Ser buena persona es una virtud que todos los seres humanos tenemos de forma intrínseca, unos la desarrollan y otros la intentan inhibir. Es saber cuidar a la gente, estar pendientes de quien nos necesita, saber quien ha hecho algo por mí y saber agradecérselo, saber responder y valorar a quien ha estado en mis momentos malos y ha aguantado mis enfados, mis quejas y mis iras. Quien ha sabido orientarme para ser mejor persona y crecer aunque lo que haya hecho o dicho no me guste. Saber decir la verdad aunque sepa que se puede enfadar el otro, pero sabiendo que lo hago por su bien. Renunciar a lo que me apetece y dedicar ese tiempo a quien se lo merece de verdad, no sacar mi agresividad con quien no tiene culpa, darme cuenta de las emociones del otro y no aprovecharme de ello, hacer cosas que no me apetecen porque sé es lo mejor para el otro, dejar el dinero que no tengo porque el otro tiene menos, pedir favores a otros que a mí me lo van a conceder para ayudar al otro, dejar mi ego para que el ego del otro esté bien y no echar en cara lo que los otros nos deben. En pocas palabras, disfrutar ayudando a quien se lo merece sin esperar nada a cambio y ser agradecido.
Por desgracia vivimos en una sociedad donde prima lo contrario, donde te incitan a ser egoísta, donde te animan a mirar por ti y a vengarte de quien no te interesa en este momento, donde lo importante es el presente y tu futuro, sin valorar la gente que te hizo bien en el pasado.
Donde quien aparece en tu presente no quiere competencia de gente de tu pasado, no te quieren compartir y hacemos caso a esas nuevas relaciones olvidando a quienes estuvieron antes.
Estamos en una sociedad donde solo queremos ser felices y no queremos devolver favores o cuidar a quien está más débil. No queremos cargas, solo buscar gente para usar, y tirar a quien no cumple nuestros objetivos egoístas.
Nos centramos en nuestra imagen, en quien nos dice palabras vacías pero agradables, quien nos da la razón y renunciamos a quienes nos hicieron crecer a pesar de lo mal que lo pasasteis juntos al mostrarte la cruda realidad.
Es más importante mi vestimenta o mi peinado, que las personas, es más importante el reírme y pasármelo bien que mis estudios o mi trabajo; hemos cambiado el ser buenas personas por el estar bien en el presente, sin tener en cuenta nuestra persona ni nuestro futuro.

Preferimos hacer una broma o gracia quedando nosotros bien que darnos cuenta a quien hacemos daño con ello. Preferimos gastarnos el dinero en salir, que dejárselo a esa persona que lo necesita, o elegimos quitarnos a el amigo depresivo por el conocido gracioso o que me dice lo que quiero oír.
Ser buena persona es preferir quedarme solo a dar la razón a quien miente o habla mal de una persona que yo conozco, es saber pedir perdón, es saber dar las gracias, es buscar un hueco para hacer un favor y acordarme de quien me necesita realmente. Es anteponer lo que el otro necesita ante mis deseos.
Por desgracia, a estas personas se las suele tratar de tontos, se las intenta cambiar y que no actúen como realmente les saldría, donde la población en general intentarán meter todo tipo de mentiras y manipulaciones para que hagan lo que ellos quieren y no lo que realmente debemos hacer.
