LA ALDEA INTEMPORAL, por Carlos Villarubia. Escritor

Allí, sé que allí donde los árboles hablan. Allí. siempre allí, naturaleza divina. Por siempre la quietud que nunca te envenena, total serenidad, calma plena. Aldea intemporal, paisaje con aroma de continuidad. Refugio para lo mejor que hay en ti…pura esencia. Pueblitos esparcidos en el verde nevado y transparente, del Tirol a Picos de Europa, de las cordilleras andinas a Porto Covo. Todo es una paleta de colores, embajadora de un tiempo risueño donde la tormenta seduce al descampado para enjaretar su episódica coreografía.

La aldea intemporal no reconoce fronteras ni tiene vocación aduanera. Acogedora al modo de los rincones de la montaña lucense o de las parroquias de Sciascia por el macondo siciliano. Acento de respetuoso color local por Tánger, brisa de dulce arena por Tabarca. No son faros del fin del mundo ni pañuelos isleños para supervivientes. Esperan con los brazos abiertos a quien decide escuchar, escucharse y dialogar con lo invisible. Mirada despierta, cuerpo y alma sin ajustes de cuentas. Puro amor con la Naturaleza y el Cosmos. Arquitectura del color en Costa Rica, malecón de Cuba, isla de sabiduría por Heidelberg. Aldea de Santa María de Piño-Lugo, aldea de Palencia, pueblos abandonados por Soria o Teruel. Allí donde aún late la vida a punto de memoria. Sí, siempre abierta al encuentro.
