A MI MANERA, ACUARELAS DE MARISA GONZÁLEZ por María Fraile Yunta

A MI MANERA
ACUARELAS DE MARISA GONZÁLEZ
Con los dedos agarrotados y el gesto cautivo, De Lucía rasga las cuerdas que arañan el alma. Suena la música de cumbres que incendian el rostro postrado frente al tablado que golpean los pies. La noche avanza, y entre volantes azules se enredan las piernas que celebran la vida incendiada.
Silencio.
Del dolor emanan las formas que abrazan el aire, acariciándolo como Alas al viento que tiñe la luz de colores fauvistas en Sueños de manos que vibran al son del flamenco. La piel la amorata el dolor que produce el amor más profundo; aquel que es capaz de arrastrar al infierno haciendo que el fuego abrase la vida.


Silencio.
A su manera se funde al calor del pincel de color que da forma al sentimiento más hondo del pueblo andaluz celebrado en Marcando el paso, A mi manera o Preparando la feria, donde los colores estallan tornando el dolor en pasión que provoca un pudor que lleva a ocultar el rostro a bailarinas sumidas en el placer.
Silencio.
La danza en el tiempo avanza igual que el carromato de El rocío entre los árboles, camino de ver a ese torero De corto que contonea su cuerpo a la par que ensaya con el capote, o esa magistral Media Verónica donde el púrpura hará que las luces alumbren la feria del toro más bravo.
Silencio.
El cuello se arruga, la piel se acartona en el rostro que siente el peligro dejándose ver, poniéndose al Mundo por montera para librar esa lidia con la fuerza bruta del animal cuyos negros el pincel ha sabido lograr con maestría, haciendo brotar la sangre que hace que triunfe el raciocinio del hombre postrado frente a la muerte.


Silencio.
La danza está en marcha, las cuerdas arañan el alma, los brazos abrazan el aire, el carromato sigue salvando las piedras y los rostros comienzan a desafiarnos, haciéndonos caer rendidos ante la belleza que arrastra al hombre al pecado al contemplar la figura de una bellísima femme fatal española en Azul.
Silencio.
La virgen contempla paciendo al caballo que llevará a los viandantes a disfrutar de la feria, así como a aquellos amantes del arte que funde el placer con el dolor, la vida con la muerte y el hombre con la mujer que encarna Fusión y cuyos cabellos ausentes cobran vida al sentir el calor del infierno en Sintiendo el flamenco.
“Uno de los más bellos, más singulares y más tremendos espectáculos que se pueda ver es una corrida de toros. Espero, a mi vuelta poder plasmar sobre el lienzo el aspecto centelleante, relampagueante y al mismo tiempo dramático de la corrida a la que asistí, y también, el Paseo del Prado, donde se encuentran reunidas todas las noches las más hermosas mujeres de Madrid, todas tocadas con mantilla”, decía Manet tras la vuelta de su viaje a España, el país “romántico” por excelencia que las acuarelas costumbristas de Marisa homenajean a través de un estilo que hace guiños al fauvismo en el tratamiento del color, al expresionismo en la pincelada, e incluso al celebrado arte negro de la contemporaneidad en el rostro que aparece en obras como Sueños, donde aún este no se ha tornado caricaturesco, como lo hará en Trincherilla.
Marisa nació en la capital, comenzó a pintar en el año 1999, aprendió la difícil técnica de la acuarela en Ávila, su ciudad adoptiva, en la Escuela Palacio de los Serrano bajo la enseñanza de la acuarelista abulense Teresa Beltrán, se hizo muy conocida y ha expuesto desde entonces su obra en diversas sedes en Ávila y en Madrid -el Casino de la ciudad abulense o el Palacio ya citado entre ellas-, ganando premios como el de Bruselas. Pinta como todo gran artista ha de pintar: “A su manera”, como reza el título que da nombre a esta muestra, de forma elegante y respetuosa con cada tema que trata… Pero, ¿qué no decir de Marisa?
Silencio.
La noche avanza… Y entre volantes azules se enredan las piernas dolientes que celebran la vida incendiada… Y De Lucía sigue rasgando las cuerdas que arañan el alma…