UN CORONEL DE LA GUARDIA CIVIL IRRUMPE EN EL CONGRESO A TIROS, por Javier Lorenzo. Escritor

Su acción puso fin a la I República, que solo estuvo 11 meses y necesitó de cuatro presidentes.
La I República española se proclamó el 11 de febrero de 1873 y sobrevivió 11 meses. Durante ese tiempo hubo que enfrentarse al cantolanismo de cuatro provincias y a dos golpes de Estado. En el segundo de ellos, un coronel de la Guardia Civil entró en el hemiciclo, disparó al techo y ordenó su desalojo.

Ingenua y romántica, pero desastrada y vunerable. Así puede describirse a la I República española, un periplo histórico que apenas duró 11 meses durante el cual a punto estuvo la nación de irse a pique entre el interesado inmovilismo de los de siempre y las incongruencias políticas de muchos defensores del federalismo. Ya su adventimiento fue bastante proceloso, pues se produjo –el 11 de febrero de 1873- tras la renuncia de Amadeo de Saboya al trono y en una situación de continua guerra civil a causa del carlismo.
Su primer presidente fue Estanislao Figueras, quien encontró un arco parlamentario fragmentado. Oficialmente, solo había derecha, izquierda y centro, pero cada uno de estos grupos se dividía a su vez en otros que se regían por intereses particulares.
Este guirigay condujo a numerosas crisis gubernamentales, un golpe derechista el 23 de abril , la parálisis legislativa de todas las reformas previstas y, finalmente, a la dimisión de Figueras, quien abandonó el país vergonzosamente sin avisar a nadie de su intención. Le sustituyó el federal Francisco Pi y Margall, cuyo lema era “Orden y gobierno”, propósitos que quedarían frustrados tras perder la confianza de los intransigentes, verse obligado a pactar con la derecha, sufrir el revés militar de Arpens frente a los carlistas y asistir a los levantamientos cantonales de Málaga, Alcoy, Sevilla y Cartagena. Los tres primeros fueron rápidamente sofocados, pero cierta abulia condujo a la consolidación del último, y por lo consiguiente, ala caída de Pi y Margall, de quien los periódicos de la época decían: “Un patriarca con gorro frigio/ que adora el pacto bilateral/ tiene talento, tiene prestigio/ habla y escribe que es un prodigio/ pero gobierna bastante mal”.
