales y referentes de “éxito” de millones de adultos y jóvenes, cuyo efecto es el desarrollo de nuevos molinos de vientos, tales como egoísmo, avaricia, la competencia y el individualismo. Estos antivalores han llegado reforzados por diversos enfoques educativos que, como lobos con piel de corderos, se esconden tras ideales de eficiencia y eficacia la explotación laboral y una tendencia deshumanizante que suscribe a la sociedad civil al sufragio y la democracia representativa.
La muerte de Don Quijote, o mejor dicho de Alonso Quijano, ofrece un referente para comprender la dinámica del mercado y del debilitamiento de los movimientos sociales, la organización laboral y de los ideales de solidaridad y la cooperación entre las personas en el mundo. De esta manera, las consecuencias negativas de la globalización contemporánea son cada vez más palpables en nuestras comunidades, lo cual se evidencia en las relaciones productivas y culturales, donde los sentimientos y emociones quedan supeditados a las mercancías y tasas de interés.
Las consecuencias de la globalización avanzada, sobre todo la negativa, han trastocado mucho de las estructuras tradicionales de los pueblos y comunidades. Esto especialmente alrededor de valores tales como la solidaridad y ayuda mutua, la cual permitió el desarrollo de la humanidad a través el tiempo. Los tiempos actuales se caracterizan por su liquidez y por crear ideales cada vez más alejados del humanismo, donde todo se mide por criterios de rentabilidad y costo de oportunidad. Es decir la sociedad actual está encantada por equivocadas ideas acerca éxito y por sortilegios consumistas que ni el mismo Merlín hubiera imaginado.
Es así como el humano, sus necesidades y sueños, son apreciados como productos mercadeables y sometidos a la fuerza de la oferta y la demanda. Esto conduce a la “idea de productos de mayor y menor calidad, en la cual algunos sujetos sociales son estimados como seres humanos convertidos en superfluos por el triunfo del capitalismo global, el cual crece sin parar” (Bauman, 2008, p. 22). El resultado de este proceso es la inversión de los valores y las prioridades, lo que lleva a una confusión y pensamientos que experimentó don Quijote en la aventura de la Cueva Montesinos donde la magia, lo sobre natural, los juegos y las parodias se entre mezclan lo que no dejaban distinguir entre lo real y lo imaginario. (García Núñez, 2003).
Es en este contexto en el cual el mercado y la globalización avanzada conducen a una etapa de hiperconsumismo, cuyo resultado, tal como indica Bauman Zygmunt (2008), llevará al atragantamiento del sistema, con “sus productos residuales, que no puede volver a asimilar, aniquilar o desintoxicar (hay numerosos indicios de la creciente toxicidad de los residuos, que se acumulan a toda prisa)” (p. 22). Es decir, el efecto neto de esta tendencia será el crecimiento de la desigualdad y exclusión social de miles de familias, proceso en que actualmente se evidencia en buena parte de la población mundial.

El legado del Quijote para el ser humano de hoy
La necesidad de continuar la lucha contra la injusticia social, la defensa de los derechos humanos y la conservación del ambiente en España y la región centroamericana es hoy más que nunca una tarea perentoria. La compleja situación actual exige contar hombres y mujeres que luchen, que critiquen y se manifiesten de forma activa, para seguir el camino de don Quijote cuyas acciones tenían un sólo objetivo “implantar la justicia y buscar el bienestar ajeno” (Duffé, 2005, p.11).
Muchas personas, con el pasar de sus años, terminan aceptando como naturales ciertas condiciones y estructuras heredadas. Paradójicamente, la locura y deseos por cambiar el mundo no le llegan a Alonso Quijano cuando es joven e insensato, sino en su adultez cuando se supone debería estar más adaptado y acomodado a la realidad de su vida. Esta idea la indica el mismo Cervantes a través de las palabras de Quijano cuando utiliza la expresión de “estando ya mi casa sosegada”. Adicionalmente, Hueso (1986) explica que el Quijote “sale en una edad madura y no en la impetuosa juventud. Se puede destacar el convencimiento, la fe y el valor en su propio ideal, el querer, la intencionalidad y metas de sus actos libres” (p.2).
Lo anterior es esperanzador pues muchas veces se suele decir que la rebeldía es una condición características de los jóvenes, sobre todo a partir de la década de 1960 y de los movimientos estudiantiles de mayo del 68, en contraste es la vida de don Quijote es un ejemplo de que la edad no es impedimento para seguir nuestros ideales. Para el caso de las dictaduras latinoamericanas y durante la época de Franco en España, esto fue un elemento fundamental que contribuyó a movilizar a miles. Por tanto, una de las enseñanzas del Quijote es que la lucha no es tarea solamente de los más jóvenes sino de todos. Esto pues incluso un hombre cincuentón, de “complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro gran madrugador y amigo de la caza” (Cervantes, Capítulo I, p. 28) puede contribuir a cambiar su mundo y el de quienes lo rodean.
Los países centroamericanos requieren de fortalecer la organización popular, ya no a través de las armas, sino tal como indicaba José Martí, a través de las ideas y las acciones claras. En este sentido es preciso mencionar que en Centroamérica, después de 1980, “la pobreza, lejos de desaparecer, se incrementó en este período, con mayor impacto sobre el ámbito rural, sobre las mujeres, los niños y los adultos mayores” (Díaz et al, p. 273). Ante tal panorama, la idea de un defensor de los inválidos, de las viudas y los huérfanos, huérfanos de la globalización y el desarrollo, es muy atractiva. Sobre todo cuando existen grupos políticos cuya solución a la pobreza es la “liberalización de la economía y el aumento los incentivos para la inversión extranjera, todo lo cual lleva a una mayor internacionalización que está acompañada de una mayor dependencia extraña de las economías de los países tercermundistas…” (Díaz et al, p. 412).
Entre las empresas quijotescas por retomar en América Central, y por su puesto en otras zonas del mundo, son la lucha contra la injusticia social, la concentración de la riqueza y el acceso a servicios básicos de salud, educación y vivienda, así como de una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones. Aunado es preciso implementar medidas que contribuyan a combatir las enormes tasas de violencia, la corrupción, el flagelo del narcotráfico y la permanencia del trabajo infantil en la región.
Dichos temas son imperantes en nuestros territorios donde existe un enorme contingente de mano de obra muy poco calificada auspiciado por los mismos estados y organismos internacionales. Asimismo, de empresas y grupos financieros que en lugar de crear empleos dignos buscan escamotear los derechos labores y de implantarse en otros países donde pagan salarios de miseria. Junto a esto se cuenta con una estructura productiva poco diversificada. Esta tendencia se le suma la gran concentración de mercados de trabajo rurales “poco diversificados y con predominio de la producción agrícola tradicional; una baja y estancada productividad que limita las remuneraciones y perpetúa cuadros generalizados de pobreza, y junto a una limitada protección y organización de los trabajadores” (CEPAL, 2015, p.1).
La implementación de las políticas neoliberales iniciadas en la década de 1980 en la mayor parte de los países latinoamericanos ha impactado en las instituciones del estado, pues han “reducido sus capacidades de implementación de nuevos programas dedicados a la salud, educación, y al protección sociales de los sectores más desfavorecidos” (Molina y Gonzales, 2015, p.263).
Por estos motivos urge crear políticas en favor del combate a la pobreza y la creación de oportunidades reales para la población centroamericana. Pero ¿cómo puede la gente desde su cotidianidad generar cambios en la estructura económica y política? Es aquí donde el camino trazado por el don Quijote y Sancho Panza, un par de soñadores, decidieron un día salir de su casa a cambiar el mundo, y quienes en sus pasos encontraron otros soñadores más, pueden generar una ruta por seguir, ya que, como sugería John Lennon en famosa canción Imagine, you may say I am dreamer but i am not the only one (Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único).
A pesar del complejo contexto actual, donde parece no existir héroes, todavía surgen figuras como la como Jairo Mora en Costa Rica y Bertha Cáceres en Honduras, quienes evidencian que todavía es posible levantarse y alzar la voz contra las injusticias. La historia de Jairo Mora es un ejemplo de un “quijotico” que peleó en favor de la protección de las tortugas baulas y los recursos marinos en el Caribe de Costa Rica, lo cual le valió su vida. Después de un largo proceso, cuyo resultado fue la condena de sus asesinos a 35 años. (El País, 2016, p.1). Junto a él, la líder indígena y activista ambiental hondureña Berta Cáceres tuvo el mismo final que Mora, cuando fue cobardemente asesinada en su casa en La Esperanza. (Democracynow, 2016, p.1).
A nivel local existe otra gran mujer cuyas acciones parecen arrancadas de la prodigiosa pluma de Cervantes por su valentía e idealismo: doña Mercedes Calvo Fuentes. Esta adulta mayor de 67 años nació en San Rafael de Alajuela en 1949, un año después de la Guerra Civil costarricense. Desde sus primeros años se caracterizó por interés en la protección de animales. A pesar de sus humildes orígenes, se ha caracterizado por defender a los animales, e incluso por compartir sus alimentos con ellos, lo que era motivo de regaños por parte de sus padres, los que hacían un enorme sacrifico para poder alimentar a sus hijos y no comprendían esta particular forma de ser.
Durante la adolescencia doña Merceditas combatió “a capa y espada” por proteger los animales, especialmente de los que lograba rescatar o recoger de la calle, pues durante esta época en Costa Rica existía una escasa conciencia sobre el respeto a los derechos de los animales. A pesar de la complicada situación económica de su familia, buscó diversas maneras para acoger a las criaturas que llegaban a ella en deplorables condiciones que evidenciaban el abandono, el maltrato y hambre. Fue así como llegó a construir ella misma un rancho improvisado, en uno de los cañales que existían cerca de su casa, para poder albergar a estas indefensas criaturas.
Doña Mercedes recuerda que durante una de las fiestas patronales de su pueblo se realizó una carrera de cintas, y uno de los caballos se lastimó su pata, al punto comenzó a sangrar copiosamente, por lo que ella le señalo al dueño y al Cura párroco, que dicho animal no podía seguir compitiendo. Esto ocasionó el enojo del hombre y el repudio del religioso, por lo que tuvo que enfrentarlos cara a cara y soportar el escarnio de la gente, que consideraban estas acciones como disparates, tal como lo sufrieron don Quijote y Sancho Panza en más de una ocasión.
Esta notable mujer contrajo matrimonio con don Ascensión, quien también se contagió de su “locura”, y aprendió de ella el interés por la vida animal y su defensa. Esta pareja engendraron dos niños durante su juventud, pero fallecieron durante el período de embarazo. A pesar de esta dura situación, sus deseos por brindar a amor y ayuda a las personas y los animales no mermaron, por el contrario les permitió criar dos sobrinas y vincularse de lleno en diversos proyectos en favor de su comunidad.
Doña Merceditas es un ejemplo tenacidad por defender los derechos de los más débiles, los desprotegidos y desamparados, pues en Costa Rica hasta hace pocos años el tema del maltrato animal comenzó a ser motivo de debate e interés público. En definitiva, la labor de esta esforzada mujer merece ser contada, pues al igual que don Quijote y Sancho Panza, sus historias motivan a seguir adelante en pro de los ideales a pesar de las adversidades y de que todas las posibilidades estén en contra.
Hoy este matrimonio continúa defendiendo a los animales, a pesar de que el único ingreso que reciben es una pequeña pensión, y las consecuencias del derrame que sufrió doña Merceditas hace unos años. Es así como cada mañana se levanta temprano para alimentar a los ocho perros, seis gatos y otros animales que cuidan, todos rescatados de la calle. En palabras de doña Merceditas ella ha tenido de convertirse en una “guerrillera y plantarse para defender sus ideales” a pesar de la incomprensión e incluso mofa de la gente. Sin embargo, como bien lo mencionó don Quijote en la extraordinaria aventura de la Cueva de Montesinos, “las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas.” (Capítulo XXIII, p. 727).
Los anteriores casos son tan solo una muestra de los cientos, que anónimamente, trabajan en los barrios, comunidades y ciudades en favor de un mundo mejor. En este sentido, la identificación que sigue teniendo El Quijote en la actualidad no se puede resumir a un personaje loco que soñó con cambiar el mundo, sino por la forma como Cervantes “rescató lo más valioso del ser humano, la buena fe, el idealismo, la tolerancia y la apertura hacia la idea de que el mundo no es como parece, de que las realidades son contradictorias, y esa es una sabiduría que aún ahora necesitamos” (Plata, 2005, p. 1).
La sociedad actual urge de héroes y líderes, pero no al estilo de las películas o historietas, las cuales son nuestras actuales novelas de caballería; sino de personas de carne y hueso que con sus virtudes, defectos, valor y miedo puedan promover cambios en su realidad cercada e influir en otros para seguir su ejemplo, a pesar de los temores y los peligros. Esta tarea es fundamental con la intención de superar la ignorancia, el miedo y la injusticia, así como al peor de los males que hoy nos afecta: la indiferencia.

Las aventuras y lucha de don Quijote y Sancho Panza todavía resuenan en el mundo actual
En la versión apócrifa del Quijote, la cual se le atribuye a Alonso Fernández de Avellaneda (1967), el personaje principal continuó viajando por diversos parajes tales como Toledo, Castilla la Vieja, Salamanca, Ávila, Valladolid entre otros sitios. Una de las aventuras más llamativas le sucede cuando de regreso de su viaje, se hace acompañar de un nuevo escudero que resultó ser una mujer vestida de hombre, quien incluso llega a dar luz en el camino. Aunque existe debate sobre la identidad de este autor, es sumamente llamativo el enorme interés por seguir las aventuras e infortunios del famoso hidalgo, lo que explica en parte las razones de la aparición de dicho texto paralelo.
En el Quijote apócrifo incluso su personaje llega por un momento recuperar la razón gracias a la ayuda de sus allegados quien les llevan “otros libros” relacionados ya no con novelas caballerescas sino con tema teológicos y del evangelio. A partir de este cambio, menciona Fernández A. (1967) que el manchego “que comenzó a ir a misa con su rosario en las manos, con las horas de nuestra Señora, oyendo con mucha atención los sermones” (p. 18) Esta versión difiere de la segunda entrega de Cervantes en su lugar dicta testamento a sus amigos al pie de su cama, después de que es vencido por el Caballero de la Blanca Luna.
Debido a la aparición del texto Fernández de Avellaneda, Cervantes decide que el tiempo de Don Quijote llegue a su fin, con el propósito de evitar que algún otro aficionado o aprendiz de escritor lo suplantara. A pesar de esto para muchos, la célebre pareja de la Mancha continúa combatiendo en diversos lugares del mundo en favor de la justicia y la verdad. En este sentido todavía existen personas que se inspiran en su historia para emprender las más “alocadas” empresas en favor de los derechos de grupos campesinos, grupos indígenas, migrantes, feministas, ambientalistas, comunidad LGTB, ente otros sectores.
El caso educación pública, especialmente a nivel superior, de las iniciativas contemporáneas pueden categorizadas de quijotescas, ya que a través de la docencia, extensión, investigación se intenta contribuir a forjar un mejor mundo; a pesar de las fuertes presiones por parte del mercado, la privatización de la educación entre otras medidas defendidas por las reformas neoliberales que pretenden medir su labor social con criterios meramente financieros. Amenazas como las anteriores las ha tenido que enfrentar la UNED de Cuenca en España y la UNED de Costa Rica, ya que como muchas otras universidades del planea, han tenido que tomar sus armaduras, adargas y escudos para repelar dichos embestidas en las últimas décadas. Dicho proceso forma parte de lo señalado por Boaventrua de Sousa Santos (2013) acerca de enfrentar lo nuevo con lo nuevo, donde la transformación en los procesos de conocimiento y de su contextualización social “apunten hacia la democratización del bien público universitario, es decir, para contribuir de forma específica de la universidad en la definición y solución colectiva de los problemas sociales, nacionales y globales.” (p.61)
En definitiva, la novela del Ingenioso don Quijote de la Mancha y de la vida de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) permiten enriquecer el análisis histórico contexto histórico de la época en la cual se suscriben, así como evidenciar puntos de congruencia entre la historia y paisajes de Cuenca en España y Costa Rica, que aunque lejanas físicamente, comparten un pasado y elementos culturales que las vinculan. Esto se observa en la narración minuciosa de diversos aspectos relacionados con la vida rural, las creencias, valores y prácticas económicas y culturales de sus habitantes.
El Quijote de Cervantes es una “fuente” que permite una aproximación a la cotidianidad de los manchegos y costarricenses, a pesar de las evidentes diferencias, poseen puntos congruentes, especialmente en torno a la lengua, tradiciones, creencias, supersticiones y prácticas sociales vinculados con la cosecha y la vida de los habitantes. Lo anterior es una prueba irrefutable de otro de los elementos “mágicos” del Quijote que supera la barrera del espacio y tiempo.
El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha mantiene su validez para el mundo de hoy, pues facilita comprender al ser humano en todas sus dimensiones, a pesar de haber sido escrito hace más de cuatro siglos, sus valores e ideales humanistas son tan válidos hoy como durante el momento en que fue escrito. En este sentido, la necesidad de luchar contra gigantes tales como la deshumanización producto del capitalismo salvaje y de la globalización contemporánea constituye una empresa extraordinaria que algunos quijotes de carne y hueso continúan realizando a pesar de los golpes y palizas puedan recibir. Pues como sugiere Bauman (2007) la esperanza para el hoy y el futuro de la humanidad, es buscar el equilibrio entre la libertad y seguridad, reto que “tendrá que se concebido a escala planetaria.” (p. 227).
El legado del Quijote no se limita a la novela moderna, la promoción de los valores humanistas ni su carácter histórico; sino a la forma como transporta a las personas, cuatrocientos años después, a comprender otras formas de ver y repensar el mundo. Pues otros han existido que también han soñado con un mejor planeta y salir al campo en pos de un ideal, a pesar de los barberos, curas, condes y “caballeros de blanca luna”, que señalan y condenan nuestro accionar con el fin de derribarnos del caballo. A pesar de esto, siempre es posible remontar y levantarnos una y otra vez para seguir, la ruta del Quijote y de su fiel escudero, personajes que todavía son evocados y vistos donde se les requiere, ya que sus aventuras y proezas, superaron la prueba del tiempo y espacio. ¡Vivan por siempre Don Quijote y Sancho!
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-Biblioteca Nacional de Costa Rica. Colección de Revista Repertorio Americano años, 1919-1929.
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Otras fuentes
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