En revuelo de plumas exégetas llamaba con sonidos de quena a su dios Sol, fue gota de lava, vendaval que incrementó piedra y sedimento, estero de piedra volcánica petrificada, ónix y jaspe rapaz que retoca, era llaga de dolor y esperanza en batallas de color y sorpresa, aullido gregario de garganta perdido en el arcano develado de carne y virtud, precoz regencia de follaje exfoliador en el verbo, temblor de rocío, ¡Hechizo mortal alumbra tu frente Pachacútec!
Talismanes desprendidos más allá del eco de los campos, ajuar de flores tu mirada, tiempo… templo solar en el Oriente evapora destellos redentores de estrella diurna.
Guerrero solar, fuego candente, extrajiste de la trinchera tus virtudes, aire, ritmo, vaticinios de colores áureos y platinos, pinturas acalladas en paredes de ríos.
Te estremece sueño de ángeles, ópalo astral, la línea de Naska, el árbol de quinua, Machu Picchu.