CLAVES EN LA POESÍA SAN JUANISTA
Hablar de San Juan de la Cruz es hablar de uno de los mejores poetas de lengua española y universal de todos los tiempos.
Su influencia ha sido muy importante en diferentes doctrinas y teorías del mundo. La espiritualidad que emana de sus escritos ha sido objeto de estudio y de consideración, y no es raro que salga una nueva tesis o ensayo, o trabajo que pueda tocar algún aspecto de su obra.
Pero San Juan de la Cruz es ante todo poeta.
Su poesía está enriquecida por la confluencia de tres influjos: por un lado, el bíblico del Cantar de los Cantares, y, por otro, la tradición de la poesía culta italianizante y la tradición de la poesía popular y de cancioneros del Renacimiento español.
El influjo de la Biblia es fundamental en su poesía, en tanto actúa como molde y catalizador del resto de lecturas que conforman el bagaje cultural de San Juan de la Cruz. Combinando la antigua simbología del Cantar de los cantares con las fórmulas propias del petrarquismo, produjo una rica literatura mística, que hunde sus raíces en la teología tomista y en los místicos medievales alemanes y flamencos.
Su producción refleja una amplia formación religiosa, aunque deja traslucir el influjo del Cancionero tradicional del siglo XVI, sobre todo en el uso del amor profano (las figuras del amante y de la amada) para simbolizar y representar el sentimiento místico del amor divino.
Úbeda, en los meses de noviembre y diciembre se viste de misticismo. Se organizan toda una seria de actividades, charlas, conferencias entorno a la figura de San Juan de la Cruz, de su presencia en estas tierras, por lo que es un gran aliciente para poder comprender a este gran representante de la mística.
San Juan de la Cruz vive en uno de los periodos más ilustres para España, no solo en cuanto al poder político y económico del imperio español en esos momentos, sino además, porque en la literatura, también coincide con uno de los periodos más fecundos de la historia de España y de la literatura universal: EL SIGLO DE ORO.
EL RENACIMIENTO Y EL SIGLO DE ORO
Renacimiento significa resurgimiento de algo. En este caso significa un nuevo resurgir de la cultura grecolatina que se había olvidado tras la caída del imperio romano. Este movimiento social, artístico y literario surgió en Italia pero se extendió por toda Europa. A esta época se le ha llamado Siglo de Oro; pero parece más apropiado el nombre de Edad de Oro ya que ocupa casi dos siglos: el XVI y el XVII.
El Renacimiento supuso un importante cambio social y cultural respecto a la Edad Media. Durante el reinado del emperador Carlos V que comenzó en 1517, llega a España la influencia italiana a través de escritores españoles que habían vivido en la corte napolitana, atraídos por su fama y esplendor. Aportaron a la lírica española nuevos versos y estrofas: soneto, lira, silva, terceto.
El poeta renacentista se preocupa por encontrar nuevas formas para expresar la belleza, y por renovar los temas de sus obras. El poeta desea crear un mundo de belleza mediante un estilo sencillo.
Los temas más frecuente son:
El amor. Se idealiza a la mujer de tal modo que llega a considerarse como un reflejo de la belleza divina. Este amor idealizado se conoce con el nombre de amor platónico. La naturaleza. Se concibe como un símbolo de la perfección divina. Se describe como un remanso de paz, sosiego y armonía donde se desarrolla la acción amorosa.
La mitología. Se utilizan los mitos y leyendas de los dioses grecolatinos como fuente de inspiración poética; sirviendo a la vez para dar belleza a la obra desconocidas hasta entonces.
Destacamos a Garcilaso de la Vega:
SONETO I
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
LA LÍRICA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI
La lírica de esta época coincide con el reinado de Felipe II y refleja las preocupaciones religiosas generadas por la reforma protestante. Aparece entonces la literatura llamada ascética y mística.
Ascética: Describe las actividades que debe realizar la mente humana para llegar a ser perfecto y salvarse.
Mística: Después de la etapa ascética, Dios concede a algunas almas el don del amor en su más alto grado. Se da la unión con Dios y se alcanza la perfección.
Utilización de un lenguaje sencillo, sin demasiados adornos literarios; pero de forma muy cuidada. Los temas son religiosos, morales y filosóficos. La mitología sirve de base para poner ejemplos sobre algún tema religioso, moral o teológico.
Destacamos a Fray Luis de León:
AGORA CON LA AURORA
Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge en rico nudo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro, y la garganta;
agora vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta.
Ansí digo y, del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro;
mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo, y conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro
LA POESÍA EN SAN JUAN DE LA CRUZ
San Juan de la Cruz explota un sentir religioso que vuelva al origen, al contacto con el Creador en una actitud humilde pero a la vez resplandeciente.
Su mística es una mística del estaxis, del amor a lo creado, de acercar al hombre a la divinidad sin olvidar su condición de humano, un humanismo existencialista, volcado en el hombre que llega a Dios a través del éxtasis y de un estado perfecto de armonioso encuentro para él y por él.
ENTRÉME DONDE NO SUPE
Los versos que siguen han sido escritos después de un éxtasis. Su fecha y lugar de composición son inciertos. Aunque no teniendo el lirismo de los grandes poemas de la Noche, del Cántico y de la Llama, y pocas imágenes, desarrolla un tema caro a Juan de la Cruz: el de la superación, en la experiencia mística, de toda ciencia y saber humanos. Eso, para dar lugar aun conocimiento supremo y a un “sentir sublime” de la divinidad.
Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
-
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí.
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
-
De paz y de piedad
era la sciencia perfecta,
en profunda soledad,
entendida vía recta ;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda sciencia trascendiendo
Sobriedad, elegancia, reestructuración y detalles sin adornos sobrios y pobres….el alma tiene que encontrarse con Dios en un estado de desapego, de oclusión, de austeridad..:
“Cuando hablamos de unión del alma con Dios, no hablamos de esta unión sustancial que siempre está hecha, sino de la unión y transformación por amor del alma con Dios, que no está siempre hecha, sino sólo cuando viene a haber semejanza de amor. Y por tanto, esta se llamará unión de semejanza… la cual es cuando las dos voluntades, conviene a saber, la del alma y la de Dios, están en uno conformes, no habiendo en la una cosa que repugne a la otra.
Renacer en el Espíritu Santo en esta vida es tener un alma semejante a Dios en pureza, sin tener en sí alguna mezcla de imperfección; y así se puede hacer pura transformación por participación de unión, aunque no esencialmente”
Subida al Monte Carmelo- San Juan de la Cruz
El poeta intenta explicar (ya que él sabe perfectamente que es imposible reflejar en un escrito todo su sentimiento místico) cómo se manifiesta el amor de Dios en él, cómo lo siente en su pecho y suspira con anhelo por el momento en que su amor pueda consumarse:
¡ Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro !
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres ;
rompe la tela de este dulce encuentro.
2
¡ Oh cauterio suave !
¡ Oh regalada llaga !
¡ Oh mano blanda ! ¡ Oh toque delicado !
Que a vida eterna sabe
y toda deuda paga ;
matando, muerte en vida la has trocado.
3
! Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
calor y luz dan junto a su querido !
4
! Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
LA MADRUGADA DEL 13 AL 14 DE DICIEMBRE
La noche del 13 al 14 de diciembre del 1591, cuando las campanas de la SacraCapilla del Salvador de Úbeda daban las doce, Un fraile salió de la celda en la que se encontraba fray Juan de la Cruz, para tocar a maitines. Al oír las primeras campanadas el fraile enfermo preguntó: “¿A qué tañen?”. Tras escuchar la respuesta, exclamó: “Gloria a Dios, que al Cielo los iré a decir”. Acto seguido, puso sus débiles labios en un crucifijo que sostenía entre sus manos y musitó: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Inclinó su cabeza y al momento expiró. Su frágil cuerpo repleto de llagas, maloliente, comienza en ese momento a despedir un olor a rosas.
El santo ha cruzado su noche más larga, su noche más oscura, un camino que avanza por la puerta estrecha y le conduce al encuentro con Dios, el cenit sublime hacia los brazos del Amado como él escribió…Su alma se ha purificado de las miserias humanas, de las tinieblas más profundas se ha desnudado de todo vestigio humano, de dolor, sufrimiento, soledad y abandono para caminar hacia la luz que irradia morir en Cristo, sufrir por Cristo y llegar a Cristo…
LA NOCHE OSCURA.
La noche oscura. Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada. 5
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. 10
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía. 15
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía. 20
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada! 25
No podemos imaginar cómo fue ese día a día puesto que San Juan de la Cruz le sobrevino la muerte. Podemos en cambio desglosar su biografía, entender la época que le toco vivir para entender su propia visión del hombre y de Dios. Su vida está marcada por la reforma del Carmelo y una necesidad forzada casi, diría obsesiva, por encontrar el amor de su Amado (Dios) de llegar a esa plenitud en la unión con Cristo y con El.
BIOGRAFÍA
Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, pequeño pueblo abulense de Castilla y León. Murió su padre cuando Juan tenía 4 años; a los nueve años,se trasladó con su madre a Medina del Campo, donde a los 17 años, ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.

En el año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el nuevo nombre de Fray Juan de San Matías, al año siguiente se traslada a Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre Universidad. En el año 1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y le integró en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.

En 1568 fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años después, en 1577, sus intentosreformistas de las órdenes monásticas, le llevaron a sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata. De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de su obra cumbre: “Cántico espiritual”.

Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las influencias que ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana, fundando varios conventos por Andalucía.

En esta región llegó a ser nombrado Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela, en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras literarias.
Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, y queda como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela de La Carolina y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.
MUERTE EN ÚBEDA: ENFERMEDAD DE SAN JUAN DE LA CRUZ
En la pequeña celda del convento de Jesús María del Monte de la Peñuela, fray Juan de la Cruz escribe a su amiga Doña Ana de Peñalosa, el 21 de Septiembre de 1591, lo que sigue:
“Mañana me voy a Úbeda a curar de unas calenturillas que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan, paréceme habré menester ayudar de medicina; pero conintento de volverme luego aquí que cierto, en esta santa soledad me hallo muy bien”.
Sabemos que no pudo volver más a La Peñuela, no regresaría más a esa soledad, a ese silencio creador.
Han llegado hasta nuestros días algunos datos importantes sobre la enfermedad del carmelita, que describía a su amiga como de calenturillas.
En su serrano retiro, fray Juan de la Cruz comenzó a sentir un malestar de calenturas, que parecían proceder de la inflamación de su pierna derecha. El reformador no se preocupó en un principio de su mal, pero el empeoramiento de su cuadro y la petición por parte de sus hermanos de que debía acudir a un médico, hacen que tome la decisión de ponerse en manos de un galeno.
Es significativo que en esos días otro hermano suyo de La Peñuela había caído con el mismo mal. Les proponen a ambos que partan a curarse a Baeza. Esta ciudad es a la que acudían los enfermos del convento de Jesús María del Monte de La Peñuela, ya que en el mismo carecían de médicos y medicinas. Fray Juan se resistió en un principio, pero sobre todo tenía claro que a Baeza no iba a partir. Le comentó al otro fraile enfermo que él iría a Úbeda, ya que en esa ciudad no era conocido, cosa que no ocurría en Baeza. El hermano aceptó su decisión y le acompañó a esa ciudad.

Llegaron a Úbeda, y a los pocos días la enfermedad de fray Juan de la Cruz se declaró con toda su intensidad. Su pie inflamado había empeorado y se le habían formado cinco llagas
Fue atendido por el cirujano Ambrosio de Villareal , que se vio obligado a sajar la pierna enferma. No utilizó en exceso los calmantes y, según parece, su tijera fue generosa en su corte. Se cuenta que el fraile enfermo comentó: “¿Qué ha hecho vuestra merced, señor licenciado?”. “Hele abierto a vuestra reverencia el pie y la pierna, y me pregunta qué le he hecho”, contestó don Ambrosio. Fray Juan le dijo al hermano enfermero Diego de Jesús: “Si es menester cortar más, corte y enhorabuena y hágase la voluntad de mi señor Jesucristo”.
Su evolución fue cada día peor. Los medios terapéuticos que podían utilizarse en aquella época eran muy escasos. Desgraciadamente, los antibióticos no se conocían.
El cuerpo del enfermo parecía un retablo de dolores. Su enfermedad no se limitaba a las piernas llagadas, se había propagado a la espalda y un tumor se había abierto en ella. Las múltiples llagas, su debilidad y el dolor le impedían cambiar de postura. Colgaron del techo una soga que caía sobre la cama, y asido a ella podía moverse algo.
Al enfermo se le escuchaba en ocasiones decir: “Más paciencia, más amor, más dolor”.
La evolución fue cada vez peor, su enfermedad se generalizó a todo su cuerpo y, finalmente, fray Juan de la Cruz falleció el sábado 14 de diciembre de 1591 en Úbeda.
Un estudio reciente ha revelado que su fallecimiento se debió a una erisipela que apareció en su pierna derecha y que degeneraría en una septicemia. A pesar de los cuidados dispensados por un cirujano, su pierna no logró cicatrizar por la entidad propia de la enfermedad y por la debilidad del enfermo, fruto de sus continuos ayunos.
Tras su muerte, sus restos mortales salieron furtivamente de Úbeda con destino a Segovia.
Inmediatamente tras su muerte, su cuerpo es despojado y se inician los pleitos entre Úbeda y Segovia por la posesión de sus restos.
ROBO DEL CUERPO. RELATO DE EL QUIJOTE
Cesar Vidal recoge un estudio minucioso de todo El Quijote. Y nos vamos a centrar en uno de los capítulos que no se conocen cuya trascendencia quiso recoger Cervantes. Se trata del robo del cuerpo de San Juan de la Cruz, tras su muerte: primera parte de El Quijote cap 19
Como es sabido, en la mencionada historia don Quijote y Sancho se topan con una procesión nocturna de encamisados. Cuando el hidalgo pretende enfrentarse con ella lo único que logra es que uno de los jinetes que la escoltan caiga de su caballo y se quiebre una pierna. Interrogado éste por don Quijote, le explica que la comitiva, lejos de constituir un suceso similar a los contenidos en los libros de caballerías, no pretende sino el traslado de “un caballero que murió en Baeza (…) [a] Segovia, de donde es natural.
l episodio así narrado, como en su día puso de manifiesto Martín Fernández de Navarrete, constituye un trasunto del traslado de los restos mortales de San Juan de la Cruz. Cuando éste falleció fue sepultado en Úbeda, una población cercana a Baeza, pero al poco tiempo una devota suya, doña Ana de Mercado y Peñalosa, realizó una serie de gestiones ante el padre Fray Nicolás de Jesús María, vicario general de la Reforma carmelitana, a fin de que desenterraran en secreto el cadáver de San Juan de la Cruz y lo llevaran a un monasterio de Segovia fundado por doña Ana y su hermano, Luis de Mercado.
En septiembre de 1592 fue enviado para realizar el traslado secreto Francisco de Medina Zaballos, con título y comisión de alguacil de Corte. Al desenterrar el cadáver lo encontraron sin descomponer, y entonces se decidió aplazar el traslado. A inicios de 1593, finalmente, éste se produjo. Tras exhumar de nuevo el cadáver, se guardó en una maleta para disimularlo mejor. Abandonaron Úbeda por la noche, para evitar que la población se enterara.
