Nacido (1934) en Piedrabuena (Ciudad Real), reside en Madrid desde sus 20 años. Tiene doce libros de versos publicados y tres antologías de los mismos, más dos plaquetas/homenaje.
En prosa ha dado a la luz tres novelas y dos libros de cuentos, y, en colaboración un volumen: “Historia de Piedrabuena”.
Ha impartido numerosas conferencias, “mesas redondas”, y lecturas de poemas; ha escrito diversos prólogos, siendo colaborador de varios periódicos y revistas. A la vez que figura en diversas Enciclopedias y en “¿Quién es quien en la poesía española?”
Está en posesión de un centenar de premios, que van desde el primero por varios de sus libros y poemas en España, pasando por el CEPI de Nueva York, hasta llegar a los antiguos Juegos Florales; pero el que más considera es el reconocimiento de su pueblo natal, cuyo Ayuntamiento, en pleno del día 17 de abril de 1997, aprobó la creación de un premio anual de poesía con su nombre, para galardonar un libro de poemas, que ya ha superado la decimoseptima  convocatoria.

Su último libro,  Nota quisiera ser de cuanto sueño, es un constante caminar entre los versos de la vida hasta la muerte.

Murió en Madrid un 14 de Enero del 2017


ESTOY EN EL UMBRAL

Estoy en el lumbral del libro,

en el preludio me hallo de su puerta

y franquearla quiero.

Mi esperanza,

ver el alma del alma que lo habita,

la noble luz que su vitral refleja.

Busco al dios que hay en él,

si es que lo hubiera, y coincido

con el andar oculto de su sombra.

Pretendo con mi yo, hacer un todo

de la razón que ofrezco, concederle

el capital que llevo en las entrañas,

ser vida en el discurso, rodearme

del sonido y la voz, de la verdad

si la verdad descubro por los campos

verdes de la expresión

cuando la sangre, fruye en su armonía;

pretendo ser el ser que prevalece

sobre el sello del alba que lo sella:

nota querría ser de cuanto sueño.


COLOR PLOMO

Va un hombre solo por el campo:

las nubes son de plomo,

y son de plomo los olivos,

Todo es de plomo ante sus ojos:

el verde-negro de las aguas,

el blanco-verde de los chopos;

gigante muerto, la sierra

tiene las jaras de plomo.

(Dejó la ciudad dormida

bajo la noche del lobo

y partió sin saber dónde).

Va por el campo un hombre solo,

peregrino del tiempo de su tiempo,

a cuestas la pereza de los otros.

Se le durmió la brisa entre las manos

y el sol le puso un beso entre los hombros.

(Sonríe el hombre)

Pero los hombres le cargaron todo

su dolor a la espalda, y, con la pena,

se le ha teñido el beso color plomo…

Arrastra el hombre su tristeza,

se le ciegan los ojos con el polvo

y, oyendo siempre la canción del tiempo,

recuerda, caminando en campo solo,

que, allá lejos, al que dormita

le irán tiñendo el pecho color plomo.

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