
“LA DIOSA PALABRA”
(A Nicanor Parra)
Nicanor, yo te conocí en Chillán,
cuna del bravo general O’Higgins,
y en tu propia casa, la de una estirpe
de poetas y de músicos eximios.
Era entonces un joven estudiante
exiliado, que quería escribir.
Te lo dije a pesar de mi rubor
y tú me preguntaste: -¿qué borroneas,
poemas o cuentos? Por ahí se empieza.
-Poemas, te contesté tímidamente.
-Ten en cuenta entonces, que la poesía
es el arte esencial y el más ambiguo
desde que existe la Diosa Palabra.
No dijo más, pero nunca olvidé
esas dos sentencias, y todavía
continúo adorando a dicha Diosa
ancestral, la más esquiva de todas.
* * *

¿ANTIPOESÍA?
I
Si entiendo bien a Nicanor
hay que agotar la poesía
hasta ya no reconocerla,
sin abandonarla.
No sólo abjurar de la rima,
Del romance, del madrigal,
de todos los sonetos
consonantes,
asonantes,
alejandrinos,
hipertrofiados,
hiperbóreos.
O abolir la sinalefa
y aun el ritmo,
en los malditos versos;
sino desecrar el sepulcro
de la lírica,
llegar hasta el abismo
del hastío,
para empezar de nuevo
a subir la ladera
del Parnaso,
ya sin Dioses ni Musas.
II
Digan lo que digan,
la Antipoesía
nació en Chillán,
en la casa
de Nicanor Parra.
No le busquéis ancestros,
ni imitadores,
son puras quimeras
de cuervos literarios.
Nació de las reyertas poéticas
con Neruda y el otro Pablo*,
e incluía el desprecio
del orgasmo político.
No me digáis,
ya lo sé,
soy injusto,
incierto,
soberbio
e iconoclasta.
Pero nunca hubo
antipoetas,
Nicanor fue el primero
y el último.
*Se refiere a Pablo de Rokha, poeta chileno del siglo XX

Muy buenos los versos y la recreación de estas dos figuras gigantes de la Literatura latinoamericana.