La sociedad tiende al individualismo, a las relaciones efímeras sin problemas ni compromisos, a olvidar el pasado y pretender que el presente sea divertido. Donde lo importante y lo único que vale sea el ahora.
Bajo este prisma, las buenas personas no tienen cabida, las importantes son las más simpático, más guapas, o nos invitan a más cosas, quien menos nos critica, quien nos dice lo buenos que somos en cada momento, quien más nos ensalza y con quien mejor lo pasamos, pero no tenemos en cuenta nuestra evolución como personas o como tratamos al prójimos. Las relaciones que hoy más importan son las que me dan la razón y no se meten en nuestras vidas. Está claro que ser buena persona conlleva un esfuerzo y ser egoísta nos da plena libertad para hacer lo que quiera y en el corto plazo suele ser más fácil y más placentero, pero luego no pretendamos tener amigos entre la gente que hemos conocido en un plano egoísta, pues en cuanto seamos una carga para ellos, ellos actuarán bajo el paraguas del hedonismo, donde quien necesita algo es persona non grata para ese grupo, donde solo se valora quien aporta algo y no quien pide algo. Por eso estamos en una sociedad que encumbra la juventud y menosprecia la vejez, donde la belleza se valora más que la educación, donde el vestir bien está por encima del saber estar, donde quien me hace reír esta por encima de quien me cuida.No caben las personas que necesitan, no queremos cargas ni problemas, no queremos luchar por lo difícil, por lo que “merece la pena” para el futuro, queremos lo fácil y el disfrutar del ahora.Las buenas personas las tenemos solo para usarlas cuando las necesitamos, pero luego que no nos molesten.Saber cuidarte y no ser una carga es un signo de buena persona, el ser coherente con lo que haces y como actúas, el tener palabra, el tener honor. El no pedir ayuda, cuando yo solo puedo afrontar la situación.